EL ARTE DEL DESGOBIERNO
Un nuevo caballazo esta vez con la Ley Universitaria consagra, como en otros casos, el estilo de gobierno de Ollanta Humala, a contracorriente del arte de la política que busca convencer a los gobernados. El acuerdo social es la Constitución que todo gobernante debe respetar. Pero aquí sin diálogo ni debate estamos ante la pura imposición en las antípodas de la política que debe apuntar a la convicción. Tan simple como eso y tan diferente de la lógica militar que se sostiene en la obediencia sin dudas ni murmuraciones. El gobernante es el primer mandatario, se debe a su pueblo que le da el mandato. No tiene cetro ni carta blanca, debe responder a quienes lo eligieron y renovar su legitimidad permanentemente. Persuadir con argumentos para seguir siendo aceptado. Pero Humala cree y ejerce la coacción, el apremio y la fuerza. No con todos evidentemente. Quiere hacer una reforma de la salud con los médicos en contra y con megáfonos en las calles. Una reforma del servicio del Estado con una ley repudiada por los servidores públicos que sectorialmente pugnan por salir de ella. Una reforma universitaria con toda la comunidad académica en contra y paremos de contar porque hay mucho más. Así no se gobierna, se desgobierna.
La Ley
Universitaria es un error. Sin consenso en la comunidad académica, con precario
acuerdo en el Congreso que la aprobó sin respeto a los predios a los que pretenden
ingresar con caballos y no con ideas. Punitiva, sancionadora, dirigista, sin
estímulos suficientes para esa nueva universidad de calidad que requerimos. Sin
pautas para salir de los extremos del negocio privado rentable o de la pobreza
por desfinanciación y abandono público. Si pretendemos calidad académica comencemos
por no digitarla ni controlarla menos aún restringir ese único espacio que
tenemos para el debate, la divergencia y la controversia. Universidad es
universalidad y expresión del pensamiento, nunca bayonetas ni silenciadores.
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