EFICIENCIA SIN IDEOLOGÍAS
Publicado en Correo el 01 11 14
Suponemos que todo candidato que pretende el voto
ciudadano debe asumir que traerá soluciones para los problemas nacionales, deberá
responder a la situación y garantizar la viabilidad de sus propuestas según el
programa presentado. Salimos de un proceso electoral y entramos a otro cuya
campaña ya comienza. El mensaje para los políticos es que las simples promesas
ya no convencen. Que la desconfianza ha invadido la política hasta el riesgo de
deslegitimar la democracia. Que la gente ya no cree en partidos ni en
ideologías, como se evidenció en las municipales con decisiones y votos pragmáticos.
La gente votó por quien pensó podía solucionar mejor sus problemas,
especialmente en la caótica e insegura Lima. Lo demostró Enrique Cornejo que sin
demagogias superó el antiaprismo debido a su capacidad personal, su preparación
académica, sus ideas de buen sentido. Llegó inclusive a seducir a una juventud
difícil y descreída. Gran mérito.
Que los políticos apunten a eso, a persuadir con
propuestas viables, sin guerra sucia y con inteligencia, teniendo en cuenta lo que
la democracia necesita tras el escarnio generado por representantes incapaces,
gobernantes opacos y una corrupción que se infiltra y la acosa. Se trata de demanda
de responsabilidad a los partidos y a los políticos que tienen que darse cuenta
que la capacidad manda, que el contraste y la comparación de las gestiones
funcionaron y favorecieron a Luis Castañeda frente a Susana Villarán haciéndolo
arrasar en la elección limeña. Que lo mismo podría suceder en el 2016 y
favorecer a Alan García por el progreso que significó su segundo mandato, muy
lejos de las pobres cifras actuales de crecimiento. También está en el
partidor, en términos de capacidad, PPK de excelente curriculum. Muy rezagados
quedarían el keikismo y el nacionalismo sin muchos logros ni eficiencia
gubernamental y de gestión que mostrar. Si la población quiere el avance
económico-social las cartas podrían estar echadas. Los parámetros básicos que
inspiran al electorado son la eficiencia para elevar la inversión privada,
la actividad laboral y la lucha contra la pobreza y la delincuencia organizada.
La ciudadanía evoluciona y atiende especialmente el anhelo de mejorar efectivamente
su modo y su nivel de vida. Quien toque racional y emocionalmente esta cuerda, tendrá
grandes posibilidades de ganar.