miércoles, 3 de mayo de 2017



RECONSTRUCCION
UNITARIA, PARTICIPATIVA
Y SUPERVISADA


En Revista Vela Verde. Edición del 2 de mayo 2017

El Congreso aprobó la Ley de Reconstrucción con Cambios con las modificaciones introducidas en el debate. Ya está en manos del Ejecutivo el instrumento legal para reedificar las zonas afectadas por los huaicos y las inundaciones producidas por el fenómeno de El Niño Costero. Los 90 votos a favor -de 105 congresistas presentes- indican un consenso superlativo entre el gobierno y la oposición incluida en ella el fujimorismo. Ha habido interés máximo de ambos sectores por concretar la propuesta pero es solo el inicio del camino.

Muy bien que se hayan introducido las modificaciones propuestas por el Apra y Acción Popular, mal que el Frente Amplio haya sido disonante con la visión general poniéndose de lado cuando todo el mundo esperaba confluencias. Bien que el gobierno se haya mostrado tan receptivo a través del Premier Fernando Zavala que puso todo el empeño para viabilizar la aprobación del texto.

Y por supuesto esencial el aspecto de la supervisión que estará a cargo de la Contraloría para el control concurrente y posterior en la ejecución del gasto. Venimos de una historia de corrupción y ninguna precaución será corta para prevenir negociados y malos manejos.

El tema fundamental es como se integrará la Autoridad de reconstrucción con cambios, para liderar un proceso que no será fácil. Y en segundo lugar cuál será el plazo con el que contará para el rendimiento de cuentas. Si es el Congreso el que determinará la extensión de ese plazo previa exigencia de resultados cercanamente supervisados.

La Autoridad de Reconstrucción deberá contar con un líder consensuado que capture la aceptación y el apoyo de esa mayoría parlamentaria que se acaba de estrenar. Se trata de una autoridad que deberá ser fortalecida y responder al grito de Perú, una sola fuerza.

Y en este sentido ha sido Kenji Fujimori el congresista que acertó con la perspectiva de la gran tarea que espera al país. Y lo ha hecho al precio de confrontar con su propia bancada en el momento del debate del proyecto de ley.

Muy importante el fraseo usado por el benjamín de los Fujimori que estrenó visión y talante unitarios con su pedido a sus colegas de “voltear la página” y lo hizo mientras los operadores de Fuerza Popular continuaban negociando condiciones y modificaciones. Si su postura fue personal y opuesta al conjunto de su partido es aún más valiosa pues ha dado línea a la fuerza parlamentaria mayoritaria al invocar el apoyo al proyecto enviado por el Ejecutivo “sin obstrucción, sin mezquindad y sin demora”.

Kenji Fujimori pidió dar el beneficio de la duda pese a que el proyecto pudo adolecer de defectos menores. E insistió en la serenidad que se requiere para implementar la acción nacional pendiente. Habló como un sabio mayor o como un político consumado poniéndose nuevamente a la cabeza del partido que lidera su hermana. Y lo hizo apelando a su experiencia personal de ayuda a las familias afectadas, especialmente de Tumbes, Lambayeque, Piura, Áncash y La Libertad.

Kenyi acertó al dirigirse directamente al premier Fernando Zavala para prometerle que el Congreso estará del lado del Perú apoyando la reconstrucción. No está en sus manos pero fue un gesto de gran político que no hablaba para el hemiciclo si no para el Perú que espera esa unidad tantas veces pregonada. Un esfuerzo de confluencias necesarias que podría perecer en los pasillos del Congreso entre ambiciones y cálculos políticos y presupuestales.

Por último su enfático llamado a su partido, Fuerza Popular, “como un sola fuerza, a respaldar la reconstrucción de inmediato, sin más confrontación ni obstrucciones” es una obra maestra de la oportunidad y la lección política que se reflejó en su arenga final “¡Construyamos una agenda común! ¡Volteemos la página!”.

Bien haría Keiko Fujimori y los líderes de Fuerza Popular, en seguir esta actitud y no mirarla con recelo. Hasta los antifujimoristas extremos la destacan. Las prioridades mandan y la realidad no es opcional. Las urgencias no se negocian y los deberes se imponen. Tenemos millón y medio de peruanos esperando una reconstrucción que significará la supervivencia para ellos que por ahora están sin techo ni alimentos ni empleo ni recursos de ningún tipo.

Así que los fujimoristas, como todos los políticos tienen que entender que la reconstrucción será unitaria, participativa y supervisada o no será. Queda fuera de lugar el obstruccionismo y el cubileteo.

Terminadas las rabietas de la segunda vuelta toca al fujimorismo enmendar los errores en que ostensiblemente han incurrido sucesivamente. El que tenga ojos que vea. Parece que Kenyi o sus asesores si los tienen. Mientras que el grueso de la bancada exhibe escasa lucidez cuando hablan de una victoria secreta varios meses después de la segunda vuelta y con un desastre nacional cuyas consecuencias exigen acción unitaria, perentoria y eficaz.

Es muy grande el pasivo que arrastran de estos meses de sangre en el ojo. Desde el caso Sodalicio pasando por los derechos de las minorías y por la ley anticorrupción de medios en venganza de los que supuestamente determinaron su derrota electoral, hasta la absurda acusación al Premier Zavala de ‘Montesinito’. Una maratón de errores que le dejan a Kenyi el camino libre para aplicar el buen sentido y conectar con la gente, ayudando a pasar la página que será la única manera en que el fujimorismo pueda llegar alguna vez a Palacio de Gobierno.


Que en Fuerza Popular piensen en el momento difícil que estamos atravesando, que busquen integrar la Autoridad de la Reconstrucción, que dejen sus furias y rabietas de lado. Solo los niños persisten en los errores cantados. Si quieren ayudar a gobernar no será con obstrucciones ni exigencias. Que no se marginen del clamor de una sociedad que quiere volver a confiar en sus políticos demasiado afectados por la ineficiencia y la responsabilidad para darse el lujo de la inmadurez y las inconsistencias. 
RECONSTRUCCION VIGILADA


En Político.pe el 02 de mayo de 2017

El tema fundamental para la inmensa tarea que le espera al país es como se integrará la Autoridad de reconstrucción para conducir un proceso que no será fácil. Deberá contar con un líder consensuado que capture la aceptación y el apoyo de la mayoría parlamentaria. Asimismo deberá ser fortalecida para responder de verdad al grito de Perú, una sola fuerza.

Y en este sentido ha sido Kenji Fujimori el congresista más asertivo respecto de la perspectiva de la gran tarea que espera al país. Y lo ha hecho al precio de confrontar con su propia bancada en el momento del debate del proyecto de ley. Llamó a Fuerza Popular, “como un sola fuerza, a respaldar la reconstrucción de inmediato, sin más confrontación ni obstrucciones” es una obra maestra de la oportunidad y la lección política que se reflejó en su arenga final “¡Construyamos una agenda común! ¡Volteemos la página!”.

Y tiene razón. Los fujimoristas, como todos los políticos deberían entender que la reconstrucción será unitaria, participativa y supervisada o no será. Para ello les toca olvidarse de las inmaduras rabietas de la segunda vuelta y ponerse a tono con la multitud que reclama unidad y eficacia. Que busquen integrar la Autoridad de la Reconstrucción si quieren ayudar. Que no se marginen del clamor de una sociedad que quiere volver a confiar en sus políticos demasiado afectados por la ineficiencia y la irresponsabilidad

Todos queremos que la ejecución del gasto en la reconstrucción sea impecable, que no haya apuestas, cubiliteos o repartijas de los grandes montos que estarán en juego. En este sentido coincidimos con Felipe Norris quien, en estas mismas páginas, ha planteado la urgencia de un nuevo marco legal para la ejecución de la inversión pública dado que el que tenemos no permite que las obras se implementen en forma eficiente y rápida. Tampoco nos protege de la corrupción.

Norris habla con mucha propiedad de una reforma de fondo que en el momento se ha visto postergada para preferir una ley especial para la reconstrucción con sus propias reglas de control a cargo de la Contraloría. Es por cierto una excusa válida la urgencia de implementar las obras de reconstrucción pero no posterguemos la ley general que necesitamos para ejecutar obras públicas en el país.     

Muy importante que la ley aprobada reconozca la importancia de la autonomía de la contraloría general para la supervigilancia indispensable. Le corresponderá junto con el Congreso el control de resultados y la fiscalización ojalá dentro de una nueva política referente a las rendiciones de cuentas.





¿INDULTAR 
PARA CONCERTAR?


En Correo del 31 de mayo 2017

Al grito de Perú una sola fuerza se pretende que todos estamos juntos en este momento difícil, ante un desafío inmenso para el país. Pero no estamos tan juntos ni tan alineados con la magnitud del reto que no se refiere solo a la construcción y reconstrucción de los pueblos afectados por el niño costero. Hay en simultáneo una crisis de confianza. Lo ideal sería la unificación de las fuerzas políticas y la concentración de los esfuerzos sociales para que en los meses que vienen podamos dar techo, comida y empleos al millón y medio de peruanos que lo ha perdido todo. Este logro pasa por concertar con el Fujimorismo que domina al Congreso, el segundo poder del Estado que Fuerza Popular viene conduciendo con mano férrea. Nada pasa sin su aprobación ni pasará si no se tienden los puentes para una acción conjunta. 

El único convencido de esto -a estar por su discurso en el debate de la Ley para la Reconstrucción- parece ser Kenji Fujimori quien aseguró que el Legislativo daría todo su apoyo en esta cruzada nacional. Pero no es tan fácil y lo sabe bien. Vemos que ingresa nuevamente a la agenda el indulto posible para Alberto Fujimori. Algunos ya lo plantean como condición para cualquier concertación. No lo es. Un acuerdo con Fuerza Popular no pasa necesariamente por la libertad del fundador del fujimorismo. Y hay que dejar las presiones sobre PPK. Si la gobernabilidad y la acción unitaria son lo importante comencemos por separar las cosas.  

La reconstrucción debería ser unitaria, participativa y muy transparente. Sin obstruccionismo ni repartija de los grandes montos en juego. La supervisión de la Contraloría será esencial para la confianza. Dada la corrupción histórica que nos afecta ninguna precaución será poca para garantizar la honestidad. Que así sea.