LOS NÚMEROS NO TIENEN
CORAZÓN
Por lo visto hay dos
tipos de diálogo, el importante concretado con la convocatoria por el presunto
espionaje chileno que permitió reunir al presidente Ollanta Humala, al ex presidente Álan
García, al ex presidente Alejandro Toledo, a Keiko Fujimori, a Luis Castañeda y
a los demás líderes políticos del país. Y el de los pequeños líderes que
pareció más una maniobra de distracción. Lo cierto es que ni uno ni otro tienen
perspectivas de largo aliento si el presidente no abandona el hábito de la
confrontación. No se puede invitar a dialogar un día y al siguiente volver a
los ataques y a las malas maneras que determinaron la salida del ministro Daniel
Urresti. Y menos sacrificar el clima de encuentro, generado por una razón de
unidad nacional, por la defensa a Nadine Heredia a quien el presidente
considera una luchadora social a quien critican porque quieren tumbar los
programas sociales. Arenga absurda totalmente fuera de la realidad. La
esquizofrenia de la que hablaba el prestigioso The Economist continúa y el
mandatario no se da por aludido. No toma en cuenta que las últimas denuncias
que involucran a su esposa no son invención de “algunos medios de comunicación”
ni tampoco de los resentidos disidentes de su partido sino que responden a aspectos
concretos, a dineros que no cuadran, a sumas, restas con números precisos que
no admiten apreciaciones sentimentales. La justicia debe investigar a todos los
presuntos violadores de la ley, nadie tiene corona y si hay nuevos elementos entonces
se justifican las denuncias y los nuevos procesos. Humala llega al extremo de identificar
la defensa de la democracia con la de su mujer. Olvida que más allá de sus
afectos o de sus odios él es el presidente de todos los peruanos. Desdeña que
ambos caen en las encuestas y que seguirán cayendo si la soberbia y la
terquedad ponen en severa vulnerabilidad a su gobierno. Y más aún que las
calles comienzan a asumir el peligro del desgobierno. Si lo que queremos es
defender la democracia y el término del mandato, la receta sigue siendo
concertación con base real, más transparencia y rendimiento de cuentas y menos
borrar con una mano lo que se hace con la otra. Las caídas pueden ser estrepitosas,
las farsas y las mentiras en política tienen patas cortas.
Que el verdadero diálogo
continúe en torno a una agenda común para recuperar la gobernabilidad y enfrentar
la desaceleración económica con mayor inversión privada. Que Humala entienda
que mantener la estabilidad de su gobierno, y la suya propia, es una exigencia.
Que ponga los pies en la tierra, que el horno no está para bollos, que su
desaprobación creciente es una realidad de la que no podrá huir con maniobras o
manipulación. Los números no tienen corazón.