sábado, 3 de marzo de 2018



EL DRAMA ANUNCIADO

Publicado en Correo el 03 03 2018

El vendaval llegó y como previsto llenó de barro a los principales líderes políticos, incluyendo al presidente en ejercicio. Jorge Barata habló y la primera conclusión es que todo el dinero, no bancarizado, que repartió entre los candidatos presidenciales proviene de fuente oscura y los beneficiados no podían desconocerlo. Lo segundo es que el espectro ha sido abierto incluyendo a intermediarios que se han esmerado en negar la recepción. Lo tercero es que ingresamos a una etapa oscura, que nuestra política ha sufrido un sismo, que la población está en shock con una profunda crisis de confianza. Con mucha incertidumbre y angustia por el destino del país que había remontado y ahora aparece paralizado y bloqueado por la pena y la decepción.

Jorge Barata habló pero no basta, el Ministerio Público deberá usar sus declaraciones para encontrar las evidencias. No puede ser mi palabra contra la tuya. Afirmaciones contra negaciones. Se juega la legitimidad y la eficacia de la lucha contra la corrupción convertida en cáncer terminal que como nación debemos liquidar. Fiscales y jueces deben combatir la impunidad, ante un sistema de sobornos o de donaciones a campañas electorales no tipificadas como delito. Deben investigar y sancionar. Les toca romper las inercias ante una corrupción que no debe más ser impune. 

Lava Jato puede ser una lápida o una oportunidad. La última vez que estuvimos en shock similar fue cuando vimos los vladivideos de la salita del SIN donde autoridades y políticos tenían un precio pagado por el asesor. Hoy también hablamos de precios pagados por una gran mafia corruptora internacional que ha jaqueado a nuestros países. Por eso la cooperación es una fortaleza. Lava Jato tiene muchas aristas. Ojalá podamos enfrentarlas poniendo por delante las reglas del derecho y de la democracia, para que esa refundación política y ética -que no hicimos cuando cayó el fujimorismo- sea hoy posible.



EL COLAPSO 

Y LA RESERVA MORAL


Mi columna HOJA DE TIEMPO del 03 03 2018

El colapso social de algunas naciones, por ausencia ética, es tan insostenible como un cataclismo que lo destruye todo. Pasó el vendaval Barata y como habíamos previsto ha dejado barro y destrucción. No física pero sí moral, mucho más difícil de construir y reconstruir. Desconfianza, desconcierto, desencanto son las señales de los Estados fallidos, aquellos que no pueden dar a sus sociedades la seguridad, la defensa del derecho a la vida y la atención a sus necesidades elementales. Eso sucede cuando la corrupción generalizada se apropia de los recursos colectivos que van a parar a bolsillos privados. Por eso es un flagelo social que debemos combatir hasta eliminar y solo se logrará si alejamos la indiferencia ante la impunidad que como inercia tóxica se ha apoderado de nuestro país.

La situación es complicada, enfrentamos una megacorrupción, descubierta desde el extranjero, que pone a prueba la capacidad de nuestro Estado para investigar y sancionar a los culpables. Muchos ojos están puestos sobre nuestras instituciones que deben estar a la altura del desafío.
  
La clase política ha sido tocada incluyendo a nuestro presidente en ejercicio, lo que abunda en la gravedad. Jorge Barata ha ampliado el espectro aludiendo a la segunda fila dejando a los beneficiarios directos con la posibilidad de negar la recepción del dinero que Odebrecht repartía sin bancarizar y de manera oscura para que no quedara dudas de que los aportes venían de fuente ilícita. La coima no da recibos y lo sabemos pero se trata de aportes a campañas electorales que bien podrían ser simples faltas administrativas, precoimas o adelantos en caso llegaran al poder. Salvo el caso agravado de Susana Villarán la única que presuntamente recibió aportes en ejercicio del poder ya elegido.

Es la segunda vez que nuestra sociedad está ante ese desencanto al ver a sus autoridades cobrar un precio. Lo fue cuando cayó el fujimorismo y los vladivideos exhibieron a la clase política apoyando al gobernante a cambio de un monto pagado puntualmente en la salita del SIN por el súper asesor Vladimiro Montesinos. Lo es ahora cuando dineros extranjeros compran voluntades nacionales en beneficio de una empresa mega corruptora. Antes fueron los dineros del Estado hoy son las arcas privadas las que irrigan la corrupción.

En ambos casos nos dejaron la misma pena y decepción por una clase política y empresarial que se vende. La misma incertidumbre por el futuro y la misma vergüenza por el espectáculo que estamos dando ante el mundo. Corresponde a nuestros jueces y fiscales dar pruebas de integridad y de capacidad para desterrar la impunidad. No se trata de jugar a afirmaciones y negaciones, se trata de investigar y aportar pruebas. No puede ser mi palabra contra la tuya.

Pero sobre todo corresponde a una reserva moral política -que todavía no muestra su rostro- reconstruir la confianza para seguir adelante. Al comenzar el siglo XXI -cuando cayó el fujimorismo- nos tocaba una refundación política que lamentablemente no hicimos. Tal vez este sismo nos sirva para hacer de la debacle una oportunidad. Para que resurja el espíritu republicano con instituciones que dejen atrás las inercias y las complicidades culposas en el camino de recuperar la esperanza.

En toda nación es el gobierno el que debe dar las pautas del buen comportamiento social, descartar el “mal ejemplo”, imponer las leyes, rechazar la complicidad y el encubrimiento de los delitos políticos y económicos. No podemos perder el sentido ético de la conducta política, necesitamos virtuosos que se impongan sobre los que contaminan la vida social. Es este un mensaje para Palacio de Gobierno.