martes, 1 de octubre de 2019




ACUERDO 
Y GABINETE DE ANCHA BASE


En diario Exitosa el domingo 29 de Septiembre 2019

Dos meses de tensión terminaron con el archivamiento del proyecto de recorte de mandatos y de adelanto electoral promovido por Martín Vizcarra quien día a día desplegó su propaganda personal en cada lugar adonde fue. A la manera de un consumado agitador de masas intentó convencer de la necesidad del cierre del Congreso con el eficaz apoyo de los medios de comunicación a los que ayuda con la publicidad oficial.
Pero de agosto a setiembre los ánimos cambiaron y la gente que pedía el cierre del Congreso y las elecciones adelantadas está ahora más preocupada por la economía en declive y por la criminalidad urbana en aumento. El Congreso decidió el archivamiento del proyecto cuando Vizcarra estaba en Nueva York y el Primer Ministro no había decidido todavía presentar la cuestión de confianza. Los días pasaron, él perdió la oportunidad y el Congreso definió y puso fin a la pelea.

Nadie duda de que este es un mal Congreso cuya mayoría fujimorista no ha pasado la prueba de la capacidad de gobierno y menos aún la de representación del interés nacional. Muchos de sus congresistas son impresentables y desde el 2016 al 2019 poco positivo ha sido aprobado mientras los escándalos han sido demasiados.

Con el archivamiento definitivo del adelanto de elecciones se ha puesto fin a la crisis por colisión de poderes pero la respuesta de Martín Vizcarra -sin asimilar el golpe- ha hecho evidente que quiere continuar con la disputa. Presentará una nueva cuestión de confianza, esta vez respecto de la designación de los miembros del nuevo Tribunal Constitucional ingresando a terrenos propios del Legislativo con claro irrespeto a la autonomía de poderes. Al parecer no pierde de vista el posible cierre parlamentario y espera nueva oportunidad que tal vez no llegue pues hasta ahora hemos visto aciertos y torpezas con poca capacidad de gobierno, algo que tiene descontento al mismo pueblo al que apela.

Vizcarra insiste en el conflicto lo que implica un rechazo a hacer política buscando consensos a través del diálogo y la negociación. Lamentable porque el interés nacional está en juego y vamos alcanzando extremos perjudiciales especialmente en economía e inseguridad. No significa que en democracia no exista oposición o confrontación pero siempre dentro del orden constitucional. Ojalá tuviera la capacidad de  construir una agenda mínima para lo que queda de su mandato a fin de responder a las demandas de ese pueblo tantas veces invocado. El mismo que llamado a protestar por el archivamiento del proyecto electoral no apareció en las calles en la dimensión que se pretendía y que ahora se le llama para el día de mañana lunes.

Si Martín Vizcarra quiere seguir confrontando y rechaza hacer política la crisis no tendrá fin a corto plazo y sus efectos podrían ser nefastos. No habrá acuerdo sobre los problemas importantes y urgentes. La lucha contra la corrupción es esencial y debemos proseguir con ella para sanear el país pero ella no implica desatender lo urgente. Ojalá Vizcarra pudiera terminar su periodo formando un gabinete multipartidario, de ancha base, que reemplace al irrelevante actual por ministros notables comprometidos con el país. Le tocaría gobernar hasta el 2021 conforme a una agenda mínima consensuada con el Legislativo. Esta propuesta, auspiciada especialmente por la Coordinadora Republicana, representa la sensatez y es un signo de que aunque se diga que es imposible todavía podemos apostar en positivo.



HACER POLITICA 
Y NO GUERRA 
En diario Correo el sábado 28 de Septiembre 2019
La mayoría del Congreso archivó el proyecto de adelanto de elecciones. La bomba explotó sin control de daños por el Ejecutivo y en presencia de la Comisión de Venecia. La presión de Martín Vizcarra no funcionó y el desenlace debió ser aceptado y dio paso a una nueva etapa. No caben recriminaciones por la decisión del Congreso pues está dentro de sus facultades. La crisis debería concluir aunque el Primer Ministro anunció que el gobierno no se quedará con los brazos cruzados. El presidente, sin aludir al adelanto de elecciones ya archivado, reinició la pelea con una nueva cuestión de confianza que aborda competencias constitucionales del Parlamento que debe elegir a los miembros del Tribunal Constitucional. Nuevamente se irrespeta la separación de poderes. Y si bien no mencionó el cierre del Congreso es evidente que espera otra oportunidad aunque las multitudes convocadas no aparecieran en las calles para protestar por el archivamiento del proyecto vizcarrista.
En democracia siempre hay posibilidad de diálogo, de hacer política y no guerra. Y ello implica atender al pueblo que de seguro está más preocupado por la situación económica y por el incremento de la criminalidad urbana que por el adelanto de elecciones. Sin hablar de los niños y adultos que están muriendo en hospitales públicos desabastecidos. Continuar con la escalada del conflicto de poderes afecta a todos pero Martín Vizcarra quiere seguir con la pelea. Rechaza hacer política logrando acuerdos sobre problemas importantes y urgentes. La lucha contra la corrupción es esencial y debemos proseguirla para sanear el país pero no implica desatender lo más urgente. Ojalá Vizcarra pudiera terminar su periodo con un gabinete de ancha base formado por notables comprometidos y gobernar conforme a una agenda mínima consensuada también con el Legislativo. Esta propuesta auspiciada por muchos, especialmente por la Coordinadora Republicana, es un signo de que todavía podemos actuar en positivo.