INMUNIDAD
NO ES
IMPUNIDAD
Mi columna HOJA DE TIEMPO en Correo el 14 de abril 2018
En un Estado de derecho el Parlamento representa la
voluntad del pueblo expresada a través de las elecciones. Sus integrantes
tienen el alto honor de elaborar las leyes a las que todos nos subordinamos, por
eso lo consideramos un órgano altamente respetable desde que es el pueblo mismo
aunque en formato reducido. Los legisladores influyen en el destino de la nación
y su principal retribución debería ser contribuir a que ésta tenga el mejor rumbo
posible.
Tal magnitud de
responsabilidades exige la mayor pulcritud desde que junto a sus funciones más
importantes, la representativa y la legislativa, asumen el control y
fiscalización de otros órganos del poder en especial del Ejecutivo. Pero no
pueden hacerlo sin autoridad ética. Tienen la inmunidad para protegerse pero
ella no puede convertirse en impunidad sin afectar la majestad del poder que
integran.
Muy bien que el presidente del Poder
Judicial, Duberlí
Rodríguez, se haya mostrado a favor de eliminar la inmunidad
parlamentaria a fin de dar mayor celeridad a las investigaciones contra los
involucrados en actos de corrupción. Excelente la propuesta de la
parlamentaria Patricia Donayre
para eliminar esa protección si el objetivo esencial es combatir toda corrupción en este poder del Estado. Más aún después de lo visto en los repudiables kenjivideos o keikovideos. Los
involucrados en estas cintas deberán someterse, a solicitud del
juez, a una Comisión de Levantamiento de Inmunidad, presidida por el magistrado Francisco Távara.
Todo esto vuelve a poner en el debate dos temas de
fondo, el financiamiento electoral que demanda una reforma inmediata para
evitar que sean elegidos congresistas o gobernantes hipotecados por el dinero
recibido para sus campañas y la responsabilidad de los partidos para elegir sus
candidatos al Congreso. Inmunidad no debe ni puede significar impunidad ni ante procesos pendientes antes de ser elegidos ni
ante los producidos después de serlo.