domingo, 26 de junio de 2011

PROLOGO DE RAUL VARGAS



A UN LUGAR SIN LIMITES

Mil gracias a Raul Vargas por sus generosas palabras en el Prólogo a mi libro de pronta aparición electrónica Un Lugar sin Límites, Internet, democracia y desarrollo. Lo comparto con ustedes. Lo encontrarán pronto en el catalogo de libros electrónicos de Amazon.

PROLOGO VACILANTE

MARIA DEL PILAR TELLO
A LA CONQUISTA DEL CIBERESPACIO

Estamos ante una obra que desde las primeras líneas encierra la perspectiva de  una autora entusiasta que, por lo demás, no ha cejado desde hacer varios años de encontrarle sentido a una conciencia crítica e ilustrada y la vinculación de ésta en la urdimbre, desconcertante, polémica, agonista, de comunicación, poder, democracia y desarrollo.

Son grandes palabras que han significado la explosión temática en todos los ángulos del quehacer humano y que al mismo tiempo marcan las incertidumbres y las dudas de un mundo extraordinariamente comunicado pero que deja en pie pocas certezas. María del Pilar Tello es una de los millones de personas persuadidas que en virtud de esta expansión del internet, la magnitud casi sideral del ciberespacio, el destellante universo de voces, opiniones, conciliábulos globales y chismografía elevada a la categoría de una religión, aumenta la libertad del individuo, acrece las posibilidades del conocimiento, acaba con las islas para arribar al océano de la información, y nutre una suerte de parlamanía (diálogo universal intergeneracional) que se dice capaz de controlar la arbitrariedad, la tiranía, el absolutismo del poder.

El principal rasgo que sobresale cuando se habla del ciberespacio, la Internet, las redes sociales es, precisamente, su inmensidad planetaria, lo que hace que nos sintamos intimidados por esta grandiosidad catedralicia que nos lleva a imaginar que si todos estamos intercomunicados se podrá contar con una Torre de Babel habitable que hará posible mayor lucidez, libertad, tolerancia, humanidad, democracia. Por lo menos, graduando el entusiasmo, sí se ha llegado a una nueva era que distingue entre dos clases de individuos  los nativos y los inmigrantes digitales, que la red ha alterado el sistema de relación entre los seres humanos (ya no el vis a vis, la correspondencia sentimental con largo tiempo e interregno, no los gestos ni las señales de humo, ni el tam-tam de los tambores). Pero es el comienzo de una experiencia cuya evolución no podemos prever o imaginar. Ahora la amistad es una variable de la que no se puede escapar. Facebook bombardea diariamente con nombres insólitos, lejanos, impredecibles, que piden ser tu amigo y tú mismo eres un penitente solitario si te resistes a este Ganges que arrastra miles de conciencias que buscan conciencia. Es la relación que busca relación, sin otro objeto que durar.

Los encuentros en la red ya no son subrepticios ni ocultos, buscan iluminar el escenario, hay unas ganas tremendas de saberse escuchado, reflejado en otras mentes, incorporado a la bullente, transitoria e itinerante, humanidad, como la lava hirviente que no se apaga sino se acrece. Es sin duda un espectáculo fascinante  pero además de ser una vía abierta para el conocimiento y su trasmutación, abrir brechas generacionales espectaculares (por eso los padres se confiesan inermes para que no los cubra el maremagnum de la red), derriba las barreras de la intimidad. Y el derecho a las reservas personal, familiar o nuclear, desaparece con los derechos de propiedad autoral, cambia las relaciones de trabajo, estatuye el reino de lo provisional frente a las convicciones ahora decimonónicas del poder constitucional, del equilibrio de los poderes, de la ley y del  equilibrio entre las personas, las sociedades y las naciones.

Siempre que entramos en una nueva era nace el vasto optimismo en que el hombre cambia y la felicidad es posible o no está tan lejos. Con el advenimiento de la imprenta se confió en que el hombre común podría llegar a Dios y por tanto a la bondad, sin la mediación de intérpretes eclesiales. El periodismo se creyó el más poderoso de los instrumentos para la ciudadanía de los hombres así como la lectura el medio para la universalización de la cultura, progresos que sin embargo marcharon al unísono con las formas más crueles del esclavismo, la colonización y las guerras entre la potencias de entonces.

Radio, Televisión, cine, fotografía, extensiones mayúsculas del ojo humano, del entretenimiento, de la noticia, múltiples también, forjaron democracias y ayudaron a imaginar un mundo más unido y concordante. En el ciberespacio, la Internet, la Red, como señala José Antonio Zarzalejos, lo peor y lo mejor es posible, desde el mayor altruismo hasta la peor delincuencia. Pederastia, explotación, prostitución, esclavismo, tráfico de armas y drogas, estafas, fraudes, todo está allí ocupando su execrable espacio”. En la Red -añade Zarzalejos- esa conversación planetaria que tiende a lo infinito, no deja de ser un instrumento humano en el que se resumen todas las grandezas y todas las miserias.

¿Estamos ante una revolución técnica y comunicacional que cambiará de raíz la política, las  relaciones de poder y la permanente elusión de la democracia por parte de los poderes fácticos?

Gran parte del libro de María del Pilar Tello está destinado a verificar si esto es posible. Apoyándose en Manuel Castells, la autora concluye que “la autocomunicación produce información sin intermediarios, (sirve) para acceder y compartir mensajes, basados en la eficiencia de las redes sociales abiertas a los activistas e ideólogos para afrontar lo que lentamente se irá imponiendo como un proceso de desintermediación comunicativa”. Esto permitirá se ponga fin a los monopolios evitando que se tergiverse la información. Porque, según la autora, “en la comunicación se afirman y construyen las relaciones de poder especialmente en los medios de comunicación masivos”.

Esta es una antigua y ambigua discusión, pues  por un lado se reconoce el salto técnico y el aporte de los medios masivos (la lucha por la libertad, consecutivamente en dos siglos ha sido acompañada por los medios masivos), de otro se imagina que el poder mediático es el que  somete al poder político (expresión cabal de lo que se argumenta en América Latina para arrasar con la libertad de expresión por parte de los regímenes autoritarios).

Nada más complejo y al mismo tiempo más ilusorio que creer que los medios tienen más poder del que tienen, bastaría revisar lo ocurrido con el triunfo de Susana Villarán a la Alcaldía de Lima y con Ollanta Humala que pese a la descomunal tormenta mediática en su contra, ganó la Presidencia de la República.

La propia María del Pilar, libertaria consecuente, inicia su obra de notable registro para entender y valorar la revolución de Internet, con la cita  de dos ideas fuerza de Manuel Castells: “el poder se construye en las mentes de las personas” y esas mentes funcionan no por teoría sino por necesidades, ansiedades y búsquedas. La libertad es obra de muchas más complejidades sociales y humanas que pesan más que la sola comunicación. Lo cual no impide – y es la segunda idea- que se acepte que “si no conocemos las formas de poder en la sociedad red, no podremos neutralizar el ejercicio injusto de dicho poder y si no sabemos exactamente quienes tienen el poder y dónde encontrarlos, no podremos desafiar su oculta pero decisiva dominación”.

Obra en síntesis oportuna, versátil, que trasluce el entusiasmo con el que María del Pilar Tello ha tomado la ruta de la revolución cibernética y con ello la de la globalización, que comporta igualmente, como lo quería Thomas Friedman, el mayor salto de la civilización humana en pos de una nueva era. Para este gran periodista en la historia sólo ha habido tres grandes eras de globalización. La primera abarcó desde 1492 (es decir, desde el descubrimiento de América y el comercio entre el nuevo y viejo mundo) hasta 1800.” “Que hizo encoger la tierra desde la tallas grande hasta la talla mediana”. La segunda era se prolongó del 1800 hasta el 2000 y es la que encoge la tierra de una dimensión media a otra pequeña. La tercera era apenas ha comenzado hace once años y está marcada por la globalización, obra de la digitalización, que ha empezado a aplanar la tierra haciendo que el mundo sea más pequeño e intercomunicado.

¿Eso  hace que las sociedades sean mejores, que la condición  humana sea mejor, que la libertad y la democracia hegemonicen las relaciones sociales e internacionales?

Responder a todo ello es mucho pedir. Pero vaya que María del Pilar ha puesto a prueba todas sus innegables capacidades y, como todo empezar, ha comenzado a preguntarse e intentar respuestas.

Lima, junio 2011
Raúl Vargas Vega