miércoles, 13 de julio de 2011

REGULACION O AUTORREGULACIÓN


¿SON LOS MEDIOS INTOCABLES?
 
Durante más de dos años, especialmente después del estallido de la crisis financiera global en octubre del 2008, el mundo viene discutiendo la necesidad de la regulación en las distintas actividades económicas. La libertad dentro del capitalismo debe ser regulada para que quienes toman las decisiones esenciales no incurran en libertinaje. Demasiadas veces el exceso de ambición propicia que las trasgresiones a las leyes no establecidas se produzcan. Por eso de un Estado que los neoliberales deseaban mínimo y sin intervención han pasado a otro que ellos mismos han solicitado. Un Estado cuya intervención ha sido necesaria para los rescates bancarios y una regulación explícita para no caer en excesos de riesgo que luego pagamos todos los contribuyentes. Lo ha dejado bien establecido el Premio Nobel Joseph Stiglitz: en estos momentos globalizados la regulación es una necesidad.

Y los medios de comunicación, que son a la vez empresas y servicios de información, también requieren de regulación, de normas que impidan excesos de avasallamiento y de abuso de poder. Porque nadie duda que el poder mediático es un gran poder que compite con el político, cuando ambos no se identifican, como sucede en no pocos países de nuestro convulso continente.

Pero los medios protestan corporativamente cada vez que se habla de regulación alegando riesgo a la libertad de expresión y de prensa. ¿Es que son empresas intocables?. No lo son. Y si no desean la regulación que viene del Estado que asuman la necesidad de autorregulación sobre la base de Códigos éticos que ellos mismos deben proveerse y velar por su real aplicación.

Por eso es importante el reciente proyecto de ley remitido por la Corte Suprema de Justicia al Congreso, mediante el cual se incrementan las penas por interceptación, interferencia y  difusión de comunicaciones privadas. Es importante debatir el castigo para los ejecutores de esos actos como para los difusores de sus contenidos porque terminan lesionando vidas y honras, destruyendo personas y personajes con absoluta impunidad.
 
Conocemos que esta argumentación disgusta notablemente a los medios y a sus dueños. Pero no a los periodistas que tienen un sentido ético de su profesión y del poder que ella otorga. La iniciativa de César San Martin nos permite intercambiar opiniones, las que gustan y las que disgustan, para tocar un tema que se evade sistemáticamente entre propietarios y periodistas.

Justamente porque no deben existir zonas de privilegio y porque todo daño debe ser sancionado es que el debate debe realizarse. Los periodistas somos capaces de ingresar a la intimidad de cualquiera de los ciudadanos comunes pero no lo somos de ver realistamente prácticas que se han generalizado y son lesivas a las libertades, garantías y derechos fundamentales de las personas, una de las cuales es el derecho a la dignidad y al buen nombre. ¿Cuántas veces los hemos visto atropellados en nombre del “derecho a la información” o de la “libertad de prensa”?.

Lo que no se dice es que los medios incurren en sensacionalismo sistemático, que pueden hacer trizas la vida privada y generar una saga que es la que le gusta a la gente. En el altar del rating y la lectoría pueden ofrendarse todo tipo de dignidades. Vidas completas pueden destruirse por la cuota de morbo y chismografía que se ha hecho común hasta en los medios más serios. La versión actualizada del circo romano.

No debemos cerrar las puertas a este debate. Ninguna buena fe autoriza el vacío de sanciones para quienes abusan del poder mediático. En un mundo de autonomía periodística total y sin restricciones surgen cotidianas transgresiones del orden jurídico y social y los medios no pueden ser siempre inimputables por sus excesos amparándose en la libertad de prensa. Libertad que  defendemos pero desde los principios y valores no desde la impunidad exigida.
 
El proyecto del Poder Judicial responde a un ambiente mundial de cuestionamiento y propuesta de colocar límites a la prensa roja, amarilla y sensacionalista. En Gran Bretaña se debate con indignación las escuchas ilegales de las que se alimentó mucho tiempo ese gran imperio mediático construido por Rupert Murdoch del cual forma parte “News of de World”, la edición dominical del famoso “The Sun”. Se rechazan las escuchas ilegales practicadas sistemáticamente a las élites del poder social, económico y político. Mientras los medios argumentan el derecho a la información y defienden sus propios privilegios a estar fuera del alcance de la Ley porque en este campo, dicen, la mejor ley es la que no existe.

¿Tanto necesitamos saber de la vida íntima de los personajes que reiterativamente aparecen en sus páginas?. ¿Qué necesidad esencial es esa? ¿Porqué conocer los detalles de la enfermedad del hijo de Gordon Brown, o de la niña secuestrada que murió mientras ese medio difundía los chismes robados por interceptación telefónica?. Integramos una sociedad de mirones, de cuervos, que necesitan ser alimentados de esta información basura?.
    
Hoy se está dando un debate internacional en torno a estas prácticas repudiables a las que se agrega el llamado periodismo de chequera, pagar por la información. “News of de World” ha cerrado después de más de un siglo de existencia y es una justa sanción impecable dentro de la ética.

En nuestro país los grandes medios están todavía impactados por la derrota sufrida en las elecciones cuando se alinearon sin escrúpulos moralistas con la candidata del fujimorismo. Una encuesta de la PUCP señala que su credibilidad está en 48%. Deberían entonces hacer un esfuerzo para combatir la mala praxis del chuponeo telefónico.

Recordamos la forma como trataron de destruir a Lourdes Flores en la elecciones municipales pasadas, sin respetar toda una vida que ella dedicó a prepararse en política y realidad nacional. Todos los medios difundieron sin pudor los llamados “potoaudios”. Que risa destruir el prestigio de una persona de esa manera. Jaime Bayly estuvo feliz de hacerlo en su programa televisivo dominical y los medios de repercutir los extractos de una conversación privada entre la lideresa pepecista con Xavier Barrón, en setiembre del 2010.
 
¿Este tipo de abuso debe ser tolerado y quedar impune? ¿Era  de “interés público” esa conversación privada? ¿Cuántos de nosotros podríamos pasar ese filtro cuando conversamos con justa indignación con amigos cercanos pensando que nadie, aparte de nuestro interlocutor, nos escucha?. A nombre de la libertad de prensa los medios nos están poniendo un grillete en la yugular pues estamos amenazados de que en cualquier momento difundan cualquier conversación grabada ilícitamente.
 
La respuesta de quien respeta los derechos ajenos tiene que ser no a este tipo de abusos. Nadie tiene el derecho de hacer lo que hicieron con Lourdes Flores y pueden hacer con cualquiera de nosotros. Estoy en la lista de los interferidos por BTR, debería cuidarme de lo que digo por teléfono o escribo por correo electrónico pero no lo hago. ¿Quiénes son entonces los que guillotinan la libertad?. ¿No lo son quienes están prestos a  difundir lo que nunca se debió grabar?

Cuando predominan los intereses subalternos económicos y políticos es posible exhibir a Lourdes Flores o a cualquier  personaje político o social en su peor momento porque es lo que le gusta a la gente o peor aún si forma parte de un montaje electoral pagado con beneficio político con nombre propio.

Bienvenido entonces el proyecto del doctor San Martín. Valiente en un país de tan fuerte poder mediático. Alguien tenía que poner la primera piedra en este debate. Si no quieren regulación que se autorregulen. Ninguna impunidad para los chuponeadores, los medios y sus periodistas que no dudan en transgredir valores y principios. Sabemos que no les gusta pero este debate es saludable para el país y su democracia. Que así lo asuman!