martes, 13 de febrero de 2018


NO A LA VACANCIA 
SI A LA RENUNCIA

Mi columna HOJA DE TIEMPO en diario Correo el 11 02 18

La deslegitimación de PPK es más acelerada que nunca, no por los pedidos de vacancia que calientan el congreso, tampoco por las ya inminentes declaraciones de Barata, son los recientes documentos que muestran que el socio de PPK Gerardo Sepúlveda no existía antes del 2006. Lo curioso es que cuánto más imagina el Presidente que puede quedarse más revelaciones lo ponen fuera de carrera.

PPK vive en una burbuja y su primera ministra en otra. En una coyuntura tristemente dominada por la inseguridad y los casos penales de violación infantil, entre lágrimas y marchas, nada hará olvidar que nuestro presidente ya no puede gobernar dada la parálisis y la ruptura de la cadena de pagos que ellos mismos pretenden superar con la sustitución del DU 003 que Fuerza Popular acaba de rechazar.

Si queremos proteger al país deberíamos estar hablando de la renuncia más que de la  traumática vacancia. Porque reconstruir confianza y legitimidad solo se logrará dando la posta al primer vicepresidente Martín Vizcarra. No se trata de desestabilizar al país sino de estabilizarlo cuando estamos a tiempo. Las calles son elocuentes respecto de la permanencia de PPK a quien hace tiempo ven en la cuerda floja por su falta de transparencia y su participación en el Lava Jato peruano.


Vizcarra debe estar listo al llamado sin temor a la oposición del keikismo que deberá lidiar con sus propios problemas a comenzar por la división que Alberto y Kenji le han infligido a su bancada. Lo más probable es que la vacancia no prospere, pueden tener los votos pero el escenario está incompleto, no están todos los cargos tampoco todas las pruebas. No es ideológico pero puede ser político en el peor sentido. Banalizar el juego sin pensar que en el camino quedan las inversiones y la economía se detiene. ¿Alguien está pensando en el Perú?


LA BATALLA POR LA VERDAD

En Político.pe el 11 02 18

Los papeles del Pentágono, filtrados por el periodista Dan Ellsberg -también ligado a las denuncias de Edward Snowden- demostraron que la administración del presidente Lyndon B. Johnson mintió sobre la guerra de Vietnam. Tras la decisión del Washington Post de publicarlos se esconde una gran batalla por la verdad que el director Ben Bradlee y la propietaria Kay Graham, libraron contra las amenazas del gobierno y del Poder Judicial de llevarlos a la cárcel acusados de traición a la patria y de dañar al sucesor de Johnson, Richard Nixon.

Un gran momento que Steven Spielberg recoge en The Post, título del film que hace referencia al prestigioso diario estadounidense, un notable largometraje inspirado en hechos reales e históricos para el periodismo de raza, pleno de mensajes, de ética y del buen periodismo orientado por la misión de servir a los gobernantes no a los gobiernos

Spielberg plantea la brecha que se da entre los hechos y el relato, enfrenta la propaganda del poder que trata de ocultar la verdad de lo sucedido. Realidad frente a mentira, información contra fake news, un homenaje, en última instancia a la necesidad de una prensa libre y de calidad.

Destaca la figura de Katharine Graham, propietaria, presidenta y editora del The Washington Post entre 1967 y 1991, miembro de la aristocracia cultural y política americana, que en 1971 tomó las riendas del diario y supo hacer frente con su director Ben Bradlee a la maquinaria de la administración Nixon, el presidente que fuera derrotado por otra batalla periodística, la de Watergate, a raíz de un robo de documentos en la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata de Estados Unidos, y el posterior intento de encubrimiento oficial.

En este año en que el debate público en Estados Unidos está centrado en la contaminación informativa y en las noticias falsas y que en el Perú la prensa enfrenta la misión de decir la verdad sobre la corrupción que alcanza al Presidente de la República en ejercicio, este film de Spielberg toma las lecciones del pasado y las torna tiempo presente. En esos momentos el liderazgo de Graham y el de Bradlee marcaron un hito en el periodismo estadounidense y mundial en su relación con los círculos del poder político. 

Que entienda el que quiera entender, que vea el que quiera ver. Spielberg entrega una obra maestra mediante una narración rigurosa y accesible con una magistral introducción desde la selva de Vietnam hasta llegar a Washington, sede del poder político y mediático.


Con actores extraordinarios Spielberg le da a la cotidianidad de las redacciones una misión heroica y solemne contra el fenómeno de la post-verdad  para enfrentar a gobiernos que como el de PPK quieren cobijarse en las noticias falsas o en el silencio o la complacencia de la prensa subsidiada. El mensaje es que la prensa solo se justifica cuando asume un rol fiscalizador de los poderes dentro del ejercicio democrático. Y se aferra a la verdad. Aplausos.