jueves, 22 de octubre de 2015


EL VIAJE AL CENTRO


Publicado en Político. pe el 17 de octubre del 2015
 
Se dice que el centro político e ideológico es la mejor ubicación para obtener los votos de quienes evitan los desprestigiados extremos de la derecha o de la izquierda. Se cree que es una panacea política y de ahí las apuestas y recomendaciones de girar en el espectro. Estos giros son, sin embargo, impugnados por quienes prefieren las posiciones definidas y pueden generar retrocesos como podría suceder con Keiko Fujimori después de su alocución en Harvard. Pocos ven su nuevo centro izquierdismo beneficioso y muchos anuncian disminución de su capital político. Otros como PPK se han reconocido insólitamente cercanos a la izquierda. Y un Alan García cuestionado como derechista busca recuperar raíces social demócratas. En esta idea César Acuña, el de la raza diferente, buscará acercarse al pueblo que lo financia desde sus abigarradas universidades populares.
A despecho de los teóricos el espacio del centro es clave para la alternancia en el poder en los países bipartidistas. En nuestro caso la fragmentación hace que sean muchos, demasiados, los que emprenden el viaje al centro que podría llegar a estar superpoblado para desconcierto de los electores que desconfían de las promesas recién instaladas.

El centro lejos de no existir sería un signo de madurez democrática, de evolución y de apertura, de acercamiento a todas las tendencias. Este enfoque de realpolitik puede ser exitoso o no según las sociedades se sientan más prósperas y una verdadera clase media surja protagónica. Desde Francia, cuna de la segunda vuelta, viene la receta de que en primera vuelta se refuerzan los votantes naturales de cada formación política con mensajes específicos y propios, mientras que en la segunda proliferan los mensajes y programas moderados. Vale decir que cada etapa exige una estrategia, en la primera pueden mantener la piel y en la segunda cambiarla para captar los votantes que frente a la polarización deberán desempolvar su confianza y apostar por el mal menor. Veremos cómo funciona por nuestros lares.

 
EL PRECIO DE LA HONESTIDAD

 
Publicado en Correo el 17 de octubre del 2015
 
La sesión del Congreso dedicada a la interpelación del Ministro de Justicia Gustavo Adrianzen estuvo llena de reconocimiento para la procuradora del Estado contra el Lavado de Activos, doctora Julia Príncipe Trujillo. No podía ser menos para quién en los años que lleva al frente de una institución de misión tan delicada ha sabido demostrar temple, honestidad y fuerza moral, con un espíritu de altísima calidad que tanta falta hace en nuestros políticos y funcionarios.

La doctora Príncipe ha batallado solitaria y sin mucho ruido con centenares de investigaciones, muchas de ellas asociadas con intereses económicos y políticos detrás de los cuales está gente muy poderosa tejiendo redes de influencias, presiones y dineros que corren. Lo sabemos bien quienes hemos tenido función pública, la exigencia de condescendencia o complacencia, de mirar a otro lado mientras pretenden hacer de la función el botín de turno. Y muy pocos perdonan la colisión personal con la ley, cuando hay poder se exigen privilegios e impunidad como lo estamos viendo en estos días. El botín del Estado da para muchas manos y pocos entienden a la gente que escapa a la tentación de robar o esquilmar capitales que son sociales y que vienen de la contribución ciudadana. Menos aún que se practique la defensa de los intereses del Estado a costa de su propio bienestar personal y el de su familia. De esa madera está hecha  Julia Príncipe con un coraje y una dignidad tranquila que se ha revelado a prueba de presiones y de balas. Por eso pudo batallar contra la red Orellana y contra otros temas por los cuales no ha  sido felicitada como debió ser sino que se le han abierto más de  treinta denuncias a las que se agrega la reciente e inexplicable investigación de la que informó el Ministro de Justicia. Increíble que ni el mismo Estado sepa valorar la honestidad y que le ponga altísimo precio en indefensión y desprotección. Porque todos sabemos cuan difícil es atacar delincuentes muchos de ellos de cuello y corbata que pululan en la administración sea para delinquir sea para respaldar a privados que delinquen.

A Principe Trujillo la pueden elogiar pero nadie la defiende de las consecuencias de su honestidad, ni a ella ni a su familia en la mira de los delincuentes que han recibido su rigor. Sus hijas están expuestas y ella amenazada en lo que más ama. No solo ha sido objeto de múltiples campañas de difamación en los pasquines y programas televisivos ligados a Orellana y a otros poderosos tocados por su invariable decencia, que en el extremo de la venganza hasta han mandado sicarios a su domicilio. Tantos años de desgaste deben haberla afectado pero no al punto de dejar de cumplir su misión. No al punto de permitir que la silencie el poder de turno.