VIZCARRA
CUADRÓ AL CONGRESO
El presidente Martín Vizcarra llegó al
Congreso con un imperativo, rescatar al Poder Ejecutivo de las garras de la desconfianza
y de la crisis de credibilidad que atenazan a los tres poderes del Estado.
El presidente se presentó ante una nueva
directiva fujimorista con una carta mayor, la propuesta de reforma del sistema
de justicia con base en lo planteado por la Comisión Wagner. Pero fue más allá,
le agregó su voluntad expresada en tono alto de conectar con la gente. Procesó
bien su personal orfandad por ausencia de partido y de bancada propios y decidió
ofrecer a las calles una participación social indispensable para que la
protesta no se lleve fuera del sistema democrático con extremos de violencia que
pueden ser alcanzados.
Vizcarra leyó bien la necesidad de la
sociedad de participar en decisiones trascendentes y llevó al Congreso temas
tan importantes como la reelección de los parlamentarios o el financiamiento
privado de las campañas electorales punto que es la madre del cordero pues de
él surge la corrupción que hemos visto, por ejemplo, en Lava Jato. Además controvertido
para los medios de comunicación que encuentran su recuperación financiera gracias
a las campañas electorales cada cinco años.
Las objeciones técnicas menudean. Que Vizcarra
no podía tener la iniciativa de un referéndum, que su discurso y su oferta
política son populistas, etc. etc. Puede ser pero el debate posterior va más
allá de lo que digan los analistas. La estrategia presidencial es exitosa. El
referéndum es una buena puerta para participar en temas que nos motivan,
preocupan o angustian. Ha generado expectativas, concentrado la atención y capturado
la imaginación de la mayoría de
los peruanos.
Excelente
lectura de un escenario con partidos políticos irrelevantes y una participación
popular reducida a la protesta en las calles. Cuando toda la institucionalidad
política está bajo sospecha la democracia nacional puede ver cerrados sus
canales de expresión y de canalización de las demandas.
Todo esto
en una etapa donde no se ve suficiente racionalidad. Cuando las emociones nos
llevan al rechazo total ante el vacío de propuestas. De los audios a los
rumores llegamos a la anarquía y no al rescate de las instituciones y de su
credibilidad.
Vizcarra ha cuadrado inteligentemente al Congreso, le
ha puesto una agenda que no tenía interés en priorizar. Lo obliga con la
presión colectiva. Y si sus temas son rechazados la ciudadanía estará aún más indignada
con los partidos presentes en el Congreso.
Podemos
discutir mucho sobre las propuestas presidenciales y sobre la viabilidad del referéndum pero la
gente se siente conectada con lo importante y lo agradece como se vio con el
baño de popularidad de Vizcarra en el
desfile militar. El presidente rompió esquemas, se desmarcó del
fujimorismo y de todas las bancadas y recuperó un liderazgo fundamental que
ojalá pronto obtenga frutos.