¿DÓNDE ESTÁ
LA BRÚJULA?
En diario Exitosa el 03 de Marzo 2019
Martin Vizcarra parece perder la brújula en un momento
en que los huaicos físicos y políticos arrecian. Vizcarra escucha a quienes
quiere escuchar pero no a las calles que lo encumbraron y hasta ahora han sido su
única base de poder. La insuficiente reconstrucción del norte, el avance de la
inseguridad ciudadana, la economía estancada con bajo crecimiento, la salud con
la gravedad de la anemia que crece, son problemas que claman acciones concretas.
El país puede sentirse desprotegido con un gobierno débil o peor aún ineficiente.
La
judicialización de la política avanza aunque de alguna manera afectado por el
liderazgo ético anticorrupción personificado en un Martín Vizcarra que pierde
puntos por denuncias, desconfianza u omisiones. Con una contraparte mediática que convierte la información en
espectáculo y minimiza, dramatiza o banaliza noticias con titulares a veces engañosos.
Vivimos tiempos de posverdad en el que necesitamos mucha verdad para entender
el país actual y lo que puede venir.
Podemos traer al análisis el concepto que la
politóloga española Eliane Brum ha llamado “autoverdad”,
entendida como la valorización de una verdad por ser personal y autoproclamada,
una verdad del individuo, divulgada y extendida por la facilidad que da la internet
para “decirlo todo”.
El valor de esta verdad está en quien lo dice no en su vínculación con la
realidad. Lo que digo vale porque lo digo yo, no porque necesariamente sea verdad. Un
concepto que se aplica como anillo al dedo a los discursos de Martín Vizcarra próximo
a cumplir su primer año de gobierno.
Martin Vizcarra ha navegado aguas políticas, en principio difíciles, convenciendo
con sus discursos y sus buenas frases aunque éstas no siempre se relacionan con
la realidad. Se autoproclamó líder anticorrupción pero los cuestionamientos que
lo afectan han generado dudas y desconfianza expresadas en los puntos que va perdiendo
en las encuestas y en las calles. Y esta baja es ya peligrosa tendencia cuando
la corrupción no solo no ha desaparecido, es un problema fundamental en el
Perú. Y cuando el desembalse de confesiones desde Brasil afecta a lo más
importante de la clase política. Se le cuestiona por sus vínculos con el club
de la construcción, en especial con Odebrecht y por incumplimientos u omisiones
de gobierno.
Vizcarra está en un terreno movedizo aunque a tiempo de revertir la
tendencia que refleja un estado de ánimo de cuestionamiento. Se le exigen
respuestas que devuelvan la confianza popular y social y acciones
gubernamentales eficaces. A lo que se agrega la autoverdad a la que ya no podrá
recurrir si su figura se desvaloriza. Quienes le atribuían sinceridad y
honestidad provincianas dudan. Y su viaje a España y Portugal en plena
emergencia nacional anota falta de sensibilidad ante el drama social que lo ha
obligado a retornar antes de lo previsto.
Está en cuestión su liderazgo político ligado a la ética. A lo que se
agrega la indefinición de prioridades. No basta con su influencia personal y su
repercusión mediática. Necesitamos señales para dar confianza lo cual pasa por
convocar a gente que conoce de crisis. Seguiremos.
Unas líneas para expresar profundas condolencias para el país, la familia y
los amigos de ese gran señor del derecho y de la decencia que fue don Carlos
Vela Martillo. Su partida deja un gran vacío mucho más sentido en este tiempo
de lamentable crisis de valores. El Perú requiere más peruanos de su calidad.
Honor al honor.