Nos habíamos peleado tanto
Las próximas elecciones generales serán en abril del 2016, pero ya estamos en una feria de imprecaciones mientras el debate de fondo está ausente. El cogobierno de Ollanta Humala y Nadine Heredia fiel a su esencia sigue usando el conflicto como política, la división como respuesta, el agravio como naturaleza y la imposición como estrategia. Deja de lado la necesidad de convencer, persuadir, argumentar y dialogar. No le preocupan las urgencias de la evolución de la economía, la crisis financiera del mundo, las amenazas de El Niño, el flagelo de la violencia ubicua.
El primer cónyuge de la nación vive para defender a su pareja, para anunciar su presencia salvadora en cada caserío adonde llega, pero no da las señales que pueden “infundir confianza” ni en la ciudadanía ni en el empresariado.
La pelea y el conflicto como práctica y doctrina se ha enseñoreado y el gobierno está a la cabeza, lidera la pugna y el enfrentamiento. Cuando deberíamos tener acuerdos y pactos para enfrentar los graves problemas actuales y los que vienen, seguimos con la sangre en el ojo y la inquina en el hígado.
Necesitamos pactar la estabilidad política y económica, la lucha contra la criminalidad organizada y el narcotráfico, la prevención financiera más un largo etcétera. Y necesitamos conducción para eso. Si no se da podríamos necesitar un adelanto de elecciones para cambiar el escenario por uno más tranquilo y más responsable. Esa es la agenda inmediata del país