lunes, 24 de septiembre de 2018


MÁS DESCONFIANZA 

QUE CONFIANZA


Mi columna HOJA DE TIEMPO  en diario Correo el 22 de septiembre 2018

El Congreso le dio el voto de confianza al gabinete en respaldó a las políticas del Gobierno de fortalecimiento institucional y lucha contra la corrupción. La presión había sido fuerte. Vizcarra enfrentó el obstruccionismo fujimorismo con la amenaza del posible cierre del Parlamento. Y ganó. Aprobaron la confianza aunque en el largo debate se vio de todo, desde la rabia hasta el miedo pero sobre todo las ganas de vengarse por la jugada gobiernista. El Premier le sacó lustre a la pechada y no fue para nada conciliador, o todo o nada, la confianza debía venir ligada a la aprobación de las 4 propuestas y al referéndum.

El fujimorismo reveló su doble juego tanto al interior del Parlamento como fuera de él. Hubo quienes votaron a favor de la confianza y quienes se abstuvieron pero todos aceptaron la agenda impuesta. Keiko Fujimori desde Arequipa hizo lo contrario atacó a Vizcarra de ocioso y manipulador, fustigó la cuestión de confianza como cortina de humo e intento golpista, en las antípodas de su bancada, aún de los más resistentes que solo se abstuvieron.

¿Qué se traen los fujimoristas? ¿Aceptarán el éxito de la jugada de Vizcarra? ¿O le darán el vuelto de manera oscura y desleal como muchos temen? Nada les sujeta a aprobar la reforma política y judicial en octubre para llevarla a un referendo el 9 de diciembre. Solo aprobaron un texto genérico para quitarse de encima la espada de Damocles pero no hay ninguna obligación. Nada más que una confianza que ahora genera desconfianza.

“Aquí no hay vencedores ni vencidos. Hoy solo ha ganado el Perú”, dijo Vizcarra en Twitter. Ojalá fuera así. No lo sabemos pues la confrontación que Keiko rechaza en el discurso la alienta, como hemos visto y escuchado, con la consigna y con la rabia. La telenovela continuará. Lamentablemente no piensan en el país como tanto pregonan.




CUMPLIR 
CON LA CONFIANZA

En Político.pe el 22 de septiembre 2018

La colisión entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo no tiene cuando acabar. Va escalando y trayendo problemas de imagen, de credibilidad y por supuesto de gobernabilidad.
Martín Vizcarra formalizó el pedido de confianza. César Villanueva llegó y tensó aún más el ambiente exigiendo todo o nada. El debate fue largo y convulso. El Ejecutivo ganó, consiguió la confianza y ahora espera que el Congreso la interprete ligada al compromiso de aprobar los proyectos para la reforma a fin de someterlos a referéndum dentro del plazo que el mismo Congreso ha puesto.
Pero nada lo asegura, el texto aprobado es genérico y sin precisiones y no habla de obligaciones. La confianza concedida al gabinete Villanueva lo único que garantiza es que no proceda la disolución del Legislativo.
Luego de casi doce horas de intervenciones parlamentarias con actitudes para nada pacíficas el fujimorismo optó por otorgar la solicitada confianza sin mucha alegría e incluso presentando una división al interior naranja porque unos aprobaron y otros se abstuvieron.
Vizcarra dice que todos somos ganadores. Pero su frase no convence a quienes se han sentido avasallados por la movida del presidente. El fujimorismo no se conforma y se arriesga al doble discurso. Keiko no dudó en colocarse en las antípodas de su bancada, la cual procesó a la defensiva el pedido de confianza. La lideresa lo calificó de cortina de humo golpista. Una actitud que conseguirá menos adhesión y más indignación entre la masa que se desgañita pidiendo el cierre del Congreso.
Más allá de lo que pidan las calles es indispensable recuperar la confianza, que no haya más acciones bajo la mesa que configuren manifestaciones de la política descalificada por audios, discursos poco o nada coherentes, deshonestidad y ausencia de integridad. La gente está hastiada de este tipo de políticos y la prueba la tenemos contundente en la contienda municipal y regional que a pocos días de llegar al Día D no despega. La gente no se interesa ni por candidatos ni por propuestas. Lo vemos.
Queremos políticos que más allá del discurso muestren que piensan en el Perú más que en los privilegios, el poder, el negocio y el dinero. Algo que parece una utopía.
Que alguien espere el vuelto del fujimorismo o que éste se desligue de la obligación moral que ha asumido de concluir con las propuestas para la reforma política y judicial, sería suicida en este momento. Tal vez el Congreso haya conjurado el peligro de la disolución pero no se engañen, el peligro mayor es el de la deslegitimación absoluta del Congreso, peligro cada vez mayor desde la perspectiva del ciudadano común.