¿ALGUIEN DIJO DIGNIDAD?
Mi columna HOJA DE TIEMPO en el diario Correo el 22 04 16
Las manifestaciones masivas del cinco de abril en
las ciudades más importantes de nuestro país, contra el fujimorismo, es un
signo claro de los valores que unen a los peruanos y una esperanza para preservar
la moral colectiva. Profundizar en ellos sirve para reforzar la identidad nacional
en momentos de tomar una decisión electoral.
El respeto a la dignidad humana es
un fundamento de la Constitución, de ella derivan los demás valores y es la
raíz de nuestra ética pública. Es un principio de principios, valor de valores.
La ética pública y la ética privada vienen del respeto a esa dignidad eje de la
convivencia en toda sociedad liberal democrática y social. Lo contrario es la hegemonía
de la fuerza, la sustitución de los principios por los intereses y el todo vale
como motor de la vida política.
El gobierno de Alberto Fujimori significó todo
eso y más en sus diez años de poder, la liquidación del enemigo que llegó hasta
el asesinato, el avasallamiento permanente de la disidencia, la intolerancia
agresiva y violenta a través de los diarios chicha, la imposición de intereses
subalternos para corromper, robar y controlar, el descarte de la honestidad y
la decencia cuando se compraron y vendieron congresistas y medios de
comunicación, la manipulación dolosa de las instituciones y la destitución de funcionarios
y magistrados que optaron por la ley y el derecho.
Todo eso entre muchos otros
signos de desvalorización de la política y del mal uso del poder concentrado junto
al clientelismo autoritario usando la imagen del benefactor que genera
lealtades y agradecimientos.
Esa es la trocha seguida por su hija que recoge
los frutos de ese fujimorismo que mal pretende renovado. No hay tal. Los
méritos que se le atribuyen como la pacificación del país y la superación de la
hiperinflación no son intercambiables con los deméritos. No se sustituyen los
principios por los intereses.
El ser humano y sus derechos son el paradigma universal
y si el Perú optara por Keiko Fujimori exportaríamos la imagen de relativismo
moral y de descarte de los valores. Los peruanos podemos escoger libremente nuestros
caminos pero no podemos olvidar la dignidad como punto de partida y de llegada de
una sociedad que se quiere democrática. No vale abstenerse.