lunes, 12 de agosto de 2019


¿ENTRE LA CRISIS PRESENTE 
Y LA FUTURA?

En diario Exitosa el domingo 11 de Agosto 2019
La incertidumbre y la inseguridad se han adueñado del escenario lo que no es bueno para la política y menos aún para la economía. ¿El Congreso aprobará el adelanto de elecciones? Ya pasaron dos semanas del anuncio presidencial y las encuestas afirman un apoyo del 75% para la propuesta de Martín Vizcarra.
No será nada fácil. Con los días se ven las dificultades. Ambos poderes se mantienen firmes uno en la propuesta y otro en el rechazo con intransigencia con la que todos perdemos. Los escenarios posibles son negativos. Nada garantiza que un nuevo Congreso y un nuevo Ejecutivo serán mejores que los que actualmente tenemos. El adelanto de elecciones no hará desaparecer automáticamente los problemas vistos durante el post fujimorismo y es una solución extrema que en sí misma es un mal ejemplo.

El Ejecutivo está en falta por desgobierno y mal manejo de la economía y de la violencia urbana, entre otros aspectos. El Congreso no puede estar peor. Ambos tienen espacio para mejorar sin patear el tablero ni dar a la población respuestas que lo obliguen a escoger entre la crisis presente y la futura.

Más que irse todos -a sabiendas que podrían dejar la posta a peores representantes y gobernantes- los políticos están obligados a ofrecer resultados vía un acuerdo mínimo de colaboración. El hartazgo ciudadano no puede ser usado para colocar al país en un disparadero.

Frente a la incertidumbre se levantan voces sensatas como la de Luis Iberico que ve un abanico de posibilidades frente al recorte del período congresal y presidencial al 2020 y afirma que el adelanto de elecciones exige un diálogo con mayor fuerza entre el Legislativo y el Gobierno para un acuerdo de agenda mínima. Jaime de Althaus por su parte ve el adelanto de elecciones como una arbitrariedad que no debe pasar. Cree que el presidente debió reconocer los avances en la reforma política y no destruir la posibilidad de concertar una agenda de reformas desairando la rama de olivo que le extendió el presidente del Congreso.
Para el economista Roberto Abusada el adelanto de elecciones representa la cumbre del severo perjuicio que inflinge la clase política peruana a la nación. Que se vayan todos implica la desaceleración del crecimiento y graves problemas que ahondarán la parálisis con daños fácilmente computables que persistirán al 2020.

El adelanto de elecciones no es una solución a la crisis. Tampoco lo es aceptar la posición de algunos congresistas que se oponen para quedarse con sus privilegios en especial su inmunidad ante investigaciones en curso.
Es momento del equilibrio y de la reflexión desde el interés colectivo. No sería saludable el precedente de solucionar toda colisión de poderes con la reforma de la Constitución o acabar con el otro poder haciendo que se vayan todos.
Ante el agotamiento de las promesas y del debate por pérdida de confianza y de credibilidad un hartazgo peligroso descarta todo análisis y reflexión en torno a propuestas inteligentes, viables, concertables, inclusivas, que nos devuelvan el sentido de lo común. Podemos estar dando paso al aventurerismo, a los sectarismos, revanchas y verdades únicas de las cuales está sembrado el autoritarismo.
Estamos cerrando dos décadas de post fujimorismo pero nadie quiere volver al pasado del 1990 al 2000. Tampoco queremos un Ejecutivo incapaz que tira la toalla ni un Congreso en debacle de representación. Menos aún el precedente del facilismo de la reforma constitucional.
Es necesario un acuerdo para una agenda de leyes y reformas que responda lo que la gente exige en seguridad, economía y salud por mencionar las más evidentes. Ello permitiría acallar la grita de la calles, sin patear el tablero ni adelantarnos a una situación que no asegura nada. Necesitamos un acuerdo mínimo entre ambos poderes para atender las urgencias. Que los mandatos culminen de acuerdo a lo decidido en las urnas. Que el Presidente opte por un gabinete de ancha base, multipartidario que le preste sostenibilidad y gobernabilidad. No sigamos remando en una tormenta de incertidumbre e impredictibilidad.  


POR UN ACUERDO MINIMO
En Correo el 9 de Agosto 2019
Estamos en plena discusión del adelanto de elecciones propuesto por Martín Vizcarra ante el Congreso. Independientemente de la respuesta parlamentaria que podría llevarnos a un escenario de mayor crisis se va instalando la idea de que un precipitado recambio electoral tampoco asegura nada. Que no es deseable para nadie salvo para los oportunistas que piensan en sus propios planes y no en el país.
Bien que el presidente haya optado por no escuchar las voces irresponsables que le exigían el cierre ilegal del Legislativo. Todavía estamos en los límites de la democracia y de la Constitución a pesar de las amenazas permanentes entre posible vacancia presidencial y disoluciones congresales. Lo que hemos vivido ha sido una colisión de poderes que en lugar de ser solucionada con el diálogo se quiere saldar con medidas extremas e irreductibles.
La población clama por un buen gobierno y por la atención a sus problemas. La distorsión y la manipulación pueden hacer de la grita popular un elemento de destrucción furiosa pero no es lo que debemos alentar. Si pudiéramos responder con eficiencia a las demandas inmediatas otro sería el ánimo de la población. No es el adelanto incierto de elecciones la respuesta y menos la intransigencia. Por eso hay tanta insistencia en los sectores reflexivos en el diálogo y el acercamiento. Estamos rozando extremos que solo se superarán con una agenda común no conflictiva entre Ejecutivo y Parlamento.
Si ambos poderes están en rojo en sus tareas deben cambiar de actitud. El Ejecutivo está en falta por desgobierno y mal manejo de la economía y de la violencia urbana, entre otros aspectos. El Congreso no puede estar peor. Ambos tienen el espacio para mejorar sin patear el tablero ni dar a la población respuestas inadecuadas que lo obliguen a escoger entre la crisis presente y la futura. Podemos hacer algo mejor que eso.



¿TRANSICIÓN 
VEINTE AÑOS DESPUÉS?

En diario Exitosa el domingo 3 de Agosto 2019

El 28 de Julio el presidente Martín Vizcarra presentó ante el Congreso una iniciativa de adelanto de elecciones para que Ejecutivo y Legislativo sean renovados en el plazo de un año. Su propuesta responde a la prolongada colisión de poderes, improductiva y sistemática y está ligada a una reforma constitucional para acortar mandatos y adelantar elecciones.
Si el Congreso acepta procesarla se abriría un periodo de transición cuyo antecedente más cercano es del año 2000 cuando Alberto Fujimori, agobiado por las denuncias y evidencias de corrupción personal y de su asesor Vladimiro Montesinos, se vio forzado a recortar su mandato y convocar a un proceso electoral adelantado, inhibiéndose de participar. Todo se precipitó cuando desde el exterior envió su renuncia por fax y el presidente del Congreso Valentín Paniagua fue proclamado presidente constitucional.
Casi veinte años después entraríamos a un escenario similar. El Congreso tendría que aprobar la propuesta de reforma en dos legislaturas con 87 votos o por mayoría calificada para que el pueblo la decida en referéndum. No sabemos si lo hará o será una turbulencia más en el ambiente convulso que hemos vivido desde el 2016 hasta ahora.
Una transición puede ser muy importante y dejar una  huella más profunda que los nueves meses de su duración. Depende de quien la lidere para renovar la confianza de la gente que quiere creer y espera ser atendida en sus necesidades más urgentes. Y es un desafío para toda la clase política obligada a  encontrar recursos desde el consenso y el dialogo
La propuesta de Vizcarra ha traído incertidumbre y crisis de gobierno en momentos en que los políticos afrontan graves problemas derivados del huracán Lavajato al punto que parece difícil hablar de generosidad o de perspicacia para postergar intereses propios o de grupo para pensar en el Perú primero.
Vizcarra habla de una salida ordenada a la crisis “con un año de transición en vez de dos años de confrontación”. Correspondería a todos los sectores actuar con más calma y menos improvisación teniendo en cuenta que no siempre la algarada de las calles tiene la razón. Se requiere voluntad política y reflexión para atenderlas sin patear el tablero. No lo hicimos en el 2000 no debemos hacerlo ahora. La inestabilidad acecha a la economía y a la democracia.

Bien que el Premier Del Solar converse con todas las bancadas porque no es momento para imponer nada. El Ejecutivo ingresó en su etapa de Pato Rengo y el Congreso haría bien en decidir con su nueva directiva una agenda común de atención a problemas como la violencia urbana y la situación económica. Necesitamos más equilibrio y menos beligerancia y por supuesto menos improvisación. La política no es un juego y menos lo es definir el destino nacional.

Valentín Paniagua inició su Transición el 22 de noviembre de 2000 con una situación socioeconómica complicada que centraba la atención y las expectativas, exhausta por una prolongada recesión. Convocó al peruano más notable como Primer Ministro, Javier Pérez de Cuéllar quien ante el Congreso anunció como objetivos un proceso electoral limpio y transparente y asegurar la estabilidad económica y política para dejar a la nueva administración una economía saneada y con financiamiento suficiente para una gestión favorable. Era lo mínimo para recibir el apoyo de la opinión pública y nueve meses después, Paniagua cumplió con eficacia y honestidad remarcable.

Estos objetivos podrían ser calcados en estos días de turbulencia y crispaciones. Con tantas urgencias y deficiencias y con tan poco tiempo habría que rogar que la transición que se propone funcione como la del dos mil ejemplarmente dirigida por Valentín Paniagua Pero ¿quién sería el líder?. Teniendo en cuenta que la presencia de Martín Vizcarra está siendo cuestionada la respuesta es todavía esquiva. 




EL PERU PRIMERO
En Correo el 2 de agosto 2019                                                                
Es un excelente eslogan y lo enarboló el presidente Vizcarra ante el Congreso en su mensaje patrio con su propuesta de adelanto de elecciones generales. Lo difícil es que se aplique. Es evidente que el país tiene tantas necesidades que reclama la mayor atención de la clase política obligada a dejar sus agendas e intereses propios movidos por el escándalo Lavajato.

El desconcierto y la desconfianza son una realidad. La preocupación es la inestabilidad y la incertidumbre. La concreción de la propuesta depende del Parlamento y no se sabe si la aceptará. Teóricamente es posible conforme a la voluntad del Presidente que parece ver solo una parte del escenario nacional. Su desaprobación aumentó junto a los problemas que debe enfrentar ojalá con mayor calma y menos improvisación. Cuando la población esperaba mejores resultados en indicadores clave y que amainara la virulencia en el sur, sus prioridades han cambiado y todavía no se ve si será para mejor. La desestabilización política y económica acechan y el cierre del Parlamento ya perdió  novedad, ahora estamos en otra etapa que requiere diálogo y búsqueda de consensos.
Bien que el Premier Del Solar converse con todas las bancadas porque el desafío es inmenso. No es momento para imponer nada. El Ejecutivo ingresó en su etapa de Pato Rengo y el Congreso haría bien en decidir con su nueva directiva una agenda común de atención a problemas como la violencia urbana y la situación económica. Necesitamos más equilibrio y menos beligerancia y por supuesto menos improvisación. La política no es un juego y menos lo es definir el destino nacional. El voto ciudadano puede decidir siempre que exista información clara y liderazgos reflexivos lejos de la convulsión y de las presiones. Ojalá el precedente de la transición del dos mil, que ejemplarmente dirigió Valentín Paniagua, funcione casi veinte años después.