POR UN ACUERDO MINIMO
En Correo el 9 de Agosto 2019
Estamos en plena discusión del
adelanto de elecciones propuesto por Martín Vizcarra ante el Congreso. Independientemente
de la respuesta parlamentaria que podría llevarnos a un escenario de mayor
crisis se va instalando la idea de que un precipitado recambio electoral tampoco
asegura nada. Que no es deseable para nadie salvo para los oportunistas que
piensan en sus propios planes y no en el país.
Bien que el
presidente haya optado por no escuchar las voces irresponsables que le exigían el
cierre ilegal del Legislativo. Todavía estamos en los límites de la democracia y
de la Constitución a pesar de las amenazas permanentes entre posible vacancia
presidencial y disoluciones congresales. Lo que hemos vivido ha sido una colisión
de poderes que en lugar de ser solucionada con el diálogo se quiere saldar con
medidas extremas e irreductibles.
La población
clama por un buen gobierno y por la atención a sus problemas. La distorsión y
la manipulación pueden hacer de la grita popular un elemento de destrucción
furiosa pero no es lo que debemos alentar. Si pudiéramos responder con
eficiencia a las demandas inmediatas otro sería el ánimo de la población. No es
el adelanto incierto de elecciones la respuesta y menos la intransigencia. Por
eso hay tanta insistencia en los sectores reflexivos en el diálogo y el
acercamiento. Estamos rozando extremos que solo se superarán con una agenda común
no conflictiva entre Ejecutivo y Parlamento.
Si ambos
poderes están en rojo en sus tareas deben cambiar de actitud. El Ejecutivo está
en falta por desgobierno y mal manejo de la economía y de la violencia urbana,
entre otros aspectos. El Congreso no
puede estar peor. Ambos tienen el espacio para mejorar sin patear el
tablero ni dar a la población respuestas inadecuadas que lo obliguen a escoger
entre la crisis presente y la futura. Podemos hacer algo mejor que eso.
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