SIN UNION CIVIL NO
HAY INCLUSION
Tengo muchos amigos
gais a los que quiero y admiro tanto como a los que son heterosexuales. No hago
diferencia entre ellos porque me demuestran cada día que no la hay en cuanto
a capacidades intelectuales y cualidades
humanas. Formamos parte de una misma sociedad y solo la gente que ve el mundo con
lentes oscuros y a cuadritos puede manifestar homofobia y rechazo a la unión
civil que se convertirá en ley de aprobarse el proyecto presentado por el congresista
Carlos Bruce.
Se trata de extender los derechos y deberes que tiene todo ciudadano peruano a
gais y lesbianas. En una sociedad abierta y dinámica que marcha hacia el
progreso, con el aporte de todos, no hay lugar para la discriminación ni para
que algunos apuesten sectariamente por la infelicidad de un sector de ella.
Es muy
importante que los ciudadanos gais se sientan integrados y no excluidos de una
sociedad a la cual pueden entregar su aporte individual, y en parejas, con gran
sensibilidad y capacidad. Ni razón ni lógica asisten a la innoble campaña por
discriminarlos, por separarlos para que carezcan de los mismos derechos que
todos tenemos. Para penalizar el afecto que pueden tener por personas del mismo sexo e impedir que sean
parejas con relaciones estables y monógamas. A alejarlos de ese hermoso derecho
que la Declaración de la independencia de los Estados Unidos nos legó: el
derecho a la búsqueda de la felicidad.
Si el
gobierno de Ollanta Humala ha colocado como una de sus banderas esenciales a la inclusión no se
entendería que su bancada se opusiera a la unión civil de los homosexuales. El
Estado está obligado a proteger a las personas sin distinción alguna, a descartar las desigualdades y la
discriminación como aquella que, sin pudores, exhibe el cardenal Juan Luis
Cipriani, instalado en una lógica medieval que lo aleja del predicamento del
mismo Papa Francisco que se ha mostrado tolerante, generoso y humano con este
tema.
No le falta razón a Alan García quien, al pronunciarse a favor de la
unión civil entre personas del mismo sexo, ha recordado a Cipriani que estamos
en un estado laico y que todos tenemos derecho a la libertad sin tener porque escandalizarse
por un pacto civil y legal. No es asunto de la iglesia sino de la sociedad que
establece libremente sus normas de convivencia.
En España durante la presidencia del social demócrata
José Luis Rodríguez Zapatero se aprobaron las leyes más progresistas de su
historia referentes a derechos reproductivos y sexuales dando ejemplo internacional
de mente abierta y modernizante que fue recogido en decenas de otros países. Así
la unión civil, como estado civil similar al matrimonio, ya existe con validez
legal, en Colombia,
Ecuador,
Brasil
y Uruguay,
Ciudad de México, Buenos Aires,
entre otros.
Sería una vergüenza que en pleno siglo XXI en el Perú nos
refugiemos en anacronismos medievales y criterios biológicos y éticos trasnochados
y demos al mundo una muestra de homofobia y retraso. En un mundo donde felizmente
millones de parejas del mismo sexo ya gozan de importantes derechos civiles,
como toda pareja heterosexual. Que el Perú sea el siguiente pueblo que cuente
con la unión civil, recordando el derecho a la felicidad de todos. Los
ciudadanos nacen libres e iguales, no lo debemos olvidar.