lunes, 23 de septiembre de 2013

EN DEFENSA DE LA IGUALDAD






SIN UNION CIVIL NO HAY INCLUSION

Tengo muchos amigos gais a los que quiero y admiro tanto como a los que son heterosexuales. No hago diferencia entre ellos porque me demuestran cada día que no la hay en cuanto a  capacidades intelectuales y cualidades humanas. Formamos parte de una misma sociedad y solo la gente que ve el mundo con lentes oscuros y a cuadritos puede manifestar homofobia y rechazo a la unión civil que se convertirá en ley de aprobarse el proyecto presentado por el congresista Carlos Bruce.

Se trata de extender los derechos y deberes que tiene todo ciudadano peruano a gais y lesbianas. En una sociedad abierta y dinámica que marcha hacia el progreso, con el aporte de todos, no hay lugar para la discriminación ni para que algunos apuesten sectariamente por la infelicidad de un sector de ella.

Es muy importante que los ciudadanos gais se sientan integrados y no excluidos de una sociedad a la cual pueden entregar su aporte individual, y en parejas, con gran sensibilidad y capacidad. Ni razón ni lógica asisten a la innoble campaña por discriminarlos, por separarlos para que carezcan de los mismos derechos que todos tenemos. Para penalizar el afecto que pueden tener por personas del mismo sexo e impedir que sean parejas con relaciones estables y monógamas. A alejarlos de ese hermoso derecho que la Declaración de la independencia de los Estados Unidos nos legó: el derecho a la búsqueda de la felicidad.

Si el gobierno de Ollanta Humala ha colocado como una de sus  banderas esenciales a la inclusión no se entendería que su bancada se opusiera a la unión civil de los homosexuales. El Estado está obligado a proteger a las personas sin distinción alguna,  a descartar las desigualdades y la discriminación como aquella que, sin pudores, exhibe el cardenal Juan Luis Cipriani, instalado en una lógica medieval que lo aleja del predicamento del mismo Papa Francisco que se ha mostrado tolerante, generoso y humano con este tema.

No le falta razón a Alan García quien, al pronunciarse a favor de la unión civil entre personas del mismo sexo, ha recordado a Cipriani que estamos en un estado laico y que todos tenemos derecho a la libertad sin tener porque escandalizarse por un pacto civil y legal. No es asunto de la iglesia sino de la sociedad que establece libremente sus normas de convivencia.

En España durante la presidencia del social demócrata José Luis Rodríguez Zapatero se aprobaron las leyes más progresistas de su historia referentes a derechos reproductivos y sexuales dando ejemplo internacional de mente abierta y modernizante que fue recogido en decenas de otros países. Así la unión civil, como estado civil similar al matrimonio, ya existe con validez legal, en Colombia, Ecuador, Brasil y Uruguay, Ciudad de México, Buenos Aires, entre otros.

Sería una vergüenza que en pleno siglo XXI en el Perú nos refugiemos en anacronismos medievales y criterios biológicos y éticos trasnochados y demos al mundo una muestra de homofobia y retraso. En un mundo donde felizmente millones de parejas del mismo sexo ya gozan de importantes derechos civiles, como toda pareja heterosexual. Que el Perú sea el siguiente pueblo que cuente con la unión civil, recordando el derecho a la felicidad de todos. Los ciudadanos nacen libres e iguales, no lo debemos olvidar.