miércoles, 11 de enero de 2017



EL VENDAVAL ATERRIZA

En Politico,pe el 7 de enero del 2017

Las pistas para que aterrice el vendaval Odebrecht en nuestro país ya están trazadas. Hay varias fiscalías trabajando desde que el Departamento de Justicia norteamericano señaló que la mega empresa brasileña pagó sobornos por U$29 millones a funcionarios de tres gobiernos entre el 2005 y el 2014. Nadie se salva, menos aún los presidentes. El saqueo de cuello y corbata, globalizado y en boga por la desenfrenada búsqueda de la ganancia, tiene ahora tras de sí a magistrados de EEUU, Suiza y Perú.

La fiscalía peruana dio sus primeras señas y ya está colaborando con la fiscalía suiza que tiene identificadas por lo menos dos cuentas desde donde se tramita este dinero. No por gusto Odebrecht ya ha ofrecido comenzar a pagar al Perú por daños y perjuicios un monto mínimo de $30 millones. 

Pero la tortura se prolongará. Los nombres no serán dados a conocer tan rápidamente. Si bien Gustavo Gorriti formuló denuncia del escándalo
en abril pasado nuestro Ministerio Público recién empezó la investigación en noviembre sobre los sobornos pagados por las tres empresas off shores: Constructora Internacional del Sur, Smith & Nash Engineering Company y Klienfeld Services Ltd, junto a las filiales de la constructora, compañías de fachada peruanas, intermediarios locales, rutas bancarias y otra offshore Balmer Holding Assets Ltd.

La oportuna y valiente alerta de IDL no funcionó y medio año después, coincidiendo con la contundencia de los fiscales brasileros, los nuestros recién resucitaron. Ello da idea del peso de los nombres que podrían estar involucrados.

Si ese valioso tiempo perdido sirvió para que algunos de los mayores responsables escaparan, no lo sabremos tan pronto. La lista es secreta por tratarse de una mafia organizada, de un cártel de conducción brasileña de dimensiones continentales, que sistemáticamente ha robado al estado peruano durante  años. La justicia peruana, como la internacional, deberán desplegar sus mayores esfuerzos para sancionar a todos y cada uno de ellos.

Porque estamos ante un modus operandi conocido, aceptado y permitido como manera de hacer negocios. No se trata de un acto aislado, la propia empresa ha reconocido, en vías de colaboración eficaz en Brasil, que llegó a un altísimo nivel de sofisticación. Nuestra comentarista Paola Mendoza nos habla de una gerencia de coimas llamada División de operaciones estructuradas a la cual poca gente tenía acceso. A pocos extrañaría que fuera así.
 
Estados Unidos ha precisado que como cártel  manejaban dos sistemas informáticos paralelos uno para la contabilidad y el otro para los mensajes entre quienes aprobaban pagos y transferencias. Uno de los integrantes, y que por serlo es uno de los que más ha confesado en Brasil, es nuestro muy conocido Jorge Barata. En el Perú la persona más vinculada con los gobiernos de Alan García y de Alejandro Toledo.

Alan García no tuvo en la mayor parte de su gestión un embajador de carrera en el Brasil, tuvo un amigo personal con uso libre de valija diplomática, lo que seguramente será evaluado por la fiscalía como información a través de interrogatorios precisos.

Los fiscales suizos han ofrecido a los peruanos toda su colaboración en absoluto secreto. Hay una razón. Los que han obrado mal lo saben y harán todo por escapar de la justicia, decir los nombres solo adelantaría las fugas. Como sucedió con el antecedente más cercano. El proceso a Fujimori involucró más de mil personas de las cuales todavía varios no habidos y en la cárcel sólo una centena.

El país está atento con la lupa en el poco confiable Poder Judicial cuyo flamante presidente ofrece una división especializada anticorrupción. Y en el Ministerio Público que en su primera presentación ha dado muy poco.

Lo cierto es que estamos ante una gran oportunidad que viene de fuera para sanear moralmente al país. O la tomamos o aceptamos la impunidad y el deterioro moral como parte de nuestra realidad. No la deberíamos perder.




SÁLVESE QUIEN PUEDA

Correo del 7 de enero del 2017

El ambiente se llenó de temores y preocupaciones. Y no es para menos. Pocos conocen las listas negras y muchos temen estar incluidos. No habíamos visto este ambiente desde que Vladimiro Montesinos con sus videos tuvo el poder de exhibir precios para liquidar dignidades y prestigios. Muchos corrieron, otros tantos se salvaron y algunos, los menos, siguen en las cárceles. A él le debemos la terrible frase: “Acá con un cañonazo de 10,000 dólares te compras a cualquier magistrado.”

Hay quienes aparecen más preocupados por los contratos suscritos con Odebrecht que deberían ser cumplidos, llueva o truene, por las actuales autoridades. No es así, siempre el Estado podrá renegociar precios y servicios si surge un factor que desestabilice lo pactado.

No es la gran empresa coimera ni sus servicios lo que debería importar a nuestros nacionales. Lo esencial es la ética violentada por los sobornos y los nombres de los altos funcionarios de la clase política peruana que desfilarán por el indeseable corredor de los corruptos dejando al país y a la democracia inermes ante un vendaval de dimensión todavía desconocida.

Y el escándalo viene mal. La luna de miel y el apoyo a PPK en la población van quedando atrás. El desconcierto impide superar los estigmas que podrían surgir. Preservar la conexión directa con la gente será muy difícil con los miedos que descolocan y el ruido político que crece impidiendo defender prestigios necesarios para la legitimidad política. A lo que se agrega la conflictividad social que empieza a distribuirse en el país. La tecnocracia económica que nos gobierna no sabe qué hacer con la política y menos sabrá si parte de ella entra a la corriente del sálvese quien pueda. La alarma fue lanzada en abril 2016 por Gustavo Gorriti en IDL y seis meses después los mayores responsables podrían no estar. Tontos no son.