miércoles, 28 de agosto de 2019


¡GABINETE 
DE UNIDAD NACIONAL!

En diario Exitosa el domingo 18 de Agosto 2019

Lejos de los excesos, cerca del equilibrio indispensable, hacer política significa solucionar conflictos dentro de las instituciones. Para ello se necesita mucha flexibilidad. Las cabezas del Ejecutivo y Legislativo deben buscar y encontrar una salida más cerca de la racionalidad y más lejos de la anarquía. Es posible avanzar en una agenda consensuada y un gabinete de unidad nacional, multipartidario, con profesionales notables dispuestos a poner el Perú primero. Martín Vizcarra debe fijar la fecha y negociar el adelanto de elecciones que hoy es la manzana de la discordia.

Hoy más que nunca requerimos del ánimo dialogante para dejar de lado la terquedad que nos ha llevado a esta crisis política multiforme que se traduce en una total incertidumbre respecto de quien gobierna en el Perú y de quién gobernará en el corto y mediano plazo. Agravada por la desconfianza en los políticos y en las instituciones que nos saturan con escándalos por corrupción o por ineficiencia.

Si queremos proyectar estabilidad para recuperar inversiones y avanzar al desarrollo necesitamos reconstruir credibilidad y autoridad. Lo que estamos viviendo es un severo retroceso, no un simple bache en el camino, un momento muy difícil de indefensión e irresponsabilidad. Nadie garantiza nada y lo único que le queda al ciudadano es preocuparse por su propia supervivencia y la de su familia.

Este es el estado de ánimo del pueblo al que Martín Vizcarra alude como infalible decisor. Hay hartazgo de confrontaciones, pugnas, descalificaciones e intolerancia a lo que se agregan una enorme corrupción y desconfianza en instituciones, partidos y políticos. Nadie se salva, menos aún un Presidente que no gobierna y quiere irse o un Congreso impopular por escandaloso e ineficiente.

Basta de amenazas de vacancias presidenciales o de cierres congresales. El pueblo pide soluciones a problemas concretos y lo que ve es un entrampamiento político que empeora las cosas. Ambos poderes debieron ponerse de acuerdo hace tiempo en una agenda mínima para enfrentar la violencia urbana, la economía, la salud y el desempleo, entre temas esenciales, pero se han distraído abordando reformas que siendo importantes no se concretan. Ni la judicial bloqueada sin haberse designado la Junta Nacional de Justicia, ni la política que aprobada por el Parlamento, y con las autógrafas en Palacio hace 17 días, el Presidente ni las observa ni las promulga.

La desconfianza y el cuestionamiento a nuestro sistema político están llegando a la desmesura. El debate mediático deja en claro el desprestigio de los políticos que desatienden el interés general y no exhiben transparencia ni ética.

Martín Vizcarra pidió al Congreso de la República que plantee alguna vía de solución sobre el adelanto de las elecciones que aún no ha sido debatido ni aprobado. Pero después ha dicho dice que su propuesta no es negociable echando más sombras sobre la economía e incrementando el temor y la incertidumbre. El presidente debe entender que es indispensable que se reúna con Pedro Olaechea para ponerse de acuerdo en una agenda común que atienda los reclamos sociales. Que el presidente recuerde sus propias palabras y no se contradiga “Busquemos la forma de encontrar una salida a este entrampamiento, y el planteamiento que hacemos como Ejecutivo, responsablemente, es este proyecto de adelanto de elecciones. Si hay otra opción, que la planteen”.

Y está planteada, es posible dar a los distintos sectores un asiento en un gabinete de unidad nacional para mirar a un mismo objetivo y abandonar el choque estéril. Tiempo de aceptar la mano tendida del titular del Congreso. Tiempo de pasar de la palabra a la acción sin demagogia, retrocesos ni incoherencias. Siempre pueden venir cosas peores.  

Felicitaciones al magistrado Jorge Chávez por su rechazo a la prisión efectiva para PPK. El pedido del fiscal Domingo Pérez es penalmente insolvente, irracional e inhumano para el ex mandatario enfermo, solo y sin familia, encerrado en su domicilio. Las visitas son necesarias para su fortaleza emocional y ningún exceso debe aceptarse en un Estado de Derecho.


SIN LUGAR 
PARA LA INTRANSIGENCIA

En Correo el 17 de Agosto 2019

No solo tenemos una crisis política por colisión de poderes, existe incertidumbre total respecto de quien gobierna y de quién gobernará. A ello se agrega la desconfianza en los políticos y en las instituciones por frecuentes escándalos por corrupción o ineficiencia. Es urgente reconstruir credibilidad y autoridad. Y no es fácil cuando impera la percepción de que todo marcha en piloto automático y nadie garantiza nada.

El pueblo al que Martín Vizcarra se dirige como infalible decisor está harto de confrontaciones, pugnas, descalificaciones e intolerancia a lo que se agregan una enorme corrupción y desconfianza en instituciones, partidos y políticos. Nadie se salva, menos aún un Presidente que no gobierna y quiere irse o un Congreso impopular por escandaloso e ineficiente.

Si queremos proyectar estabilidad para recuperar inversiones y avanzar hacia el desarrollo necesitamos reconstruir credibilidad y autoridad. Lo de ahora es un severo retroceso, no un simple bache en el camino.

Basta de amenazas de ida y vuelta de vacancias presidenciales o cierres congresales. No hay lugar para la intransigencia. El pueblo pide soluciones a problemas concretos y lo que tiene es un entrampamiento político que empeora las cosas. Ambos poderes debieron ponerse de acuerdo hace tiempo en una agenda mínima para enfrentar la violencia, la economía, el desempleo, la salud pero se han distraído abordando reformas que siendo importantes no se concretan, ni la judicial que está bloqueada ni la política que ya aprobada por el Parlamento todavía no se  promulga.

Hacer política significa solucionar conflictos dentro de las instituciones. Muy bien que se reúnan Vizcarra y Olaechea para buscar una salida más cerca de la racionalidad y más lejos de la terquedad. Lo mejor sería dejar de lado el adelanto de elecciones y avanzar con una agenda consensuada y un gabinete de unidad nacional, multipartidario, con notables dispuestos a poner el Perú primero.

lunes, 19 de agosto de 2019



¿AL BORDE DE LA ANARQUÍA?

En diario Exitosa el domingo 18 de Agosto 2019

El telón de fondo del debate político nacional no puede seguir siendo el adelanto de elecciones o la vacancia presidencial o el cierre del Parlamento, todas salidas catastróficas que no funcionan para el país. El diálogo de verdad implica voluntad de hacer concesiones. Si de encontrar salidas racionales se trata necesitamos un reencuentro político social vía una agenda común Congreso-Ejecutivo y un nuevo gabinete multipartidario.

El presidente pregunta demagógicamente ¿Por qué le temen al pueblo? Y quiere darle voz vía referéndum cuando sabemos que las calles también pueden equivocarse. La aceptación en las encuestas no es solución y la voz del pueblo no es la de Dios. Ahí están los resultados deleznables de la ruptura constitucional del autogolpe del cinco de abril celebrado y aprobado mayoritariamente en su momento.

El pueblo puede ser manipulado y cuando hay confusión o irresponsabilidad no existe su infalibilidad ni para la aceptación ni para el rechazo. Y más aún cuando hay intransigencia en los altos niveles que hablan de diálogo mientras usan el serrucho y recurren a la beligerancia o a alentar a las calles hacia respuestas violentas.

La ruptura de la bancada de gobierno con la renuncia de Mercedes Aráoz, Carlos Bruce y Ana Choquehuanca  ha sido la cereza del pastel que nos pone ante situaciones extremas, rubrica los desencuentros entre el jefe de Estado y la vicepresidenta Aráoz y deja a Vizcarra sin apoyo parlamentario. Vale decir que determina que las instituciones vayan perdiendo peso y posibilidades de coordinación o de confluencias mientras ganan las vías violentas o de mayor obstrucción.

Como sucede con la guerra EEUU China en esta confrontación Congreso y Ejecutivo perdemos todos. Los capitales políticos están camino del agotamiento por tanto hay que recurrir a soluciones de emergencia. En varias oportunidades se ha planteado un gabinete de unidad nacional para romper la colisión de poderes y las propuestas de escenarios frustrantes y negativos. Un Gabinete de ancha base expresa voluntad de convergencias y de acuerdos y aleja indeseables extremismos.

Queda visto que el adelanto de elecciones no pasará en el Congreso donde la lógica sigue siendo de guerra. Sabemos que las relaciones Ejecutivo y Legislativo desde el 2016 han sido de polarización negativa y de autodestrucción. Es momento de poner un alto racional y reflexivo. Los escenarios que se plantean no representan soluciones y si destrucciones posibles de lo logrado en democracia y economía.
Un gabinete de ancha base, multipartidario o de unidad nacional es un recurso usado por gobiernos de distinto signo para salir de crisis prolongadas e instaladas. Parece evidente que el fujimorismo no aceptará integrarlo pero siempre podrá el presidente designar personalidades cercanas que le permitan participar y ser consultado en aspectos centrales. Y los demás partidos podrían ocupar las principales carteras para demostrar que estamos en una democracia madura y estable donde se forman Un gabinetes conversado que descarta el choque de poderes e implica calidad y representatividad ministerial en un régimen de transición que nos lleve a progresar institucional y políticamente.
Si no queremos afectar aún más la economía, las inversiones y la democracia, que avanza hacia el bicentenario sin interrupciones. Y menos aún dar paso a aventureros extremistas que sacan provecho de la algarada callejera convenientemente alentada, necesitamos un Ejecutivo racional sin intransigencias y una oposición parlamentaria viable que en la práctica exhiba capacidad para atender las clamorosas necesidades sociales. Un acuerdo entre ambos poderes bloquearía las propuestas antisistema con entendimientos posibles en democracia y sin dejar de luchar contra la corrupción. Seguiremos.




BUSCAR LA SALIDA

En diario Correo el sábado 17 de agosto 2019

La anarquía planea sobre los distintos escenarios que se vislumbran. Todos preocupantes, todos revelan poca racionalidad y muchos intereses contrapuestos, todos parecen olvidar las necesidades sociales y los intereses nacionales. Los peruanos estamos angustiados, sin orden ni seguridad jurídica ni política, la economía podría ir hacia el despeñadero. Las salidas se cierran por la intransigencia y por la irresponsabilidad en los altos niveles que deberían hacer realidad el diálogo pero solo lo ofrecen demagógicamente mientras usan el serrucho y recurren a la beligerancia o a alentar a las calles hacia respuestas violentas.

Lo dramático es que no parece haber equilibrio y calma para conducir el país y pensar mejor las opciones. Y no es la popularidad lo que está en juego. Los altos números de aceptación en las encuestas no son solución y la voz del pueblo no es la de Dios, también puede equivocarse. Ahí están los resultados deleznables de la ruptura constitucional del autogolpe del cinco de abril celebrado y aprobado mayoritariamente en su momento.

Como pensar en la infalibilidad del pueblo para la aceptación o para el rechazo cuando en su conducción impera la confusión y el coro mediático. Ni sentido común ni voluntad de dialogo. La ruptura de la bancada de gobierno con la renuncia de Mercedes Aráoz, Carlos Bruce y Ana Choquehuanca  es la cereza del pastel. Rubrica los desencuentros entre el jefe de Estado y la vicepresidenta Aráoz y deja a Vizcarra sin apoyo parlamentario pues integrar a Yesenia Ponce es un autogol de polendas.

El telón de fondo no puede seguir siendo el adelanto de elecciones o la vacancia presidencial o el cierre del Parlamento, todas salidas catastróficas que no funcionan. El diálogo de verdad implica hacer concesiones. Se trata de encontrar salidas racionales para lo que necesitamos un reencuentro político social vía una agenda común Congreso- Ejecutivo y un nuevo gabinete multipartidario. Seguiremos.

lunes, 12 de agosto de 2019


¿ENTRE LA CRISIS PRESENTE 
Y LA FUTURA?

En diario Exitosa el domingo 11 de Agosto 2019
La incertidumbre y la inseguridad se han adueñado del escenario lo que no es bueno para la política y menos aún para la economía. ¿El Congreso aprobará el adelanto de elecciones? Ya pasaron dos semanas del anuncio presidencial y las encuestas afirman un apoyo del 75% para la propuesta de Martín Vizcarra.
No será nada fácil. Con los días se ven las dificultades. Ambos poderes se mantienen firmes uno en la propuesta y otro en el rechazo con intransigencia con la que todos perdemos. Los escenarios posibles son negativos. Nada garantiza que un nuevo Congreso y un nuevo Ejecutivo serán mejores que los que actualmente tenemos. El adelanto de elecciones no hará desaparecer automáticamente los problemas vistos durante el post fujimorismo y es una solución extrema que en sí misma es un mal ejemplo.

El Ejecutivo está en falta por desgobierno y mal manejo de la economía y de la violencia urbana, entre otros aspectos. El Congreso no puede estar peor. Ambos tienen espacio para mejorar sin patear el tablero ni dar a la población respuestas que lo obliguen a escoger entre la crisis presente y la futura.

Más que irse todos -a sabiendas que podrían dejar la posta a peores representantes y gobernantes- los políticos están obligados a ofrecer resultados vía un acuerdo mínimo de colaboración. El hartazgo ciudadano no puede ser usado para colocar al país en un disparadero.

Frente a la incertidumbre se levantan voces sensatas como la de Luis Iberico que ve un abanico de posibilidades frente al recorte del período congresal y presidencial al 2020 y afirma que el adelanto de elecciones exige un diálogo con mayor fuerza entre el Legislativo y el Gobierno para un acuerdo de agenda mínima. Jaime de Althaus por su parte ve el adelanto de elecciones como una arbitrariedad que no debe pasar. Cree que el presidente debió reconocer los avances en la reforma política y no destruir la posibilidad de concertar una agenda de reformas desairando la rama de olivo que le extendió el presidente del Congreso.
Para el economista Roberto Abusada el adelanto de elecciones representa la cumbre del severo perjuicio que inflinge la clase política peruana a la nación. Que se vayan todos implica la desaceleración del crecimiento y graves problemas que ahondarán la parálisis con daños fácilmente computables que persistirán al 2020.

El adelanto de elecciones no es una solución a la crisis. Tampoco lo es aceptar la posición de algunos congresistas que se oponen para quedarse con sus privilegios en especial su inmunidad ante investigaciones en curso.
Es momento del equilibrio y de la reflexión desde el interés colectivo. No sería saludable el precedente de solucionar toda colisión de poderes con la reforma de la Constitución o acabar con el otro poder haciendo que se vayan todos.
Ante el agotamiento de las promesas y del debate por pérdida de confianza y de credibilidad un hartazgo peligroso descarta todo análisis y reflexión en torno a propuestas inteligentes, viables, concertables, inclusivas, que nos devuelvan el sentido de lo común. Podemos estar dando paso al aventurerismo, a los sectarismos, revanchas y verdades únicas de las cuales está sembrado el autoritarismo.
Estamos cerrando dos décadas de post fujimorismo pero nadie quiere volver al pasado del 1990 al 2000. Tampoco queremos un Ejecutivo incapaz que tira la toalla ni un Congreso en debacle de representación. Menos aún el precedente del facilismo de la reforma constitucional.
Es necesario un acuerdo para una agenda de leyes y reformas que responda lo que la gente exige en seguridad, economía y salud por mencionar las más evidentes. Ello permitiría acallar la grita de la calles, sin patear el tablero ni adelantarnos a una situación que no asegura nada. Necesitamos un acuerdo mínimo entre ambos poderes para atender las urgencias. Que los mandatos culminen de acuerdo a lo decidido en las urnas. Que el Presidente opte por un gabinete de ancha base, multipartidario que le preste sostenibilidad y gobernabilidad. No sigamos remando en una tormenta de incertidumbre e impredictibilidad.  


POR UN ACUERDO MINIMO
En Correo el 9 de Agosto 2019
Estamos en plena discusión del adelanto de elecciones propuesto por Martín Vizcarra ante el Congreso. Independientemente de la respuesta parlamentaria que podría llevarnos a un escenario de mayor crisis se va instalando la idea de que un precipitado recambio electoral tampoco asegura nada. Que no es deseable para nadie salvo para los oportunistas que piensan en sus propios planes y no en el país.
Bien que el presidente haya optado por no escuchar las voces irresponsables que le exigían el cierre ilegal del Legislativo. Todavía estamos en los límites de la democracia y de la Constitución a pesar de las amenazas permanentes entre posible vacancia presidencial y disoluciones congresales. Lo que hemos vivido ha sido una colisión de poderes que en lugar de ser solucionada con el diálogo se quiere saldar con medidas extremas e irreductibles.
La población clama por un buen gobierno y por la atención a sus problemas. La distorsión y la manipulación pueden hacer de la grita popular un elemento de destrucción furiosa pero no es lo que debemos alentar. Si pudiéramos responder con eficiencia a las demandas inmediatas otro sería el ánimo de la población. No es el adelanto incierto de elecciones la respuesta y menos la intransigencia. Por eso hay tanta insistencia en los sectores reflexivos en el diálogo y el acercamiento. Estamos rozando extremos que solo se superarán con una agenda común no conflictiva entre Ejecutivo y Parlamento.
Si ambos poderes están en rojo en sus tareas deben cambiar de actitud. El Ejecutivo está en falta por desgobierno y mal manejo de la economía y de la violencia urbana, entre otros aspectos. El Congreso no puede estar peor. Ambos tienen el espacio para mejorar sin patear el tablero ni dar a la población respuestas inadecuadas que lo obliguen a escoger entre la crisis presente y la futura. Podemos hacer algo mejor que eso.



¿TRANSICIÓN 
VEINTE AÑOS DESPUÉS?

En diario Exitosa el domingo 3 de Agosto 2019

El 28 de Julio el presidente Martín Vizcarra presentó ante el Congreso una iniciativa de adelanto de elecciones para que Ejecutivo y Legislativo sean renovados en el plazo de un año. Su propuesta responde a la prolongada colisión de poderes, improductiva y sistemática y está ligada a una reforma constitucional para acortar mandatos y adelantar elecciones.
Si el Congreso acepta procesarla se abriría un periodo de transición cuyo antecedente más cercano es del año 2000 cuando Alberto Fujimori, agobiado por las denuncias y evidencias de corrupción personal y de su asesor Vladimiro Montesinos, se vio forzado a recortar su mandato y convocar a un proceso electoral adelantado, inhibiéndose de participar. Todo se precipitó cuando desde el exterior envió su renuncia por fax y el presidente del Congreso Valentín Paniagua fue proclamado presidente constitucional.
Casi veinte años después entraríamos a un escenario similar. El Congreso tendría que aprobar la propuesta de reforma en dos legislaturas con 87 votos o por mayoría calificada para que el pueblo la decida en referéndum. No sabemos si lo hará o será una turbulencia más en el ambiente convulso que hemos vivido desde el 2016 hasta ahora.
Una transición puede ser muy importante y dejar una  huella más profunda que los nueves meses de su duración. Depende de quien la lidere para renovar la confianza de la gente que quiere creer y espera ser atendida en sus necesidades más urgentes. Y es un desafío para toda la clase política obligada a  encontrar recursos desde el consenso y el dialogo
La propuesta de Vizcarra ha traído incertidumbre y crisis de gobierno en momentos en que los políticos afrontan graves problemas derivados del huracán Lavajato al punto que parece difícil hablar de generosidad o de perspicacia para postergar intereses propios o de grupo para pensar en el Perú primero.
Vizcarra habla de una salida ordenada a la crisis “con un año de transición en vez de dos años de confrontación”. Correspondería a todos los sectores actuar con más calma y menos improvisación teniendo en cuenta que no siempre la algarada de las calles tiene la razón. Se requiere voluntad política y reflexión para atenderlas sin patear el tablero. No lo hicimos en el 2000 no debemos hacerlo ahora. La inestabilidad acecha a la economía y a la democracia.

Bien que el Premier Del Solar converse con todas las bancadas porque no es momento para imponer nada. El Ejecutivo ingresó en su etapa de Pato Rengo y el Congreso haría bien en decidir con su nueva directiva una agenda común de atención a problemas como la violencia urbana y la situación económica. Necesitamos más equilibrio y menos beligerancia y por supuesto menos improvisación. La política no es un juego y menos lo es definir el destino nacional.

Valentín Paniagua inició su Transición el 22 de noviembre de 2000 con una situación socioeconómica complicada que centraba la atención y las expectativas, exhausta por una prolongada recesión. Convocó al peruano más notable como Primer Ministro, Javier Pérez de Cuéllar quien ante el Congreso anunció como objetivos un proceso electoral limpio y transparente y asegurar la estabilidad económica y política para dejar a la nueva administración una economía saneada y con financiamiento suficiente para una gestión favorable. Era lo mínimo para recibir el apoyo de la opinión pública y nueve meses después, Paniagua cumplió con eficacia y honestidad remarcable.

Estos objetivos podrían ser calcados en estos días de turbulencia y crispaciones. Con tantas urgencias y deficiencias y con tan poco tiempo habría que rogar que la transición que se propone funcione como la del dos mil ejemplarmente dirigida por Valentín Paniagua Pero ¿quién sería el líder?. Teniendo en cuenta que la presencia de Martín Vizcarra está siendo cuestionada la respuesta es todavía esquiva. 




EL PERU PRIMERO
En Correo el 2 de agosto 2019                                                                
Es un excelente eslogan y lo enarboló el presidente Vizcarra ante el Congreso en su mensaje patrio con su propuesta de adelanto de elecciones generales. Lo difícil es que se aplique. Es evidente que el país tiene tantas necesidades que reclama la mayor atención de la clase política obligada a dejar sus agendas e intereses propios movidos por el escándalo Lavajato.

El desconcierto y la desconfianza son una realidad. La preocupación es la inestabilidad y la incertidumbre. La concreción de la propuesta depende del Parlamento y no se sabe si la aceptará. Teóricamente es posible conforme a la voluntad del Presidente que parece ver solo una parte del escenario nacional. Su desaprobación aumentó junto a los problemas que debe enfrentar ojalá con mayor calma y menos improvisación. Cuando la población esperaba mejores resultados en indicadores clave y que amainara la virulencia en el sur, sus prioridades han cambiado y todavía no se ve si será para mejor. La desestabilización política y económica acechan y el cierre del Parlamento ya perdió  novedad, ahora estamos en otra etapa que requiere diálogo y búsqueda de consensos.
Bien que el Premier Del Solar converse con todas las bancadas porque el desafío es inmenso. No es momento para imponer nada. El Ejecutivo ingresó en su etapa de Pato Rengo y el Congreso haría bien en decidir con su nueva directiva una agenda común de atención a problemas como la violencia urbana y la situación económica. Necesitamos más equilibrio y menos beligerancia y por supuesto menos improvisación. La política no es un juego y menos lo es definir el destino nacional. El voto ciudadano puede decidir siempre que exista información clara y liderazgos reflexivos lejos de la convulsión y de las presiones. Ojalá el precedente de la transición del dos mil, que ejemplarmente dirigió Valentín Paniagua, funcione casi veinte años después.

viernes, 2 de agosto de 2019


NI SANO NI SAGRADO

Publicado en Opinión de diario Exitosa el 28 de Julio 2019
En deshonrosa audiencia un ex presidente peruano –como un preso común vestido de rojo- recibió la sentencia del juez Thomas S. Hixson para que continúe en una celda norteamericana mientras se resuelve el pedido de extradición del Estado Peruano para que retorne a enfrentar la justicia.
Alejandro Toledo Manrique fue arrestado en California como un delincuente y es hoy un estigma nacional. El mismo Alejandro Toledo Manrique que al comenzar el siglo XXI recibió la confianza ciudadana de quienes apostamos por la recuperación de la democracia durante el corrupto decenio fujimontesinista. En ese momento había indignación en la población y el imperativo de continuar la lucha que desde el cinco de abril de 1992 iniciamos un grupo de patriotas que condenamos la ruptura constitucional y coordinamos acciones de resistencia bajo el reconocido liderazgo de Gustavo Mohme Llona, congresista y director del diario La República, que acogió ampliamente todas las voces. Esa lucha logró la firma del Acuerdo de Gobernabilidad un 26 de noviembre de 1999 que surgió de un verdadero frente democrático para la alternancia.
Eran tiempos de esperanza. Para quienes fundamos el Foro Democrático y luego el Comité Cívico por la Democracia, el fallecimiento de Gustavo Mohme Llona nos obligó a buscar una figura que pudiera encarnar el espíritu de esa prolongada lucha contra el fujimorismo. Los candidatos presidenciales de oposición habían sido progresivamente liquidados por la proterva campaña de desprestigio digitada por Vladimiro Montesinos y el que quedaba era Alejandro Toledo Manrique, un privilegiado al que podíamos investir para continuar la batalla electoral y política interrumpida. No eran sus méritos ya que su propuesta era construir el segundo piso del régimen que denostábamos, era el único candidato inscrito que podría enfrentar electoralmente a Fujimori y a sus deseos de perpetuarse en el poder.
Pusimos en sus manos el trabajo orgánico y los planteamientos consensuados que habíamos impulsado durante ocho largos años. Lo incorporamos al equipo y le entregamos el liderazgo. No lo había ganado, no lo merecía pero era lo que teníamos, en modo alguno le correspondía la vincha con que adornó su cabeza. Con él vino su esposa, la belga Eliane Karp, protagónica, simpática, inteligente y enérgica frente al régimen, muy lejos de la figura flamígera y prepotente en que se convirtió al llegar a Palacio de Gobierno. Su frase sobre su cholo SANO Y SAGRADO quedará para la historia del oprobio, como sarcástica burla a quienes le dimos confianza, participación y voto con altísimo esfuerzo personal.
La imagen de hoy es truculenta. Más de dos años huyendo de la justicia, dueño de una mitomanía ignominiosa que torna más dramática nuestra equivocación. Como dijo Mario Vargas Llosa nadie pudo adelantar este desastre moral. El ambiente de la resistencia democrática fue de optimismo y de confianza en un amanecer democrático. Y encontramos a Toledo para esa conducción ante el hecho consumado de ser el candidato supérstite. La adhesión que le concedimos no implica complicidad y menos aún responsabilidad por sus latrocinios y mala conducta posterior a su victoria. Nunca imaginamos que aprovecharía su gobierno para robar aunque hubiera razones en su trayectoria para sospechar de su falta de honestidad. A comenzar por la leyenda personal que fabricó, con voz engolada, la del cholo humilde, la del lustrabotas que emergió gracias a la educación extranjera. No quisimos creer los hechos bochornosos que se le imputaban.
Triste que hoy se vea comprometida la imagen de la valiosa y valiente oposición democrática antifujimorista y de esa inmensa epopeya social que fue la Marcha de los Cuatro Suyos, en cuya organización honrosamente participamos con un equipo de gente comprometida con el Perú y su destino. Fuimos acusados de homicidio por los incidentes luctuosos del día siguiente. En especial por la muerte de los trabajadores del Banco de la Nación en el espacio donde hoy se levanta la Plaza de la Democracia.

La Marcha fue un acto de fe, de miles de peruanos, de provincianos que llegaron a Lima a pesar de las dificultades y de los designios pavorosos de Vladimiro Montesinos, decidido y sin escrúpulos a impulsar el tercer mandato de Fujimori. Nos denunció como terroristas y culpables de los incendios y del vandalismo que él mismo planeó para ese luctuoso 28 de Julio tan distinto a la noche anterior, festiva, impresionante y pacífica, fruto de la iniciativa de Javier Diez Canseco. La multitud enfervorizada hizo palpable la exasperación de todo el país contra la corrupción del régimen que debía irse bajo la presión indignada del pueblo.

Creamos un ídolo con pies de barro y no lo vimos. Solo él sabía quién era. Y su mujer también. Ni sano ni sagrado explotó lo mejor del sentimiento nacional para terminar como el Alejandro Toledo del traje rojo de la corte de California. No merecía ni la honrosa vincha que se colocó y menos aún la banda presidencial que el pueblo esperanzado le confió. Lección para la juventud: el crimen nunca paga.   



¿HABRÁ CIERRE 
DEL CONGRESO?
En Correo el sábado 27 de Julio 2019
Parece una pregunta ociosa pero en los medios todavía se formula. Es cierto que esta medida tremendista se descarta en casi todos los ambientes preocupados por la política nacional aunque teóricamente podría ser posible conforme a la terquedad presidencial. Terminado el debate congresal sobre la reforma política lo aprobado no es exactamente lo que el Ejecutivo propuso en especial sobre la inmunidad parlamentaria pero es un avance y el contexto cambió. La desaprobación de Martín Vizcarra ha aumentado y caído su aprobación lo que debería implicar mayor calma. Ha perdido apoyo por los magros resultados de su gestión en indicadores clave y la virulencia en el sur cambia prioridades. El horno no está para bollos. El cierre del Parlamento ya perdió  novedad y no tendría justificación ni constitucional ni política. En plenos Juegos Panamericanos, con tanta prensa internacional, sería una barbaridad.
La actitud recalcitrante del Presidente va pasando de moda. Lejano está su momento cumbre cuando planteó ante el Congreso las reformas que ganó con el referéndum de diciembre pasado. Logró la no reelección inmediata de los parlamentarios y el descarte de la bicameralidad, aprobadas sin debate ni reflexión. Si bien el Congreso no es el mejor que podríamos tener sí ha cumplido -de acuerdo a sus prerrogativas legislativas- con la aprobación de las seis reformas políticas.
Nada está dicho pero el Congreso podría ingresar en una nueva etapa si con su nueva directiva decide una agenda común de atención a problemas como la violencia urbana y la situación económica, lo que dejaría descolocado al Ejecutivo en sus arrestos impositivos. Esperemos un segundo semestre más equilibrado y menos beligerante. Toca a la mayoría fujimorista impulsar un consenso temático que genere mayor legitimidad para este poder del Estado y lo saque de la convulsión y de las presiones. Es urgente que legisle también sobre las medidas que la población exige.