ALAN GARCIA:
SEGURIDAD E IGUALDAD.
Para Portal Punto de Encuentro. 09 07 15
La campaña electoral
ya está en marcha aunque para la oficial habrá que esperar a las inscripciones
de enero y a los calurosos idus de febrero. Los que saben afirman que no se
puede dejar nada al azar cuando tenemos un país en plena crisis de credibilidad
y confianza. Y cuando el presidente y su esposa no alcanzan a asegurarse políticamente
después de julio del 2016 y se debaten entre las denuncias que se renuevan y
las investigaciones que avanzan a trompicones. Todo puede suceder pues estamos
ante un año final que se inicia con la pérdida del nacionalismo de su control
congresal vía una nueva mesa directiva en manos de la oposición.
El elenco
estable de la política nacional comienza a actuar y debe hacerlo con mucha
prudencia y responsabilidad pensando en un acuerdo implícito por la estabilidad
democrática sin la cual ninguna alternancia legítima será posible. Ollanta
Humala debe terminar su mandato y entregar el poder como previsto dentro de un
año a su sucesor, elegido en una contienda transparente y libre.
Esta transcurrirá
con un presidente acosado que pierde poder a pasos agigantados, que ingresa al llamado
periodo del “pato cojo” durante el cual mandará cada vez menos -y cogobernará con
su inexperta cónyuge cada vez más- por lo cual las oportunidades para los
errores políticos estarán a la vuelta de la esquina. La receta de la oposición
sin dejar de serlo será ponderación y equilibrio.
En este
contexto Alan García seguirá siendo el candidato más temible, a despecho de los
porcentajes que hoy le asignan las encuestas. Desgastado como podría estar por
las denuncias e investigaciones en su contra nadie duda, sin embargo, de su
capacidad, de su oratoria y de su experiencia. Ese 10% de intención de voto que
le están dando es mucho mayor que otros puntos de partida a los que se enfrentó
con convicción y armas personales y partidarias para llegar al éxito.
En política se
disputa la hegemonía del mensaje y de las ideas, se convence, se persuade, la
lucha es palmo a palmo en la mente de la gente. No será fácil, la ciudadanía se
muestra escarmentada y temerosa, con desconfianza,
hastiada de promesas, afligida por la corrupción y la deshonestidad, sumergida
en realidades que los candidatos no abordan adecuadamente para recuperar la
ilusión. El discurso político se ha devaluado y la crisis de fe flagela con
razón o sin ella a quienes tienen el poder y hacen mal uso de él y a quienes
quisieran tenerlo o volver a él como es el caso de AGP.
A García le
favorece el oficio y la intuición de político de raza iniciado en su infancia y
juventud, conoce el terreno y ha demostrado que sabe adelantarse a contendores
y enemigos. Duro de roer, duro de eliminar, duro de vencer. Ni Montesinos con
su inmenso poder pudo sacarlo de la cancha a la que retornó después del largo
exilio posterior al cinco de abril con un discurso eficaz y hasta poético. La
plaza San Martín del 2001 multitudinaria y entusiasta fue y seguirá siendo el
símbolo de su retorno. Quince años después podrá enseñorearse en ella si se
convierte en la nueva esperanza y enfrenta como debe ser los cuestionamientos
morales que lo afectan y se rodea de gente confiable, que ofrezcan aval de
honestidad y de lucha contra la corrupción. Difícil pero no imposible
Y sobre todo
voluntad de cambio. No habrá victoria electoral sin cambio ético, social,
político y económico posible. Con la ley “Pulpín” AGP demostró que puede sintonizar
con los jóvenes mientras PPK y Keiko aparecieron desbordados y sin reflejos
ante los ímpetus y energía de las calles. La política ha cambiado, las redes y
la Internet facilitan conexiones y mensajes para difundir promesas ante una
situación nacional que hace agua en temas sociales y de seguridad.
Por eso el
lema elegido por Alan García para el 2016 es acertado: seguridad e igualdad. Lo
primero no necesita explicación, la inseguridad y los temores nos asaltan literalmente.
Pero la igualdad sí requiere precisión de contenidos y de modalidades, para sintonizar
con la gente que se indigna, conectar con la que se reclama afectada por las
discriminaciones y por esa ofensa permanente que son la pobreza y la corrupción.
Y en la
lucha contra la desigualdad podría estar la clave de su éxito, si la desagrega para
ubicarse pragmáticamente en el centro, de ser posible escorado a la izquierda
democrática y social que el patriarca Armando Villanueva tuvo como estandarte
hasta su muerte.
García sabe
que en la derecha se agolpan todos sus adversarios ambicionando el abrazo de la
CONFIEP. Entiende que su oferta de cambio responsable lo llevó a Palacio por
segunda vez cuando tenía todo en contra. Cuenta con la experiencia que le
permitirá la hegemonía, poner la agenda política y mediática electoral.
Aunque es
difícil ubicarse en el centro como espacio intermedio entre la izquierda y la derecha
desde que ambos polos casi se han mimetizado es necesario que ante los nuevos
desafíos trate de diferenciarse. Nuestro pueblo es más pragmático que
ideológico. Se fija en la ejecutoria y en la experiencia que contrasta con la
ineficiencia. AGP tiene miles de obras en su buen segundo gobierno pero no serán
suficientes. En tiempos en que la derecha de
Estados Unidos nacionaliza bancos, en que la izquierda aprueba ayudas
millonarias para salvarlos y que hasta un ex presidente francés como Sarkozy propone
"refundar el capitalismo" es imposible ser simplemente conservador o progresista.
Dice bien George Lakoff
que los electores toman su decisión basándose "en los valores, en la
capacidad de transmitir, la autenticidad y la confianza". Frente a la
razón priman las cuestiones simbólicas, morales y emocionales. Y en ello García
sigue siendo, además de político temible, intelectual cultivado con mucha
experiencia política y de gobierno lo que le permitirá tocar fibras con su lema
seguridad e igualdad. Veremos el
partido que logra.