¿MENSAJES RECIBIDOS?
En Correo el sábado 2 de Noviembre 2019
Las protestas convulsionan América Latina. Chile -el gran
paradigma del neoliberalismo- no se cansa de manifestar en las calles sin encontrar
límites para su violencia e indignación. Como Tony Judt tituló su obra póstuma Algo va mal cuando no se comprende el
extremo de los abusos, el maltrato y la desigualdad sistémica. Cuando el
sentido común se pierde y el temor se enseñorea la paz social es una ficción.
Nadie duda que lo que sucede en otros países es una señal de alerta. Así debe haberlo
sentido Martín Vizcarra cuando en la peculiar investidura de su gabinete en
Palacio de Gobierno saludó la admisibilidad de la demanda competencial por el
TC e insistió en atender aspectos sociales como la salud o el incremento del
sueldo mínimo, aunque sabía que afrontaría resistencias empresariales. Ojalá entendiera
que no es posible dejar la definición de los destinos nacionales a multitudes
que pueden arrasar derechos e instituciones con altísimos costos humanos y
económicos.
La violencia está en toda la región, de México a Chile
pasando por América Central y en especial en Venezuela donde el estado de
derecho, la institucionalidad y la democracia son un engaño. El Perú no está vacunado
contra el contagio. Tiene demasiadas demandas sociales embalsadas a lo que se
agrega el gravísimo telón de fondo de la corrupción que nos está dejando sin dirigentes
confiables. Tenemos una urgencia acelerada de cambio de élites como en los
países en que las guerras arrasan generaciones. Por eso necesitamos instituciones
sólidas y democracia igualitaria. La crisis de confianza puede desestabilizar
coyunturas y horizontes nacionales. La licencia a Tía María es un test
riesgoso. Idealmente el Perú podría lograr una mejor representación y apostar
por el futuro con democracia y madurez pero la urgente agenda social espera atención
inmediata para prevenir estallidos. En momento
tan difícil y complicado no funcionan respuestas ambiguas, toca tomar
decisiones.