EL VENDAVAL
QUE SE VIENE
En Político.pe el 31 de diciembre del 2016
¿De qué dimensión es
el escándalo que amenaza con llevarse de encuentro a políticos y altos
funcionarios de los gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala?
Cuánta firmeza, decisión y transparencia se necesitará del gobierno de PPK para
preservar su autoridad ética y política mientras golpean los vientos y el ruido
político se incrementa hasta ser ensordecedor.
Los optimistas
afirman que en nuestro país las crisis políticas o económicas no lo son tanto
ni duran demasiado. Que somos un pueblo que siempre sale bien librado porque
vivimos al borde del abismo y nuestra capacidad es la resiliencia. Ojalá fuera
así y el escándalo Lava Jato lo convirtiéramos en la oportunidad nacional para luchar
de verdad contra la corrupción que junto a la inseguridad ciudadana es el
principal problema nacional. Al terminar el 2016 la corrupción se levanta como
un inmenso fantasma destructor frente al cual resultan banales las comisiones y
los informes. Todavía no tenemos un plan serio de acción que nos convenza de que
existe voluntad política para combatirla.
Lava Jato se anuncia
como un vendaval que podría barrer terrenos políticos desde la raíz, un
accionar que podría demostrarnos que lo que no pudimos hacer nosotros sí puede lograrse
con motivación externa. Que entendamos que nada es posible si la corrupción
continúa corroyendo estructuras políticas y económicas. Si se quiere dinamizar
la economía y que la gente no se impregne de pesimismo y desconcierto tenemos
que afrontar la corrupción y la inseguridad.
PPK va
a tener que hilar fino para enfrentar, sin sufrir daños personales, los
cuestionamientos que ya circulan sobre su ejecutoria como titular del MEF cuando
exoneró del SNIP a la Interoceánica Sur. Si es o no socio del financista
chileno Gerardo Sepúlveda quien también trabajó para Odebrecht en el Perú el
2007 para obras por US$500 millones. Y cómo sustenta su afirmación de que todo
lo que ha realizado la empresa brasileña no es corrupto.
El Perú necesita tener la
seguridad de que su presidente Pedro Pablo Kuczynski no está involucrado. Ha
hecho suficientes méritos para que creamos en su honestidad pero el vendaval
viene muy fuerte y la transparencia es un imperativo si quiere mantenerse en su
cargo.
Y ojalá que las denuncias no derriben
la imagen de ex presidentes ni de altos funcionarios aún actuantes dentro del
Estado. Fuera de adhesiones o cuestionamientos la democracia peruana necesita
líderes honestos sin los cuales se vendría abajo la ilusión de la quinta
elección nacional sin interrupciones. Estaríamos ante mucho más que una crisis
de gobernabilidad. Nos quedaríamos sin clase política.
Ni catastrofismo ni ceguera. Podemos
y debemos confiar en nuestras reservas políticas y democráticas pero no
demasiado, lo suficiente para que el país, sin descuidar las alarmas, se fortalezca
éticamente para no retroceder a tiempos de autoritarismo que nadie desea.