¿DE LA ESPERANZA
AL PESIMISMO?
En Correo el 31 de diciembre del 2016
Mañana comenzamos el 2017. Así
como el espíritu navideño no estuvo a la cita tampoco el año nuevo renueva el
ánimo de los preocupados por el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski. Su primer
semestre merece una realista evaluación para evitar se repitan problemas que no
se debieron precisamente a la oposición. Que tenga en cuenta su congénita debilidad
política por la falta de partido de gobierno y de una bancada eficaz y
cohesionada a lo que une un gabinete que no ha dado fuego, que no le ha servido
para hacer política, para enfrentar con habilidad al fujimorismo avasallador. La
más reciente patinada echó por tierra las ilusiones de un equilibrio entre
poderes y de una voluntad concertadora.
Con el nuevo año PPK tiene la oportunidad
de cambiar de estilo y de personas, de renovar su equipo inicial pues con él no
logró preservar ese gran capital de esperanza que generó su discurso patrio
ante el Congreso. ¿dónde está la revolución social prometida? ¿Dónde el
cumplimiento de sus famosos siete mandamientos?
Por lo pronto ahora le
corresponde enfrentar el vendaval Lava Jato que amenaza cargar con el santo y
la limosna. No sabemos cuánto afectará a los políticos pero estamos ante un
periodo clave que pondrá a prueba todas sus habilidades como gobernante y hasta
su propia estabilidad. Nada le viene fácil, no es pan comido como podrían
pretender los desaprensivos. Se quedó sin espacio para bromas ni debilidades. Menos
fiesta y más responsabilidad. Necesitamos un gobierno con los pantalones bien
puestos y suficiente liderazgo. En el 2016 PPK llegó al poder. Que en el 2017 aprenda
a gobernar poniendo pie firme a tierra ante los frondosos vientos y el ruido político de los sobornos de Odebrecht. Que no lo
alcancen es el mayor pedido. Y que el 2017 podamos recuperar algo del optimismo
perdido.
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