sábado, 6 de diciembre de 2014

ALGO VA MAL



¿SÓLO NOS QUEDA URRESTI?
Publicado en Correo el 6 de diciembre del 2014
 
Ingresamos al fin del 2014 y dentro de poco claramente al 2015 preelectoral. Aunque pareciera que los tiempos se acortan y el país se está cansando prematuramente del gobierno. Pero no solo del régimen, cada vez más dudas arrastran a la democracia con voces destacadas declarando que no ha ayudado a desterrar la corrupción que tanto denostamos en el fujimorato. Cuando pedíamos a gritos su retorno como la panacea que cambiaría nuestro país de permisivo, autoritario y corrupto a ético, honesto e igualitario.
 
No sucedió. Pasaron catorce años del estrepitoso derrumbe del fujimontesinismo, con la fuga del dictador y su asesor, con la sensación de repulsa por los vladivideos y los millones amasados en un cogobierno que nos colmó la paciencia moral. Pero los gobiernos que siguieron al denostado –salvo el transicional de Valentín Paniagua- no cambiaron el escenario de las corruptelas, tampoco proyectaron la energía que merece la lucha contra la corrupción. No dieron seguridad ni confianza de que el país no seguiría siendo un botín. Incluso el joven comandante Ollanta Humala que se levantó en Locumba con un puñado de oficiales puros e idealista -como desde la presidencia los califica- aparecen descoloridos y sin brillo, sin capacidad de ofrecer un rostro distinto. En el extremo hasta se les vincula a una farsesca opereta montesinista.
 
¿Dónde está la credibilidad y dónde los valores morales de la democracia recuperada? La telaraña de las corruptelas que pasan de menores a mayores se está llevando la estabilidad y la confianza. La incapacidad de sancionar a los corruptos, de darnos seguridad ante la creciente crisis delincuencial y económica, los discursos demagógicos, realmente la afectan. 
 
La inversión del orden moral y legal y el mal uso abierto del poder conspiran contra toda estabilidad especialmente aquella que la inversión necesita para sobrevivir y reproducirse. Lo estamos viendo en México otrora atractivo de capitales hoy asolado por la corrupción, la violencia y los temores. Es un espejo en el que nadie quiere verse. Cuando ya que no queden mecanismos institucionales para detener la inseguridad que enseñoreada se lleva los derechos y libertades fundamentales sólo nos quedará el general Daniel Urresti para calmarnos con maniobras epidérmicas y distractivas. Algo va mal y podría ir peor.
 

LA CORRUPCION SE EXTIENDE



EL PODER DE LA OSCURIDAD


Publicado en Diario Uno el 6 de diciembre del 2014
 
Samuel Huntington, de la Universidad de Harvard, indicaba que un principio científico es que "el poder se mantiene fuerte cuando permanece en lo oscuro. Expuesto a la luz del sol, empieza a evaporarse". Algo de eso debe estar pasando en nuestro país cuando tantos poderosos se aferran a la oscuridad para seguir sus andanzas con tranquilidad, seguros de que los reflectores los debilitarán. Cuando se pone algo de luz sobre ellos apuestan a volver a la oscuridad que los protege y los anima.

Parece estar sucediendo con el actual gobierno que reacciona mal cuando algunos periodistas asertivos advierten que la democracia está siendo afectada por la desconfianza y la inseguridad. La corrupción es una amenaza real a la democracia y la incapacidad para combatirla se convierte en problema nacional.

Juan Cole, el destacado profesor de historia de la Universidad de Michigan, ofreció una receta de "cómo crear una dictadura" en su blog, Informed Comment. Puso en primer lugar "clasificar como secreto todo crimen gubernamental y violaciones de la Constitución" y agregó "espiar al público en violación de la Constitución" y “criminalizar las denuncias de abusos del gobierno como ‘terrorismo’.

La receta está relacionada con los problemas de la primera democracia del mundo, la norteamericana, pero su filo es también aplicable a países con menor madurez democrática y mayor inseguridad como el nuestro. No basta que las cúpulas políticas repitan que están haciendo todo lo posible en seguridad y en políticas económicas y sociales, la población está y se siente en indefensión, vulnerable en la medida que nadie le da seguridad ni protección. Y en ese yermo de la desesperanza surge cual Chapulín Colorado, el general Daniel Urresti que hace noticia cada día, en los medios que lo siguen por su buena onda y su histrionismo simplón que alegra las mañanas. Es el sucedáneo del gobernante que debería dar confianza pero no la da.

Sabemos que la criminalidad acecha y que Urresti no es el gladiador que la desterrará pero sus arrestos ayudan a calmar la ansiedad ante la inacción y los temores a una violencia que puede alcanzarnos cada día en la casa o en la calle. El montaje eficiente y cotidiano torna en psicosocial permanente que viene favoreciendo al general Urresti en las encuestas más que a ningún miembro de la cúpula de gobierno. Pero los calmantes no sanan, incluso pueden empeorar la enfermedad en ausencia del medicamento adecuado. La indefensión ciudadana continúa y puede llevarnos a la inestabilidad más que a una candidatura presidencial exitosa.

Más aún cuando vemos que las corruptelas crecen y no hay respuesta gubernamental ante los escándalos de los López Meneses, Belaunde Lossio que se emparentan con los Alvarez y los Orellana. No sabemos qué está pasando. Sólo sabemos que por un lado el General se posiciona bien en las encuestas por el otro la oscuridad sigue protegiendo a los delincuentes. Algo va mal y puede ir peor.