lunes, 15 de octubre de 2018


DEFENDER 
LOS CONTRAPODERES

Publicado en Político.pe el 14 10 18

En estos días turbulentos hay alarmas y gritos acusando intentos de golpe de estado. Hay preocupación por un presidente como Martín Vizcarra que juega con la idea del cierre del Congreso como si banalizar la democracia pudiera dar frutos. A ello se agregan los temores que proliferan después de la debacle electoral fujimorista y la prisión preliminar de Keiko Fujimori acompañada de su plana mayor partidaria. La corrupción de un megacaso como Lava Jato engendra demasiados miedos y muchos intentan protegerse buscando intervenir o influir en la institución que pueda impartir justicia al gusto y medida de los involucrados.
No es así. Si queremos mantener la democracia y el estado de derecho debemos preocuparnos por el irrespeto a la institucionalidad y por la permanencia de contrapoderes activos y efectivos. Estos son el Congreso y el Poder Judicial pero también instituciones autónomas como el Ministerio Público.
Martín Vizcarra que llegó al poder gracias a los mecanismos de una democracia madura ha comenzado a dar señales del mareo en las alturas y esgrime la amenaza del cierre del congreso y hasta la de una posible intervención por emergencia del Ministerio Público. Nadie entiende su tirria mayor contra el Fiscal Pedro Chávarry que puede haber cometido errores pero ningún delito descomunal en el ejercicio de la función que justifique su destitución y menos aún una desproporcionada inhabilitación cívica. Temores desmesurados pueden generar acciones y errores también desmesurados que lleguen a violaciones constitucionales.
Vizcarra puede gozar ahora de un amplio apoyo popular y estar orgulloso de sus sucesivas victorias pero las encuestas pueden ser flor de un día, debe cultivar su talante democrático que es un valor permanente. El referéndum está a la puerta pero debe darse en un clima de tranquilidad y reflexión no en el de turbulencias provocadas o de inestabilidad discutiblemente rentable. Vizcarra puede pasar a la historia por sus reformas políticas importantes que serán materia de la consulta popular pero también negativamente si cede a los cantos de sirena del personalismo autoritario. Si bien ha salido ganando en su confrontación con un Congreso abrumadoramente desaprobado ello no quiere decir que puede ir contra la democracia y el estado de derecho que es el patrimonio a preservar. Puede afirmar su autoridad políticamente frente a los excesos del Legislativo pero no amenazar sistemáticamente con cerrarlo. Puede discrepar de Pedro Chávarry pero no exigir su renuncia y menos intervenir la Fiscalía de la Nación.
El jefe de Estado no puede sumarse al aquelarre y menos dejar sospechas de que lo hace en su beneficio, debe estar por encima de los poderes del estado que separados y divididos conforman el escenario democrático para equilibrarse unos a otros, el Ejecutivo no puede ni debe concentrar el poder debilitando instituciones que configuran el indispensable estado de derecho.
Ya no vivimos tiempos de golpes de Estado, alarmarnos o gritar la amenaza es ingenuo o malintencionado. No necesitamos la confrontación permanente pero tampoco la pacificación del autoritarismo.


DEFENDER LA DEMOCRACIA

Mi columna HOJA DE TIEMPO en Correo del 13 10 18
Días más que turbulentos. Traen a la memoria los últimos del fujimorismo de fines del dos mil cuando la renuncia de Fujimori llevó a Valentín Paniagua a la Presidencia. La diferencia está en que la democracia fue puesta en el centro del debate y de la protección. Nos costó mucho recuperarla de las garras de quienes habían hecho del país un botín de guerra y necesitábamos defenderla a como diera lugar. Había demasiados intereses después de una década en que los grupos económicos y políticos vinculados al fujimorismo se veían perdidos y muchos temían entrar a la cárcel como en efecto sucedió. Hoy también los temores mandan después de una contienda electoral en la que el fujimorismo vuelve a tocar el piso de la derrota y el elemento corrupción es protagónico y amenazante. Demasiados involucrados en el Lava Jato presionan con todas las armas a su alcance y las instituciones que deben impartir justicia están en el centro de las preocupaciones y de las influencias posibles. A la debacle fujimorista le ha seguido la prisión de la plana mayor de su dirigencia incluida la de Keiko Fujimori mientras el líder histórico aguarda su retorno a la DIROES post anulación del indulto concedido por PPK. La situación puede ser confusa y alarmante pero lo único que debe permanecer estable, cierto e irreductible es la defensa de la democracia y del estado de derecho. No podemos hablar irresponsablemente de golpes de estado como antaño y el equilibrio de poderes inherente debe permanecer a toda costa. Ni el Congreso puede ser sistemáticamente amenazado de cierre como está sucediendo ni la Fiscalía de la Nación puede ser intervenida. No se trata de desestabilizar sino de preservar los contrapoderes para no alentar personalismos autoritarios. Así lo deben entender  el Presidente Martín Vizcarra, sus ministros y por supuesto las mayorías y minorías del Congreso.