EL SELFIE
Publicado en Correo el 08 de agosto del 2015
Incluso en un club de barrio al
jefe se le escucha. Es norma elemental de educación, respeto y atención. La
Constitución señala que el Presidente de la República no solo representa, personifica
a la nación, un grado más para su dignidad y para la consideración debida.
Nadie más alto en la escala de las reverencias, le hemos trasferido soberanía y
concedido la inmensa facultad de dirigir nuestros destinos.
Muchos pensamos que el discurso de Ollanta Humala del 28 de julio fue incompleto,
débil, falto de optimismo. Y también debe haberlo sentido él cuando quiso
completarlo en un ambiente menos solemne y permitió al pueblo ingresar al patio
de Palacio para dar un mensaje más ligero pero no menos importante.
El conjunto de ministros es una segunda línea
que defiende, argumenta, respalda y difunde lo dicho por el mandatario. Pero los
ministros salieron rápido siguiendo al gobernante. Ya en Palacio asistieron al segundo
discurso pero solo algunos se comportaron bien, los que estaban atrás cual
adolescentes bulliciosos, sin tino ni cuidado, le dieron la espalda cuando se dirigía
al pueblo y se dedicaron a tomarse un selfie para el facebook o para el recuerdo.
No esperaron al fin del acto, conmovidos como estaban por su rol ante la
historia. Pero la toma del selfie pasará a la historia de la indignidad. Muchos
han preferido callar ante este signo de deterioro de autoridad de un gobierno al
que le quedan 12 meses de responsabilidad, dignidad y eficiencia. Echaron esta misión
por la borda, sin escuchar al gobernante dieron una mala instrucción moral a la
nación. Quien la personifica no vale ser escuchado. No deben continuar.