domingo, 9 de agosto de 2015


EL SELFIE
 

Publicado en Correo el 08 de agosto del 2015
Incluso en un club de barrio al jefe se le escucha. Es norma elemental de educación, respeto y atención. La Constitución señala que el Presidente de la República no solo representa, personifica a la nación, un grado más para su dignidad y para la consideración debida. Nadie más alto en la escala de las reverencias, le hemos trasferido soberanía y concedido la inmensa facultad de dirigir nuestros destinos.

Muchos pensamos que el discurso de Ollanta Humala del 28 de julio fue incompleto, débil, falto de optimismo. Y también debe haberlo sentido él cuando quiso completarlo en un ambiente menos solemne y permitió al pueblo ingresar al patio de Palacio para dar un mensaje más ligero pero no menos importante.
El conjunto de ministros es una segunda línea que defiende, argumenta, respalda y difunde lo dicho por el mandatario. Pero los ministros salieron rápido siguiendo al gobernante. Ya en Palacio asistieron al segundo discurso pero solo algunos se comportaron bien, los que estaban atrás cual adolescentes bulliciosos, sin tino ni cuidado, le dieron la espalda cuando se dirigía al pueblo y se dedicaron a tomarse un selfie para el facebook o para el recuerdo. No esperaron al fin del acto, conmovidos como estaban por su rol ante la historia. Pero la toma del selfie pasará a la historia de la indignidad. Muchos han preferido callar ante este signo de deterioro de autoridad de un gobierno al que le quedan 12 meses de responsabilidad, dignidad y eficiencia. Echaron esta misión por la borda, sin escuchar al gobernante dieron una mala instrucción moral a la nación. Quien la personifica no vale ser escuchado. No deben continuar.

 

TRÁNSFUGAS,
¿RENEGADOS O CONSECUENTES?

Publicado en Político.pe el 9 de agosto del 2015

El desbande de la bancada oficialista no termina. Nadie sabe con cuántos parlamentarios terminará. Ollanta Humala. Ahora critica el trasfuguismo pero con soberbia en algún momento les dijo que las puertas estaban abiertas. Ante el maltrato la respuesta fue formar Dignidad y Democracia un nuevo grupo para nada exacerbado que hoy comparte exitosamente la directiva congresal. 

Está en agenda la pena al transfuguismo. Bien que así sea pero el que hoy vemos es diferente al que se produjo durante el fujimorismo cuando algunos congresistas fueron sobornados por el Asesor. Lejos de eso, es evidente que Humala y la presidenta del nacionalismo, su esposa, tienen mucho que ver con las deserciones. No se trata de inconsecuencia sino de resistencia al maltrato y de dignidad ante la manipulación ostensible, por ejemplo, para imponer a quien menos merecía a la presidencia del Congreso o para vetar por capricho aún pagando alto costo político. Una bancada se conduce por consensos para ganar la voluntad y que todos sigan una misma línea. Sabe bien el presidente que no puede imponerse como en un cuartel y que la “disciplina partidaria” es un mito si no se convence con el diálogo. Los congresistas no obedecen mandato imperativo mayor que el de su conciencia y si cambian de bancada por razones justificadas no lesionan la representatividad ni la autonomía recibidas con el voto. Por el contrario permanecer en un partido que cambia principios y promesas puede verse como obsecuencia más que como disciplina. Y retirarse de ella puede ser consecuencia y consistencia ante instrucciones que no se comparten éticamente. El transfuguismo no es traición si el partido es el que traiciona.

Esperamos una reforma electoral bien pensada que no penalice la coherencia y mejore la representatividad de los partidos. No se logrará sancionando los cambios de bancada justificados por la incapacidad de los líderes para mantener un frente parlamentario unido. La ciudadanía sabe cuando los congresistas tienen razón. Reconocer errores es afrontar los propios límites y la incompetencia en el origen del desbande que afecta al nacionalismo.