EL SUPERASESOR
Publicado en Correo el 15 octubre 2016
Tenemos problemas con los asesores, los que aconsejan
y nunca ejecutan, que no asumen las responsabilidades de tomar las decisiones. Los
asesores, para vergüenza ajena de quienes hemos ocupado muchas veces dicho
cargo, causan desaguisados. Desde superlativos como sucedió con Vladimiro
Montesinos, el alter ego de Alberto Fujimori, el de las corbatas iguales y la
sonrisa torcida, hasta mayores como el que acaba de revelarse con el
superasesor presidencial en salud Carlos Moreno. El impacto es mayúsculo, al
interior y en el extranjero.
Un régimen casi nuevo con oferta de tolerancia cero
frente a la corrupción, tenía en su seno, en el lugar más privilegiado posible -Palacio
de Gobierno- a un verdadero pillo prontuariado. No le dieron miedo a PPK las
advertencias que dejó de escuchar por exceso de confianza como no teme ahora las
repercusiones de este escándalo que lo peor que puede hacer es banalizar. Un
escándalo auroral que mancha a su gobierno y a él mismo, que lo deja mal parado
en su criterio para elegir colaboradores y lo coloca en la obligación de
investigar con quiénes actuaba Moreno, en especial los mencionados en el
repulsivo audio.
PPK tiene que saber a quiénes puede tener cerca y a
quiénes bien lejos en tiempos de sanguijuelas que toman el gobierno como botín.
Se impone la mano dura, Nada peor que cuando en apariencia todo funciona
correctamente y salta la amenaza. Los ciudadanos vigilan la enfermedad que
puede matar al régimen. No se trata de proteger amigos, se juegan intereses
mayores. Se trata del judas que lo traicionó, que dijo que no cobraría su sueldo
pero pretendía llevarse todo a su alcance. Con amigos así quién necesita
enemigos. Patético, doloroso, humillante y aterrador si no se ponen límites y
se buscan otras amenazas que de seguro están ahí.