¿SERÁ POSIBLE EVITAR
LOS CASOS MORENO?
Publicado en Político.pe el 15 de octubre 2016
Todo
estaba yendo bien para PPK y su gobierno. Con su popularidad en ascenso, en
plena luna de miel con la ciudadanía, no había nubes que presagiaran un colapso
ético como el producido por los audios del médico Carlos Moreno, ex asesor
presidencial en salud. Los medios de comunicación han reflejado cabalmente la indignación
de la ciudadanía porque se trata de negociados con la salud de los más pobres.
El caso da para mucho pero donde más golpea es en la credibilidad del régimen
que ofreció tolerancia cero en corrupción.
No se
trata solo de formular la denuncia penal correspondiente o de la consecuente separación
del altísimo cargo que desempeñaba. Se trata de saber si habrá suficientes
mecanismos y filtros para evitar que un caso similar se repita. ¿Qué hará el Gobierno, para
evaluar a sus altos colaboradores? ¿La detección temprana funcionará sobre los
antecedentes? ¿Habrá voluntad suficiente para alejar a conocidos lobbystas de cercanía
altamente riesgosa?
Si no
fuera así pronto estaríamos lamentando otro escándalo de envergadura. Porque la
confianza que se entrega al funcionario debe tener como contraparte el
compromiso personal de honestidad y para garantizarla valen todos los recursos
y medidas, desde el elemental googleo hasta los antecedentes de inteligencia.
Pero donde mueren los
intentos es en las amistades peligrosas que dejan pequeños los intentos
preventivos. Ya conocimos la corrupción de los noventa con un Vladimiro Montesinos
que si no hubiera grabado sus encuentros hubiera culminado en olor de santidad.
Igual hubiera sucedido con un Carlos Moreno que si no hubiera sido grabado
continuaría sin problemas con sus planes y estrategias para atender “mejor” la
salud de los pobres convertidos, contradictoriamente, en una mina de oro.
Lo peor es que
impactos mediáticos como el de los vladivideos, los petroaudios y ahora los
morenoaudios lesionan la confianza en la democracia y exhiben la fragilidad de
los estados-gobiernos que poco o nada han podido hacer hasta la fecha ante el
flagelo de los influyentes colocados en sitios estratégicos. Hay inoperancia en
el aparato administrativo y más aún en el judicial lento, burocrático y plagado
de intereses.
Mucho
se habla de reformar el Estado pero hasta que ello suceda podría pensarse en Tribunales
de Honor en cada instancia administrativa para que reciban denuncias de
trabajadores debidamente protegidos que podrían aportar pruebas verificables y
por ello recibir recompensas. Este procedimiento ha dado resultado en otros
países.
Algo
hay que hacer, urgen decisiones para detener a los forajidos que escondidos bajo
falsas respetabilidades actúan amparados en el silencio o la permisividad de
sus subordinados, que no se atreven a comprometer su empleo ni su estabilidad. Cuando
hay vigilancia ciudadana es más difícil delinquir o planear aprovechamientos
ilegales que hasta ahora muchos ven y pocos denuncian. A grandes males grandes
remedios.
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