lunes, 14 de diciembre de 2015


ENTRE EL BAILE
Y EL MARKETING

Publicado en Político.pe el 11 12 15
Plata como cancha es una frase que está haciendo fortuna en esta campaña. La política como negocio y como empresa que conecta con las ilusiones e intereses de quienes ven en el poder político una vía de movilidad personal y un botín que espera. La política convertida en aventura personal, las responsabilidades en oportunidades de grupo, el afán de enriquecimiento y de poder en la brújula que orienta lo que antes era una misión de servicio y ahora es un lance por el que apuestan ingentes cantidades de dinero.

El mercadeo o marketing publicitario de candidatos debería tener  un correlato de propuestas serias y fundamentadas pero interesan más las calidades del candidato-producto cuya imagen se vende más con conocimientos de cosmetología que de ideología. Preocupa, por ejemplo, la informalidad política que encarna César Acuña en las antípodas de un PPK que busca ganar adhesiones con propuestas racionales. El baile y la plata con soporte de habilidad marketera y publicitaria podría dejar atrás a cualquier político no actualizado en el Totó y en los mitines de música y diversión que relegan las promesas electorales para salir de la crisis de inseguridad y de la economía paralizada.

Y el baile recién comienza y está dando resultados. A contracorriente de la razón, la preparación, la experiencia y el conocimiento de los problemas nacionales, está una nube de candidatos a la presidencia con millones que se invierten en publicidad marketera mejor si es hábilmente conducida por un publicista extranjero bien rankeado. Las ambiciones parlamentarias están desatadas sin rubor y el ciudadano ve cómo su voluntad decisoria se devalúa al ritmo del Totó, relegada entre la fanfarria y la fiesta.

Los candidatos se llenan de frases de respeto al soberano, de consolidación de  la democracia y de las instituciones, de libre empresa, de sociedad abierta pero la política es negociada al mejor postor. Parecería que no estamos decidiendo nuestro destino nacional sino asistiendo a una feria de vanidades, aventuras y aprovechamientos donde el dinero es el gran decidor. ¿Alcanzarán instituciones como el JNE, Transparencia y los escasos partidos organizados, para poner equilibrio en este escenario o asistiremos al triunfo de la informalidad política irrigada por la plata como cancha que coloca la rendición de cuentas en el desván? Advertencia a tiempo es doblemente útil, constatación oportuna es indispensable. En eso estamos.

INFORMALIDAD Y POLITICA

Mi columna HOJA DE TIEMPO publicada en Correo publicada el 11 12 15
Acostumbrados a nuestro país informal no nos percatamos que ya aterrizamos en la informalidad política por la debilidad de nuestras instituciones, entre ellas la de los partidos políticos. Por un  lado van las formas y por otro el fondo. Pretendemos la alternancia  democrática, el voto informado, la responsabilidad ciudadana, ubicar al candidato confiable que se convierta en el mejor gobernante, pero los mensajes van en dirección opuesta. ¿Qué podemos esperar si para muchos las leyes y regulaciones son una ficción? ¿Tendremos esta vez un partido de gobierno que responda adecuadamente y afiance las prácticas republicanas que nos llevarán a buen puerto? ¿Dejarán los candidatos las bromas, los bailes y el Totó para reemplazarlos por propuestas que en algún momento y lugar lograrán ser debatidas? Ojalá fuera así, están en riesgo los pocos o muchos avances nacionales de estos cinco lustros del siglo XXI.

La informalidad económica es parte del paisaje, la que maneja grandes cantidades de dinero, soslaya la bancarización, deja de pagar impuestos o los reduce vía influencias o triquiñuelas. Ese espacio donde todo vale incluso negociar privilegios bajo la mesa porque el gran decidor es el dinero y la perspectiva de la ganancia, concepto matriz del capitalismo que en política tiene su correlato en la democracia liberal. Pero en el Perú podrían no ir juntos, la informalidad política avanza con su ferocidad depredadora en una campaña electoral que enseñorea sin rubor diatribas, ataques  y conceptos como plata como cancha y roba pero hace obra. Todo vale para alcanzar el poder, hasta el pluralismo esencial se distorsiona y se licúa en una fragmentación penosa y en la aparición de plataformas y movimientos circunstanciales que hacen de la llegada al poder el máximo logro personal y no un resultado de la razón, la capacidad y la experiencia. No parece necesario prepararse profesionalmente para llegar a la Presidencia cualquiera puede hacerlo si tiene un costal de dinero y muchos operadores pagados a la manera de un negocio, la política como modo de vida y de hacer dinero. ¿Y el destino del país? No interesa, bailemos el Totó, hagamos propuestas aleatorias, encandilemos electores con el progreso y el dinero fácil. Ir a las urnas será solo una pascana entre la fiesta y la diversión.