domingo, 17 de diciembre de 2017


RECIDIVA

MARIA DEL PILAR TELLO 17 DICIEMBRE, 2017

Se dice que los demócratas somos los culpables por los políticos que tenemos y en especial por el posfujimorismo que ha decepcionado a quienes entregamos diez años de nuestras vidas en la resistencia al fujimontesinismo.

Cuando este régimen malsano cayó, la euforia mató a la reflexión, no pensamos en un retorno del mal, ni en una refundación de la institucionalidad, no curamos al cáncer de raíz y ahora estamos ante una recidiva, es decir ante la repetición de la enfermedad terminada la convalecencia.

Nos invade la tristeza y ni siquiera podemos desear felices fiestas de fin de año. El drama nos gana, no parece haber forma de evitar que desde el Parlamento tomado por el fujimorismo que, sin recordar su historia infame, se apresta a coronarse como el campeón de la lucha contra la corrupción y los guardianes de la moral pública.

Ni el mejor guionista de cine hubiera imaginado esta situación perversa de retorno de los tiburones con sus métodos y sus formas. Tienen los votos y los números como lo único que cuenta en esta historia desoladora. Verlos en la pantalla proclamando honestidad y preocupación por la gente, escarapela. Son la imagen del cinismo político. Estamos más que advertidos de lo que pasará,  cuando se hagan del poder total. Tienen justificada mala fama y aunque gran parte de nuestros jóvenes no la conocen son ellos los que toman las calles que sus mayores desdeñan. Así es el ser humano. La permisividad es también complicidad.

El vendaval Lava Jato jaquea a políticos y empresarios. Y el fujimorismo está involucrado, en especial su lideresa y su financista, ambos investigados por lavado de activos. Por eso han puesto en marcha, cuando ya veían venir las garras de la justicia, el operativo de blindaje con el avasallamiento de las instituciones y la posible vacancia del Presidente. Saben que sus responsabilidades están claras para el Ministerio Fiscal al que quieren acallar y amedrentar.

Por eso una de las claves para enfrentar esta recidiva del fujimorismo es el Ministerio Público cuyo titular está en la picota. En el reino de la consigna y la prepotencia pueden hacer caer al Presidente de la República, elegido por todos los peruanos y más aún podrán hacerlo con el Fiscal de la Nación Pablo Sánchez.

Sin embargo ambos tienen todavía mucho juego político en los días que todavía están en sus cargos. Si piensan en el país y no solo en la picota que los espera.

Ese país que recuerda la década de los noventa y clama porque no regresen al control total político y social. Ya los conocemos y aunque Fujimori y Montesinos estén en prisión la esencia del mal está ahí como lo vienen demostrando. Nos aterra la sonrisa oblicua de satisfacción mientras destrozan las instituciones y se imponen sobre la verdad, la corrección y el derecho. Tuvieron más de diez años de gobiernos, en plural, para demostrarnos de lo que son capaces.

No permitamos que regresen. Podemos seguir luchando contra la corrupción con respeto a las leyes, a la democracia y a las instituciones. Si hay que cambiar al Presidente, una vez demostrada su culpabilidad, lo haremos sin aceptar un mal peor. No les demos la oportunidad de la recidiva, no permitamos que la autocracia y la corrupción fujimorista, terminen con el organismo sano de la nación y de paso con la democracia.

No arrojar el agua sucia con el bebe adentro.




VACANCIA 
SIN DEBIDO PROCESO


En Correo el 16 de diciembre del 2017

La vacancia presidencial parece estar en marcha. La moción ha sido presentada y para nada ha servido la respuesta de PPK ante la gran tormenta originada por los reportes de Odebrecht sobre supuestos pagos recibidos. El gesto de resistencia del Presidente de rechazar la renuncia y ofrecer la apertura de su secreto bancario para encontrar la ruta del dinero ha sido desatendido. El destino del país está en juego y entramos en una dinámica política en la que se trata de mi verdad contra la tuya sin más pruebas.

La renuncia o la vacancia son decisiones políticas de envergadura que deben ser legitimadas. Si bien la vacancia se trata de pérdida de confianza por equilibrio y mesura no puede asumirse como verdad única e irrebatible lo que dice una empresa que se ha caracterizado por la duplicidad, el engaño y la mala fe. Debe atenderse a la otra versión, la del imputado y dar tiempo a investigarla junto a los documentos acusatorios que habría entregado Alejandro Toledo a la Fiscalía contra PPK.

En un Estado de Derecho ninguna decisión política descarta lo jurídico. Si la oposición, liderada por el fujimorismo, quiere seguir adelante con la vacancia presidencial por incapacidad moral, sin atender la investigación y las pruebas, lo hará valiéndose de su superioridad numérica. Estamos contra todo linchamiento más aún el político a tan alto nivel que ofrece un penoso espectáculo nacional e internacional.


PPK es responsable de esta situación por negligente y manipulador pero tiene derecho a defenderse. Que la apertura de su secreto bancario permita que se prueben los abonos que Odebrecht afirma que entregó. Y que se sepa si PPK los recibió. Que no se imponga el cálculo político. Le asiste al Presidente la garantía del debido proceso y de la prueba de los cargos antes de ser vacado y no después.

¿VACANCIA 
O LINCHAMIENTO?

En Político.pe el 16 de diciembre 2017

La vacancia presidencial está en marcha. La situación es grave y afecta la gobernabilidad del país con repercusiones en el crecimiento económico y en las inversiones. Políticamente la oposición ha llegado rápidamente a extremos con poca serenidad o reflexión. No se trata de cubrir delitos de ningún político. Pero tampoco de cubrirse mientras se grita al ladrón.

Lo que hay es un reporte de Odebrecht sobre supuestos pagos a PPK durante el tiempo en que fue primer Ministro y Ministro de Economía, que de haberlos recibido sería absolutamente punible. A partir de ello el fujimorismo, acompañado de otras bancadas, usa esta información para descalificar las versiones de PPK y generar una crisis de confianza. Lo acusan de incapacidad moral con apresuramiento sospechoso por el cual se da a Odebrecht todos los beneficios de la credibilidad y ninguno al presunto imputado al que le echan todos los leones pidiendo su renuncia inmediata, sitiándolo con la vacancia que ya está en camino.

No se trata de cualquier ciudadano. Es el Jefe de Estado elegido por la voluntad mayoritaria del pueblo. El que ha negado resueltamente haber recibido esos pagos y ha pedido el levantamiento de su secreto bancario y financiero, gesto importante y suficiente para que se cumpla con lo elemental que es investigar, más aún si de ello depende la gobernabilidad y la estabilidad del país.

Ya el escenario se ha llenado de opiniones, llamados a la serenidad que es lo que más falta. Se anticipan escenarios posteriores a la vacancia como si fuera ya un hecho. Y tal vez ya lo sea. Pero no se entiende la prisa ni la furia si no hay intereses subalternos detrás. El tono del fujimorismo es atrevido, insolente y arbitrario con poco respeto a las instituciones y a la ciudadanía.

A contracorriente de quienes consideran a PPK un cadáver político él no ha querido renunciar y se ha defendido con la apertura de su secreto bancario y financiero. Solo a partir de ello quedará clara la ruta del dinero y se verá si lo dicho por Odebrecht responde o no a la verdad. La reacción de PPK puede ser tardía, de hecho no borra sus imprecisiones o presuntas falsedades, pero entrega un arma fundamental para la investigación que pone la bola en el Ministerio Público cuya acción debería descartar toda arbitrariedad con la prueba de los cargos como debe ser.

Pero eso no vale cuando la decisión política ya parece tomada con furias e indignaciones ad hoc. No habría porqué conceder toda la credibilidad a  Odebrecht, caracterizada por la duplicidad, el engaño y la inmoralidad, para hacer caer a un presidente democráticamente elegido que pide que le prueben los cargos.  

Lo más probable es que el cálculo político determine la decisión por la vacancia presidencial que si se toma sin pruebas ni investigación, acelerando los plazos y distorsionando las formas, quedaría como precedente de linchamiento abusivo y avasallador.


Por interés del país debería imponerse la mesura y la prolijidad del debido proceso y la serenidad política.