LAS ENCUESTAS
DEL ERROR
Mi columna Hoja de Tiempo en Correo del 11-11-16
Pocos dudan del gran
poder de las empresas encuestadoras que miden opiniones y percepciones. Los políticos
viven atentos a su aceptación, los gobernantes esperan su aprobación para ver
la suerte de su oferta electoral. Más allá de números y cifras frías, reflejan
sentimientos e influyen en la decisiones y no solo en época de elecciones. Son
un poder no una simple referencia a pesar de que sus instrumentos de medición
tienen siempre margen de error.
Pero el gran error sorprende
y les hace perder confianza y credibilidad. No solo tenemos el shock de la
inesperada victoria de Donald Trump que pone a la cabeza de la gran potencia a
un hombre intemperante y avasallador en temas sensibles, que hace temer por la
forma en que ejercerá su liderazgo mundial. Las encuestadoras dijeron que
ganaría Hillary Clinton pero más de un millón de votantes del candidato republicano
se invisibilizaron para ocultar su rechazo a los políticos, encarnados en la
lideresa demócrata. No declararon su voto vergonzante ni los encuestadores los
vieron venir, no los contaron en sus pronósticos. No intuyeron esa inmensa masa
que votó contra Clinton más que a favor de Trump.
Medios y encuestas no
leyeron el espíritu de la gente, se quedaron en las cifras. Y no es la primera
vez. Este 2016 tuvimos dos grandes decepciones. Nos dijeron categóricamente que
el Brexit sería rechazado pero fue aceptado con gran pena para la Unión
Europea. Igual sucedió con el plebiscito colombiano trascendental para esa
nación y para el continente. Nos dijeron que aceptarían la paz pero ganó el No.
El pueblo entendió que se favorecía a las FARC.
Es hora que las
encuestadoras perfeccionen sus técnicas de medición o que reconozcan más profundamente
a los votantes. Que refinen sus pronósticos. Si no lo hacen no servirán.