domingo, 4 de noviembre de 2018


EL TIEMPO DE LOS MIEDOS
En Correo el 03 de noviembre 2018
Estamos bajo el impacto de la larguísima audiencia en la cual Richard Concepción Carhuancho, desarrolló los fundamentos para la prisión preventiva por 36 meses para Keiko Fujimori, por presunto lavado de activos. El sismo político es de proporciones, la primera fuerza parlamentaria comienza a hacer agua afectada por desorientación, desbande, preocupación extrema al punto que la Junta Directiva emanada del fujimorismo ya no responde a su cúpula con el argumento plausible -aunque bastante artificial- de la imparcialidad. Después de más de dos años de avasallamiento naranja aparecen tardías conciencias de unidad nacional, de diálogo, de sensatez desconocida sin mucha credibilidad.
El fujimorismo asimila el golpe mientras Daniel Salaverry busca perfil propio y trata de defender la institucionalidad parlamentaria con el aplauso de la oposición. No hay confrontación con el Ejecutivo salvo por las diferencias respecto del Fiscal de la Nación convertido en personaje clave de todas las disputas y de todos los miedos. Da la impresión de que Lava Jato genera más temores y convulsiones de lo que muchos se atreven a admitir. Esta polarización política no es ideológica ni política, es simplemente defensiva frente a las culpas y prisiones que podrían alcanzar a diversos sectores y líderes. Y dentro de ello se llega a extremos como la abierta crítica y hostilidad del fiscal Domingo Pérez contra su Jefe institucional. Algo inadmisible. La respuesta de Pedro Chávarry ha sido aún más grave pues usa como escudo el tema Chinchero demasiado sensible porque podría alcanzar al mismo Martín Vizcarra. Y a partir de ahí se anuncian presuntos escenarios golpistas y movidas militares. Lo peor que podría pasar sería la fujimorización de Vizcarra desde que no tiene partido y podría buscar soporte castrense. Lo único sensato es la aproximación política, el diálogo y la movilización en defensa de la democracia. Y del equilibrio y la autonomía de las instituciones.


¿ANTE LA FUJIMORIZACIÓN 
DE VIZCARRA?
En Político.pe el 03 de noviembre 2018
El fujimorismo está profundamente lesionado. Martín Vizcarra le asestó varias derrotas cuando hábilmente logró imponerse a la primera fuerza parlamentaria que a pesar de su alto número de congresistas tuvo que alinearse ante la amenaza de la cuestión de confianza y del cierre posible del Congreso. Y como si fuera poco le ha seguido la audiencia contra la cúpula de Fuerza Popular por presunta organización criminal que habría incurrido en lavado de activos. El climax político se ha dado con la prisión para Keiko Fujimori.
Ante esta situación el desbande del fujimorismo ya es evidente, demasiados temores en los diversos sectores propician que ataquen y defiendan al Fiscal de la Nación Pedro Chavarry, alto funcionario que desde su nombramiento permanece bajo fuego de quienes temen los juicios, las culpas y las prisiones que podrían afectarlos por Lava Jato.
Estamos habituados a la división entre fujimoristas y antifujimoristas pero la polarización que hoy divide al país no es política ni ideológica, es por temores y por defensas. Nadie quiere ser el siguiente en las decisiones del canero juez Richard Concepción Carhuancho. La judicialización de la política hace que los magistrados se conviertan en estrellas políticas, las que pueden determinar escenarios a favor o en contra.
Por eso y con ese empoderamiento, el fiscal Domingo Perez aprovechó la salida de su audiencia no para insistir en su argumentación jurídica sino para atacar a su superior jerárquico, el Fiscal de la Nación. Algo inadmisible dentro de la lógica institucional pero indudablemente rentable en la ruta del aprovechamiento político de la tribuna que marcó la hoy vicepresidenta del Congreso Yeni Vilcatoma.
Pero lo peor por sus consecuencias ha sido la respuesta de Pedro Chávarry al imputar a Domingo Pérez una sociedad con el Ejecutivo para sacarlo de ese alto y decisivo cargo. Y en esa línea atribuirle lenidad o inacción en el caso Chinchero a su cargo, demasiado sensible desde que podría llegar a desestabilizar al mismo presidente Martin Vizcarra.
Si Chinchero está en la agenda de la Fiscalía el Ejecutivo podría sentirse en riesgo y por ello exigir la cabeza del Fiscal de la Nación como lo han hecho en repetidas oportunidades Vizcarra y Villanueva, lindando éste último con el chantaje político al subordinar el diálogo a la salida de Chávarry.
Hasta ahora la popularidad del presidente se ha sustentado en su habilidad para manejar la coyuntura que le ha deparado sucesivas victorias políticas hasta colocarnos al borde de un referéndum para concretar importantes reformas políticas que el fujimorismo no tenía voluntad de asumir.
Pero un emplazamiento judicial de tipo penal sería demasiado serio para Martín Vizcarra, la desestabilización política acecha y como presidente podría ceder a la tentación de descansar en el soporte castrense. De ahí los rumores de golpe incentivados por los cambios a destiempo en los mandos militares institucionales.
Si el presidente Martín Vizcarra se fujimoriza, tomando como ejemplo el nefasto cinco de abril de 1992, estaríamos ante un riesgo que nuestra democracia no se puede permitir. Para defenderla necesitamos de la unidad y del diálogo de todas las fuerzas para respaldar el equilibrio de poderes y la autonomía de las instituciones. Y por supuesto de la movilización por conciencia democrática. Por ahí empieza el estado de derecho y por supuesto la justicia que debería estar lo más alejada posible de la venganza y por supuesto de los histrionismos interesados en obtener réditos y figuretismo político.