POR UN
PRESIDENTE FUERTE
Columna de Opinión en Correo del 17 06 17
¿La forma
presidencialista de gobierno contribuye a las dificultades en la democracia en
América Latina? Los adeptos del antipresidencialismo apuestan por los regímenes
parlamentarios que aseguran tendrían mejor desempeño. Pero ninguno es superior
al otro. Lo esencial es la eficiencia en
cualquiera de ambos regímenes para la supervivencia y estabilidad de la
democracia.
La fuerza de los presidentes
descansa sobre poderes constitucionales y sobre partidos de gobierno efectivos
con presencia congresal para decidir en la confección de las leyes. Pero cuando
los partidos de gobierno no alcanzan la mayoría en el congreso como está
sucediendo en el Perú nada garantiza la interacción entre el ejecutivo y el
legislativo y surge la incapacidad de los presidentes para transformar en
políticas un programa legislativo en el cual no tienen injerencia.
Cabría entonces una reforma
constitucional para que el Congreso sea elegido cuando ya está claro quién es
el presidente electo. Como acaba de suceder en Francia. Enmanuel Macrón, el presidente
que dio la sorpresa en las elecciones presidenciales al dejar atrás a los
candidatos de los partidos tradicionales, tiene un partido demasiado joven para
ganar legislativas. El pronóstico era pesimista sin embargo ha ganado la
mayoría porque los franceses han querido darle la oportunidad para que gobierne
sin las interferencias de una Asamblea Nacional de mayoría opositora. Los votantes
que tradicionalmente votaban por la derecha o la izquierda han renunciado a sus
votos de siempre para dar fuerza a la lista de Macrón.
Si en el Perú pudiéramos elegir
congresistas en una vuelta adicional, como sucede en Francia, tendríamos
presidentes fuertes por voluntad popular y no este interminable conflicto entre
un ejecutivo frágil y un Congreso numéricamente avasallador que nos coloca bajo
pronóstico reservado generando desconfianzas y urgencias permanentes.