jueves, 5 de septiembre de 2019


LA VOZ DEL PUEBLO
Y LA DE LOS MEDIOS
En diario Exitosa el domingo 25 de agosto 2019
Ya pasó más de un mes de la propuesta de adelanto de elecciones y el escenario es de desconcierto total. Nadie sabe cómo terminará esta crisis. Los peores augurios están presentes. Gobierno y oposición deben entender que no se trata solo de sus intereses. No pueden mostrarse intransigentes ni irreductibles, como si de su hacienda se tratara. Si no quieren ir contra la historia deben asumir el interés nacional y facilitar el acercamiento de posiciones para una salida negociada o intermedia.
Ningún escenario de los que se plantean es bueno. El peor sigue siendo el lamentable vaivén entre un Congreso que impulsa la vacancia presidencial y un Ejecutivo que por cuestión de confianza rechazada lo disuelve. En ningún país democrático se liquida el Congreso porque al presidente no le gusta o porque la calle grita su cierre.
El reciente discurso de Martín Vizcarra en Tacna no llama a la serenidad ni a la reflexión. El pueblo soy yo es la auto referencia del líder o caudillo que cree que tiene el monopolio de la razón, que cree sintonizar con las aspiraciones del ‘pueblo’ e interpretarles desde su torre de marfil.
Pero nadie es dueño de la verdad y el pueblo sigue siendo una abstracción, lo que existe es el conjunto de individuos con ideas diferentes que pueden venir de la realidad pero también de la desinformación o de la manipulación mediática. En su discurso de Tacna la crítica aparece como difamación y el desacuerdo como traición al pueblo. Nadie puede disentir y menos plantear objeciones constitucionales sin defender privilegios y dar la espalda a los peruanos. ¿Este es espíritu de diálogo? ¿Se trata de doblegar o de razonar por interés nacional?

Si la voz del pueblo fuese infalible el mérito sería del que califica bien lo que merece ser aprobado. El pueblo está integrado por seres humanos falibles, que aciertan y se equivocan. Ha sucedido muchas veces y sin ir muy lejos ese terrible Congreso que supuestamente se quiere cerrar es el mismo que el pueblo eligió en las urnas sin una pistola en la sien.  
Es cierto que en democracia prevalece la voz de las "mayorías" pero pueden darse distorsiones que generan desaciertos por manipulación. Los políticos cantan loas al pueblo cuando reconoce resultados y desprecian las opiniones opositoras que no satisfacen intereses y egos. Por un lado corre la presunta infalibilidad y por otro se ignora la voz ciudadana que critica el desgobierno.
Las buenas decisiones están ligadas indefectiblemente a la buena información. Al ciudadano se le entrega cifras de encuestas o un escrutinio limitado que no le permite tomar decisiones de envergadura y significado. El derecho a la información no siempre es respetado por el poder mediático cuando sirve de eco a los bandos en pugna en especial al del Presidente cuando concede y distribuye publicidad oficial.  

Ante la intransigencia de los poderes del Estado otra mirada debería venir de reporteros y columnistas algunos de los cuales muchas veces retan, juzgan y condenan. Nos toca reflejar la realidad, afinar la mirada y asumir qué fin perseguimos como comunicadores que se relacionan con la sociedad en que viven.
No hay que olvidar que en los medios se construye el relato que ilustra y condiciona la forma de entender al mundo. Desde nuestros espacios elaboramos la narrativa que determina la actitud para afrontar lo que sucede. Tan importante es la mirada de los medios sobre lo que ocurre como las preguntas que hacemos, las dudas que albergamos y los aspectos en que nos fijamos y por qué. Ojalá más cerca de la conciencia y más lejos de la consigna o de la voz que en el oído nos dicta lo que debemos decir o preguntar.


LA GRAN INCERTIDUMBRE

En Correo el sábado 24 de agosto 2019

Pasan los días sin avances. La incertidumbre es la regla. Martín Vizcarra asegura que el adelanto de elecciones para el 2020 “no es negociable” y tiene poco o ningún interés en reunirse con el titular del Congreso, Pedro Olaechea. No busca escuchar a nadie más que a sí mismo y a su entorno cercano con el cual se alinea el coro mediático que le debe su supervivencia.

El discurso que pronunció en Tacna tiene serios bemoles puestos de relieve por un editorial del decano. El pueblo soy yo es la auto referencia del líder o caudillo que supuestamente sintoniza con las aspiraciones del ‘pueblo’ y  las interpreta correctamente desde su torre de marfil. Desde ahí pretende ser la encarnación de una abstracción cuando lo que existen son individuos con ideas que pueden venir también de la manipulación mediática. En su discurso toda crítica aparece como difamación y todo desacuerdo como traición al pueblo honesto. Nadie puede disentir y menos plantear objeciones constitucionales sin defender privilegios y dar la espalda a los peruanos. ¿Este puede ser el espíritu de diálogo que ofrece? ¿Se trata de doblegar a alguien o de razonar?

El imperativo de la razón reviste urgencia desde que todos los escenarios que se plantean son negativos, requerimos del acercamiento para una salida negociada a una crisis política que se prolonga en lo económico con todo el daño posible. El peor escenario es aquel donde el Congreso impulsa la vacancia presidencial por “incapacidad moral” (por Chinchero y los nuevos indicios descubiertos) o que por una cuestión de confianza se disuelva el Congreso. Todo extremo es perjudicial y en ningún país democrático se disuelve el Legislativo porque al presidente no le gusta o porque la calle grita que se cierre. Necesitamos colocarnos más cerca de la razón y más lejos de la manipulación y de las ambiciones irreductibles.