LA VOZ DEL PUEBLO
Y LA DE LOS MEDIOS
En diario Exitosa el domingo 25 de agosto 2019
Ya pasó más
de un mes de la propuesta de adelanto de elecciones y el escenario es de
desconcierto total. Nadie sabe cómo terminará esta crisis. Los peores augurios
están presentes. Gobierno y oposición deben
entender que no se trata solo de sus intereses. No pueden mostrarse
intransigentes ni irreductibles, como si de su hacienda se tratara. Si
no quieren ir contra la historia deben asumir el interés nacional y facilitar
el acercamiento de posiciones para una salida negociada o intermedia.
Ningún escenario
de los que se plantean es bueno. El peor sigue siendo el lamentable vaivén entre
un Congreso que impulsa
la vacancia presidencial y un Ejecutivo que por cuestión de confianza rechazada
lo disuelve. En ningún país democrático se liquida el Congreso porque al presidente
no le gusta o porque la calle grita su cierre.
El reciente
discurso de Martín Vizcarra en Tacna no llama a la serenidad ni a la reflexión.
El pueblo soy yo es la auto referencia
del líder o caudillo que cree que tiene el monopolio de la razón, que cree
sintonizar con las aspiraciones del ‘pueblo’ e interpretarles desde su torre de
marfil.
Pero nadie
es dueño de la verdad y el pueblo sigue siendo una abstracción, lo que existe es
el conjunto de individuos con ideas diferentes que pueden venir de la realidad
pero también de la desinformación o de la manipulación mediática. En su discurso
de Tacna la crítica aparece como difamación y el desacuerdo como traición al
pueblo. Nadie puede disentir y menos plantear objeciones constitucionales sin
defender privilegios y dar la espalda a los peruanos. ¿Este es espíritu de
diálogo? ¿Se trata de doblegar o de razonar por interés nacional?
Si la voz del pueblo fuese infalible
el mérito sería del que califica bien lo que merece ser aprobado. El pueblo está
integrado por seres humanos falibles, que aciertan y se equivocan. Ha sucedido
muchas veces y sin ir muy lejos ese terrible Congreso que supuestamente se quiere
cerrar es el mismo que el pueblo eligió en las urnas sin una pistola en la sien.
Es cierto que en democracia prevalece
la voz de las "mayorías" pero pueden darse distorsiones que generan desaciertos
por manipulación. Los políticos cantan loas al pueblo cuando reconoce resultados
y desprecian las opiniones opositoras que no satisfacen intereses y egos. Por
un lado corre la presunta infalibilidad y por otro se ignora la voz ciudadana que
critica el desgobierno.
Las buenas decisiones están ligadas
indefectiblemente a la buena información. Al ciudadano se le entrega cifras de
encuestas o un escrutinio limitado que no le permite tomar decisiones de
envergadura y significado. El derecho a la información no siempre es
respetado por el poder mediático cuando sirve de eco a los bandos en pugna en especial
al del Presidente cuando concede y distribuye publicidad oficial.
Ante la
intransigencia de los poderes del Estado otra mirada debería venir de reporteros
y columnistas algunos de los cuales muchas veces retan, juzgan y condenan. Nos
toca reflejar la realidad, afinar la mirada y asumir qué fin perseguimos como comunicadores
que se relacionan con la sociedad en que viven.
No hay que olvidar que en los
medios se construye el relato que ilustra y condiciona la forma de entender al
mundo. Desde nuestros espacios elaboramos la narrativa que determina la actitud
para afrontar lo que sucede. Tan importante es la mirada de
los medios sobre lo que ocurre como las preguntas que hacemos, las dudas
que albergamos y los aspectos en que nos fijamos y por qué. Ojalá más cerca de
la conciencia y más lejos de la consigna o de la voz que en el oído nos dicta
lo que debemos decir o preguntar.