LA GRAN INCERTIDUMBRE
En Correo el sábado 24 de agosto 2019
Pasan los días sin avances. La
incertidumbre es la regla. Martín
Vizcarra asegura que el adelanto
de elecciones para el 2020 “no es negociable” y tiene poco o ningún
interés en reunirse con el titular del Congreso, Pedro Olaechea. No busca escuchar a nadie más que a sí mismo
y a su entorno cercano con el cual se alinea el coro mediático que le debe su
supervivencia.
El discurso que
pronunció en Tacna tiene serios bemoles puestos de relieve por un editorial del
decano. El pueblo soy yo es la auto
referencia del líder o caudillo que supuestamente sintoniza con las
aspiraciones del ‘pueblo’ y las interpreta
correctamente desde su torre de marfil. Desde ahí pretende ser la encarnación
de una abstracción cuando lo que existen son individuos con ideas que pueden
venir también de la manipulación mediática. En su discurso toda crítica aparece
como difamación y todo desacuerdo como traición al pueblo honesto. Nadie puede
disentir y menos plantear objeciones constitucionales sin defender privilegios
y dar la espalda a los peruanos. ¿Este puede ser el espíritu de diálogo que
ofrece? ¿Se trata de doblegar a alguien o de razonar?
El
imperativo de la razón reviste urgencia desde que todos los escenarios que se
plantean son negativos, requerimos del acercamiento
para una salida negociada a una crisis política que se prolonga en lo económico
con todo el daño posible. El peor escenario es aquel donde el Congreso impulsa la vacancia presidencial
por “incapacidad moral” (por Chinchero y los nuevos indicios descubiertos) o
que por una cuestión de confianza se disuelva el Congreso. Todo extremo es
perjudicial y en ningún país democrático se disuelve el Legislativo porque al
presidente no le gusta o porque la calle grita que se cierre. Necesitamos
colocarnos más cerca de la razón y más lejos de la manipulación y de las
ambiciones irreductibles.
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