¿QUIÉN LE CREE AL
GOBIERNO?
La huelga médica está en su cuarta semana y de las
desavenencias se ha pasado al conflicto abierto. Para los médicos, y para las enfermeras
que se les han sumado, es una cuestión de principios y de dignidad. La misma
ministra de salud que hoy los enfrenta y pretende descalificarlos es quien les
prometió un incremento de 1500 soles para que terminaran la huelga pasada. Hoy
se atreven a decir, varios meses y amarguras después, que ese aumento prometido
no es posible. Y de vincularlo con una reforma de salud que ojalá se concrete
con la participación en su diseño y ejecución de los profesionales de la salud
hoy malamente decepcionados por las promesas incumplidas.
¿De quién es la responsabilidad de esta situación en la
que se acumulan desencantos y desencuentros?. Las calles han expresado
indignación y la protesta no ha pasado, sigue siendo actual y las frustraciones se
acumulan. La credibilidad del Estado, y de las más altas autoridades está siendo
mellada, lo cual abona en la deslegitimación que afecta a los poderes del Estado
y a los partidos políticos.
Nadie podría estar en desacuerdo con la reforma del Estado, con la de la Educación, o la de la Salud, pero el gobierno está manejando estos aspectos neurálgicos con la delicadeza de un elefante en una cristalería. Hoy tiene en las calles a médicos y enfermeras, ayer estuvieron los jóvenes y estudiantes universitarios, mañana estarán los empleados públicos y trabajadores, y sigue la ronda con los gobiernos regionales que reclamarán por los recortes del canon.
La administración pública junto con los servicios y la
seguridad están en la agenda de las urgencias pero increíblemente las propuestas se formulan sin tener el
favor de los principales involucrados. Ni las universidades, ni los empleados
públicos ni los médicos y enfermeras se sienten parte del aliento reformista
que parece animar al presidente y su entorno sin que logren conectarse con
quienes serían sus actores y beneficiarios. Se requiere diálogo, seriedad,
esfuerzo sistemático. No bastan las declaraciones y los discursos. Es indispensable la coherencia
del gobierno para que cumpla lo que promete. Para que negocie con las
centrales sindicales prontas a realizar un paro nacional. Para que explique y
difunda lo positivo de las reformas planteadas a quienes deben ejecutarlas.
Se agrega
al descrédito del Ejecutivo y del Congreso, el del Poder Judicial, a partir de
las recientes grabaciones que se han difundido y que desacreditan a altos funcionarios
vigentes y actuantes. Demasiados frentes, excesivo descontento acumulado,
ausencia de autoridades legitimadas, partidos débiles y con escasa iniciativa. ¿A
qué estamos jugando?. No podemos mantener el enfrentamiento y la tensión indefinidamente. La
crisis de confianza en el gobierno, en los políticos y autoridades, nos afecta
a todos. Excesivo enfrentamiento y deslegitimación lleva indiscutiblemente a la
inestabilidad. Cuidado!