LA POLÍTICA
DE LA EMBOSCADA
Pasaron
casi 18 años de ese 14 de setiembre del 2000 cuando un video bomba remeció al
país. El asesor pagaba a Alberto Kouri, congresista elegido por la oposición,
miles de dólares por su pase a las filas gobiernistas. Con la indignación general
al tope se inició la caída de la dupla Fujimori Montesinos. Después se sabría
de los numerosas cintas grabadas a los incautos que pasaron por la salita del
SIN a quienes el superespía puso precio desde el preciso conocimiento de sus
problemas financieros, personales, profesionales y demás. Todos premiados con
los dineros del Estado por su perfidia y su traición con esa siniestra
metodología que convirtió a Montesinos en el dueño de vidas y honras.
No ha sido suficiente este tiempo para internalizar el repudio a estos
métodos. Los videos, keiko o kenyivideos, dieron a conocer el operativo de
salvataje del expresidente PPK en las vísperas de una vacancia cantada. Congresistas
negociando votos y prebendas hicieron renunciar al Presidente elegido para dar
paso al nuevo gobierno de Martín Vizcarra. Hoy nadie quiere recordar las
toneladas de lodo que cayeron no solo sobre el Ejecutivo sino también sobre el
Legislativo y sus modalidades vedadas de enriquecimiento. En pleno proceso de
desafuero de Kenyi Fujimori y sus avengers los jueces hoy proclaman su
liderazgo anticorrupción sin aceptar que también ellos han sido tocados.
En otra muestra de la política artera de la emboscada. El operativo montado
en el Lugar de la Memoria por el general Edwin Donayre tiende una trampa a una guía
para presentarla como apologista del senderismo y la despiden. La estrategia de
presentarse como víctima con un grupo de cómplices para provocar respuestas y grabarlas
con cámara oculta no es edificante. Querían desprestigiar al LUM y usaron los mismos métodos que para hacer
caer un presidente. Eficiencia ante todo aunque los valores y la ética queden
por los suelos.