domingo, 1 de noviembre de 2015


 
EN EL PARTIDOR

Mi columna HOJA DE TIEMPO del 30 de octubre del 2015 en Correo 


Con la definición de los candidatos comienza la campaña. Hace dos días vimos al nacionalista Milton Von Hesse en una presentación empañada por vituperios y ratas. Ayer Alan García, el ex presidente aprista, que tienta un tercer mandato, se mostró en olor de multitud ante sus enfervorizados seguidores. En poco tiempo vendrán los demás en busca del apoyo mediático más que del de la gente lo cual es un reiterado error. Todo político debe obligarse a escuchar y conversar con los ciudadanos antes que dedicarse a la propaganda. Más allá de los mítines o de los debates cara a cara, la batalla por los votos se libra también en la red. Va desapareciendo el famoso patrullaje callejero que megáfono en mano recordaba arengas y eslóganes. También las grandes plazas de masivas concurrencias. Twitter es el espacio privilegiado para el mitin electoral permanente y por su inmediatez y capacidad condensa mensajes claves. La Ciberpolítica ya es decisoria en el avance y los resultados como lo demostró tempranamente Barack Obama en sus dos campañas. Ahora los Community Managers entrenados y experimentados llegan a todos, en especial a la juventud.

La tecnología desafía con nuevos conceptos de comunicación política más cercana a la ciudadanía. Obama lo aprovechó muy bien aunque por aquí los candidatos todavía se debaten entre lo mediático tradicional y las prácticas de barrio. Dependerá de cada uno que los activistas no se asimilen a las pandillas de violencia congénita. Más allá del Pacto de Honor recién suscrito por los partidos, la norma exigible es que se mantenga un tono correcto y educado sin groserías, ataques personales o expresiones de mal gusto que pueden lesionar cualquier trayectoria e imagen, inclusive las más cuidadas. Ejemplos recientes son PPK llamando torpemente a su perro Perú y la comparación que hizo Ollanta Humala del Estado con una combi. Desaciertos como estos pueden matar candidaturas.
 
Pero el aspecto deficitario sigue siendo la propuesta bien estudiada y el debate serio. Oportunismo y cortoplacismo riman cuando los candidatos se dedican solo a la propaganda electoral sin dar importancia a las ideas que deberían ser contrastadas permanentemente con las de los otros candidatos. Ya estamos en el partidor y hay que pensarlo.

 

CASTAÑEDA
NI MUDO NI DOCIL

Publicado el 30 de octubre del 2015 en Político.pe
 
Alonso Segura creyó fácil de jaquear a Luis Castañeda, no pensó que el alcalde impondría condiciones sin dejarse avasallar. Como sucedió con la tacha ante el Jurado Nacional de Elecciones cuando era el candidato puntero y llamó a protestar en las calles. Con excelentes reflejos políticos emplazó al titular del MEF a “buscarlo y pasar por su oficina”. Si el Ejecutivo, Nadine Heredia de por medio, quería forzar a Solidaridad Nacional para negociar con el nacionalismo en el Congreso la maniobra deleznable estaba muy cantada.

El by pass de 28 de julio y el puente Bella Unión, entre otros proyectos, han enfrentado numerosas trabas, presiones y negociaciones.  Fuera por pragmatismo o por necesidad el partido de Castañeda respaldó sucesivamente al gobierno en el Congreso pero los amores solo llegaron hasta la elección de la última Mesa Directiva cuando Solidaridad recuperó libertad y peso propio.

Y es que el alcalde tiene mucho margen de maniobra. El Municipio no depende de la aprobación del MEF para las licitaciones y su autonomía ha sido técnicamente bien llevada. Insólitamente Segura se preocupa del bolsillo de los pasajeros, no en el presente sino en el futuro, cuando afirma que los proyectos no serían sustentables. Saludable inquietud que sin embargo no la exhibe tan sólida cuando los precios suben o la economía se enfría. No hay  razón para la pelea salvo que, como muchos hacen notar, haya otros intereses en juego. Esperemos que la reunión entre Castañeda y Segura permita el sinceramiento y ponga punto final a la pugna. Que el gobierno entienda que la bandera de la reforma del transporte de Lima es compartida y defendida por todos los limeños, hartos de tanto tráfico inmanejable y de excesivas horas perdidas, en medio de la tensión. De ahí su alta popularidad, sobre el 70%, que no es mellada ni por campañas mediáticas ni por interferencias gubernamentales evidentes.
 
Castañeda puede movilizar a la gente y derrotar a los transportistas que hace dos días pretendieron sitiar la ciudad contra la reforma y también a quienes como Alonso Segura usan su poder bajo consigna. Su gestión tendrá sentido si logra que el transporte de Lima sea menos amenazante y caótico y se desdibujará si ese objetivo indispensable hace agua. Su éxito radica en su resistencia a todo tipo de amenaza. Hasta ahora lo está haciendo bien aunque de hecho la gente espera más.