MI VOTO POR EL PERU
Como escribe Gustavo Gutiérrez el voto del domingo debemos dar un voto de conciencia. Algo que parecía difícil por la manipulación de los grandes medios, que dieron densidad a la campaña. Con ‘ciencia’, nos recuerda Gutierrez, es con conocimiento y saber. Y es justamente lo que no querían los medios, que la ciudadanía tuviera el conocimiento de lo que significa el retorno del fujimorismo para la sociedad y para el país.
“Un voto de conciencia significa votar por la construcción de una sociedad en la que la dignidad humana y la libertad de todos sean respetadas; y que incluya, prioritariamente, a aquellos a los que no se reconoce “el derecho a tener derechos”, según la conocida y aguda expresión de H. Arendt. Sin justicia no hay paz permanente” dice Gustavo Gutierrez.
Y transcribimos sus líneas por su significado. No son ideológicas, son profundamente éticas y es éste uno de los aspectos que ha ido definiendo la presente situación electoral. La ética por encima de la ideología. Superando el terrorismo blanco de los grandes medios tradicionales destinado a enterrar la memoria sobre el fujimorato, asfixiar la indignación, activar las amenazas de que podían perder el empleo, las propiedades, los hijos. Risible sino fuera dramático.
Humala no se detuvo a desactivar las bombas sicológicas, se empeñó en el diálogo y la concertación, en ampliar su apoyo y lo consiguió yendo al encuentro del centro político, encarnando ese nuevo progresismo con base ética que el Perú necesita, despejando dudas sobre el modelo económico y un eventual cambio en la Constitución.
Keiko Fujimori tiene el lastre moral del fujimorismo. No sólo como la hija del dictador, como su heredera política, con un entorno que no admite dudas. Es el mismo de su padre como consigna la BBC de Londres por su corresponsal en Lima "Si no hay más gente de la época de su padre en el entorno de Keiko, es que porque están presos".
La hija del dictador es buena candidata, hábil para su edad, pero su dinastía es siniestra para el Perú. Ni las mejores sonrisas ni los apoyos vacuos de Mercedes Araoz o de Juliana Reymer conseguirán movilizar los votos que necesita. Sus voceros oficiales se han encargado de hacer el trabajo a favor de Humala, con errores garrafales como la ya emblemática frase de Jorge Trelles, ex ministro de Educación: “Nosotros matamos menos”. Ningún apoyo podrá borrar el impacto fatídico de esas palabras.
Por ello para la BBC el 30% de los peruanos no votaría por ella: Las personas que la rodean tuvieron un papel que muy pocos podrían olvidar. Ahí están las ligadas a las dolorosas esterilizaciones forzadas, sistemáticas como política no atribuible a errores personales o casos esporádicos. Ahí está Martha Chávez, ex presidenta del Congreso, habituada a la prepotencia fujimorista de los noventa, que se apresuró a amenazar al presidente del Poder Judicial, César San Martín, que deberá "rendir cuentas" por haber condenado al ex presidente Fujimori.
Y es que el irrespeto al estado de derecho está en el ADN fujimorista. Por eso se han atrevido a usar el local de la Diroes, centro de reclusión de Fujimori, como cuartel de campaña. Y pocos dudan de que dará libertad a su padre y si mucho apura a Vladimiro Montesinos, el crucial ex asesor que tiene gran parte de los dineros y de los secretos del fujimorismo. Razones humanitarias o de salud no faltarán.
En esta crucial semana, en plena recta final, el ánimo electoral parece haberse definido. Humala, controlado sereno y con nivel de estadista, disipó temores en el debate mientras desde el otro lado la personalidad de la candidata hizo recordar la prepotencia e insolencia del fujimorismo.
Tenemos veda de encuestas pero no hacen falta si recordamos que en la primera vuelta todas se equivocaron en sus resultados finales. El indicador que manejamos todos es el sentimiento en las calles, universidades, centros de trabajo, taxis, ómnibus y mercados.
Lima, plaza difícil para Humala, está cambiando favorablemente como resultado de varios factores: además del debate, la Marcha del 26M, multitudinaria y replicada en las principales ciudades, que desembalsó gran parte del voto escondido. Por la carta de Mario Vargas Llosa que desenmascaró al Grupo El Comercio con argumentos imbatibles y terminó de convencer de la guerra sucia y la manipulación mediática. Y por último el doloroso tema de las esterilizaciones forzadas que ha puesto al voto femenino en alerta. A ello se agrega como bien dijo el conservador ABC de Madrid la suma de apoyos, los pronunciamientos, en cadena de lo mejor de nuestras organizaciones sociales y nuestra intelectualidad.
Siempre se da una avalancha de última hora y esta vez pocos dudarían que le favorece a Ollanta Humala que ha entrado a la recta final llenando plazas y recorriendo el Perú con mitines multitudinarios. Los jóvenes movilizados dan fuerza al eslogan NO A KEIKO. Los hemos visto en Lima como en Paris o Nueva York. Las redes sociales han librado su propio combate por el derecho a la información y la dignidad. Junto a ellas tres órganos escritos representan la verdadera defensa de la democracia. Pero los grandes medios, prensa, radio y TV, llevarán la peor parte, asimilarán su propia derrota y merma de credibilidad.
No habrá impunidad. Que tiemblen los corruptos, este domingo ganará el Perú. Con un gobierno de fuerte inspiración social, encargado a un equipo capaz y honesto que piense en el país y no en llenarse los bolsillos impúdicamente. Estamos ante la esperanza de construir democracia con justicia. Ningún modelo económico se sostiene en medio de la conflictividad social de la pobreza y del hambre. Que el crecimiento económico alcance a todos, que desterremos la delincuencia y la corrupción oprobiosa de este gran país decidido a librar este combate. Esta es la bandera y con ella vamos todos este 5 de junio.