FANGO MORAL
En Político.pe el 04 02 2017
Desmadre total. Fango de la naturaleza reemplazando el
agua limpia en los ríos y quebradas. Fango en la conciencia social reemplazando
la confianza y la fe en las instituciones y en los políticos. Las furias de la
naturaleza y de la corrupción unidas en este infernal febrero lleno de
oscuridades y temores. Esperamos con terror los noticieros que día a día se van
llevando la esperanza.
La política, la que nos permite elegir a nuestros
líderes y representantes que nos servirán como mandatarios, está afectada en su
esencia que es el servicio a la sociedad. Devaluada
y sin poder hacer mucho frente al huaico moral de las denuncias que dejan por
los suelos dignidades y jerarquías. Nos preocupan los conflictos de poderes que
preceden a la inacción y las incapacidades para investigar y sancionar que
pueden venir de la densa madeja de intereses que se está tejiendo en pro de la
impunidad.
Nos preocupa
que en nuestro país, como en muchos otros, el grave problema de fondo sea la imposibilidad
de hacer política sin dinero. Que, como se dice ahora, el financiamiento sea
indispensable y que los políticos deban entregar su alma al diablo para
ingresar, contaminados e hipotecados, a esta actividad que se supone es esencialmente
de servicio.
No hay
forma distinta para hacer campañas electorales que pedir y encontrar dinero, el
que no lo tiene o no lo obtiene no es elegido. Esta verdad aleja de la política
a la gente capaz y honesta que vive de su trabajo aunque quisiera contribuir a
solucionar los problemas nacionales que se hacen más graves. Que debe
contentarse con ser espectadora y votante cada cuatro años si no quiere
entregar a cambio parte de su conciencia.
Porque
los escaños, la notoriedad, la importancia y la influencia cuestan dinero y obtenerlo
significa arreglar con quienes lo tienen. La única manera de llegar a la
Presidencia de la República o al Congreso es financiando viajes, mítines, propaganda
en los medios de comunicación, en especial en la televisión que cuenta los
segundos para no dejar de ganar en la mina de oro que es cada competencia
electoral. Por eso a nadie extraña que se diga que Odebrecht, la multimillonaria
constructora de la corrupción, ponía y sacaba presidentes. Y de seguro también
funcionarios de mayor y menor nivel.
Creímos que habíamos dejado atrás la indigna etapa
nacional de la vladicorrupción. Que con
el retorno de la democracia vendría la decencia y la ética. Lamentablemente
nos equivocamos. El post fujimorismo está hoy plagado de sospechas, falsedades
y escándalos de corrupción transnacional. Ojalá se sancionara a todos los
responsables aunque sanear la relación de la política con el dinero para unirla
con la moral parece casi un imposible.
Por eso
es importante animar el debate sobre el financiamiento público de los partidos
y mirar a los países que han logrado librarse del mercadeo electoral que
destruye principios y se lleva la integridad como un huaico infamante.