domingo, 5 de febrero de 2017




FANGO MORAL

En Político.pe el 04 02 2017


Desmadre total. Fango de la naturaleza reemplazando el agua limpia en los ríos y quebradas. Fango en la conciencia social reemplazando la confianza y la fe en las instituciones y en los políticos. Las furias de la naturaleza y de la corrupción unidas en este infernal febrero lleno de oscuridades y temores. Esperamos con terror los noticieros que día a día se van llevando la esperanza.

La política, la que nos permite elegir a nuestros líderes y representantes que nos servirán como mandatarios, está afectada en su esencia que es el servicio a la sociedad. Devaluada y sin poder hacer mucho frente al huaico moral de las denuncias que dejan por los suelos dignidades y jerarquías. Nos preocupan los conflictos de poderes que preceden a la inacción y las incapacidades para investigar y sancionar que pueden venir de la densa madeja de intereses que se está tejiendo en pro de la impunidad.

Nos preocupa que en nuestro país, como en muchos otros, el grave problema de fondo sea la imposibilidad de hacer política sin dinero. Que, como se dice ahora, el financiamiento sea indispensable y que los políticos deban entregar su alma al diablo para ingresar, contaminados e hipotecados, a esta actividad que se supone es esencialmente de servicio.

No hay forma distinta para hacer campañas electorales que pedir y encontrar dinero, el que no lo tiene o no lo obtiene no es elegido. Esta verdad aleja de la política a la gente capaz y honesta que vive de su trabajo aunque quisiera contribuir a solucionar los problemas nacionales que se hacen más graves. Que debe contentarse con ser espectadora y votante cada cuatro años si no quiere entregar a cambio parte de su conciencia.

Porque los escaños, la notoriedad, la importancia y la influencia cuestan dinero y obtenerlo significa arreglar con quienes lo tienen. La única manera de llegar a la Presidencia de la República o al Congreso es financiando viajes, mítines, propaganda en los medios de comunicación, en especial en la televisión que cuenta los segundos para no dejar de ganar en la mina de oro que es cada competencia electoral. Por eso a nadie extraña que se diga que Odebrecht, la multimillonaria constructora de la corrupción, ponía y sacaba presidentes. Y de seguro también funcionarios de mayor y menor nivel.

Creímos que habíamos dejado atrás la indigna etapa nacional de la vladicorrupción. Que con el retorno de la de­mocracia vendría la decencia y la ética. Lamentablemente nos equivocamos. El post fujimorismo está hoy plagado de sos­pechas, falsedades y escándalos de corrupción transnacional. Ojalá se sancionara a todos los responsables aunque sanear la relación de la política con el dinero para unirla con la moral parece casi un imposible.

Por eso es importante animar el debate sobre el financiamiento público de los partidos y mirar a los países que han logrado librarse del mercadeo electoral que destruye principios y se lleva la integridad como un huaico infamante.




NECESITAMOS 
CREER


Mi columna HOJA DE TIEMPO en Correo el 4 de febrero 2017

El país está en plena crisis de confianza. Necesitamos creer en la justicia que es la única que puede pre­cisar dónde está la legalidad y dónde la corrupción. Para evitar que las generalizaciones abusivas y los temores ubicuos se lleven como un huaico la credibilidad de las instituciones y de los políticos. Porque está en riesgo la legitimidad y también la democracia. Necesitamos separar la paja del trigo para recuperar la política como servicio al ciudadano y como base de la ética republicana. Para que los ciuda­danos de a pie, que sufren los problemas sin resolver recuperen la esperanza destruida por la inacción, los es­cándalos y la corrupción.

Le ha tocado a PPK esta difícil etapa y deberá enfrentarla con valentía y decisión. No conocemos todavía todos los nombres de políticos, tecnó­cratas, empresarios y periodistas que traerá este huaico moral. Esperamos con miedo, sin echar más leña al fuego, aunque surjan las dudas por la inacción, la lentitud y la duplicidad de esfuerzos.

Que PPK se decida a hacer política. Le ha tocado el mayor desafío de los últimos tiempos, más que a Valentín Paniagua, el presidente de la transición post corrupción fujimorista. Si en el 2001 algo se pudo hacer, el 2017 habrá que hacer mucho más, convocar instituciones y personas sanas para probar que nuestra República aún funciona, que hay resistencia organizada contra este flagelo, que los equipos de fisca­les que investigan y los de jueces que decidirán responden a la exigencia moral de la sociedad.

Que se prueben los delitos y se sancione a grandes y pequeños. Un huaico de indignación, insatisfacción y decepción está a la puerta. Toda impunidad erosiona la legitimidad y de no corregir la situación de la mejor manera el descrédito crecerá como una gran ola tóxica con consecuencias económicas y políticas que podrían destruir hasta el sistema político democrático. Cuidado!!.