CERCA DE LA FUERZA
LEJOS DE LA RAZÓN
En Exitosa el domingo 6 de Octubre 2019
Quienes defendimos duramente la democracia en las horas oscuras del fujimorismo, especialmente desde ese 5 de abril de 1992 que puso tanques en las calles y en los medios de comunicación, para que nadie protestara por el cierre de las instituciones y de los poderes del Estado, con un Alberto Fujimori más fuerte que nunca. Ese día comenzó un ochenio nefasto con violaciones constitucionales y de derechos humanos y mucha corrupción y manipulación mediática conducida por un sátrapa tras el trono que se enriqueció con inteligencia y habilidad siniestras. Hoy encerrado en la Base Naval debe estar sonriendo al ver cómo a nombre del antifujimorismo se ha perpetrado, 27 años después, similar maniobra a la que él planificó. Un golpe que ha puesto en las calles a gente que quiere ver los riesgos del avasallamiento de las instituciones y de la concentración del poder.
Cerca de la fuerza y lejos de la razón la manipulación mediática puso en la mente de la gente que era indispensable cerrar el Congreso para solucionar una crisis nacida de los temores, las ambiciones, los intereses, la incompetencia y el capricho político. En plena lucha contra la corrupción romper el orden constitucional es lesionar la autoridad ética para llevarla adelante. Martín Vizcarra ha apelado al concepto -que no existe en la Carta Magna- de “denegación fáctica” de la cuestión de confianza. Y no importa tanto la controversia legal o jurídica para explicar un acto netamente político definido por la fuerza que está detrás y lo ampara.
Las FFAA fueron a Palacio de Gobierno a presentar lealtades al Presidente que reconocen como su jefe supremo. No esperaron como debió ser ni tuvieron en cuenta que Martín Vizcarra no fue elegido como tal, que fue aupado al poder por una situación anómala, que es un gobernante de transición como pudo serlo Mercedes Araoz, ambos elegidos en la plancha presidencial con PPK como reemplazos eventuales no como presidentes. El apoyo de los poderes fácticos que son el mediático y el castrense pesa más que la visión de los constitucionalistas que pueden tener razón pero no poder. Tampoco interesa la opinión internacional que siempre dejará en manos de los políticos nacionales la decisión sobre el destino de cada país.
Vizcarra es un presidente de reemplazo que desde que tomó el poder ha sintonizado con la indignación popular y ha sabido dirigirla contra un Congreso de mayoría incapaz que ocupa un escaño por su plata como dijera una congresista fujimorista indignada. Y este es el origen del problema, que Fuerza Popular haya puesto en venta los escaños que logró ya que sus candidatos debieron sufragar la multimillonaria campaña de Keiko Fujimori por la presidencia. El resultado fue un Legislativo ad hoc para quien quisiera pelearse con él por su ineficiencia política y ética, cerrándolo de cualquier manera.
Aunque el fujimorismo hoy defienda la institucionalidad que violó el 5 de abril de 1992, tiene impresentables congresistas con gran responsabilidad en este indeseable desenlace. Ellos son la coartada, provocaron que mucha gente quisiera que se fueran antes del 2021. Su juego de la fuerza y la imposición se volvió contra ellos, no son inocentes como tampoco lo son los apristas que los apoyaron y menos aún lo es Martín Vizcarra, el supuesto beneficiario de la pelea permanente para mantener su popularidad y ocultar la ausencia de soluciones a los problemas reales. No hay nada que celebrar. No hay ganadores, todos perdemos