viernes, 8 de noviembre de 2019


LA INFORMALIDAD POLITICA

Mi columna HOJA DE TIEMPO en diario Correo, 9 de Noviembre 2019

¿Qué nos diferencia del Chile que hoy protesta largamente en las calles de Santiago y que no duda en usar la violencia con alto costo económico y humano? La respuesta es la informalidad que en el Perú inunda todo y allá es relativamente pequeña ya que la gran mayoría de ciudadanos son trabajadores en planilla con deberes y derechos. En el Perú los trabajadores informales no tienen derechos y si sus remuneraciones son cortas suman al trabajo principal un segundo y hasta un tercer trabajo también informal. El correlato político se refleja en seres humanos extenuados y desencantados de los gobiernos, de los políticos y de la democracia. No se sienten insertados en el Estado de Derecho porque para ellos solo hay deberes cuyo cumplimiento muchas veces los desborda. Por eso no los entusiasman las elecciones y no les importan los gobernantes ya que siempre tendrán que trabajar duramente para vivir. 

Este razonamiento primario los impulsa a no esperar nada del Estado, ni siquiera los servicios básicos, que constitucionalmente les debe, como la salud y la educación. Hospitales públicos desabastecidos son un apoyo a la informalidad política y económica. 

La ceguera de los gobiernos y de los burócratas estimula la esquizofrenia de vivir en dos mundos diferenciados con discursos que el ciudadano informal recibe con displicencia o peor con indiferencia. Chile está en la antesala de la OCDE y el Perú tiene la misma pretensión pero sus pasivos sociales y económicos le pasan la factura. Hay demasiada desigualdad y necesidades embalsadas y los conflictos sociales siguen estando a la puerta. 

Bien ha hecho Martín Vizcarra en privilegiar la salud pero toca al gobierno pasar de la palabra a la acción. Presupuestos del MINSA sin ejecución son un agravio a las necesidades de los más pobres. Es indispensable exhibir eficiencia para que la formalidad del Estado tenga sentido para todos