domingo, 18 de febrero de 2018


¿QUIEN GOBIERNA
 EL PERU?

Mi columna HOJA DE TIEMPO en Correo del 17 02 2018

La vacancia presidencial está pendiente. Nadie la quiere por sus traumáticas secuelas. Pero tampoco es posible continuar en este bloqueo de liderazgo y de gobierno. Escuchar hablar a PPK es un canto a la irrealidad, referirse a su inexistente gobierno es otro. Y la primera ministra va por ahí dirigiendo a un gabinete de ministros cuyas individualidades voluntaristas, están haciendo andar al gigante apoltronado. La gente se preocupa por el vacío y por la parálisis porque nada o muy poco está andando en el país. Al punto que no se vería la diferencia entre una presidencia vacada y una no ejercida como ha editorializado el decano.

Grave haber llegado a estos extremos. La iniciativa de vacancia seguirá su trámite hasta alcanzar la votación requerida. Por eso cada vez más se escucha el clamor para que el presidente, en inusual gesto de lucidez, renuncie en favor de su primer vicepresidente Martín Vizcarra. La prueba de la expectativa fue la cantidad de rumores que llenaron los ambientes cuando se supo que el embajador estaba en Lima. Era el momento y lo sigue siendo para tranquilizar los mercados, relanzar la economía, atender la cadena de pagos y la quiebra de las empresas que ya no resisten la situación. Ya se habla del gobierno de Vizcarra pero el presidente y la premier no quieren escuchar, siguen creyendo que con palabras gobiernan, ignoran o pasan por alto la angustia colectiva. No solo la inversión está siendo afectada, la incertidumbre política se cuela por todos los resquicios. No es posible hablar de proyectos, tampoco de reconstrucción, menos aún de continuidad en salud, seguridad o economía. Renuncie señor presidente por su bien y el del Perú.


PD. Sentidas condolencias por la partida de ese gran médico peruano que fue Alejandro Graña Aramburú. El Perú ha perdido un grande y noble militante del humanismo y sus valores. 


LOS GESTOS 
POSTREROS


En Político.pe, el 16 02 2018
El mandatario no quiere ver su país, piensa en los puntos que ha perdido en las encuestas y se empeña en entregarnos gestos que él cree que son de gobierno cuando lo único que reflejan es desesperación por una situación ya inmanejable. No quiere ver ni escuchar. Acompañado por su primera ministra que le sigue la corriente bien instalada en ese país de ficción en que ellos son autoridad y gobiernan.
Pero la foto y el discurso sobre un presunto trabajo incesante con un equipo cohesionado de gobierno solo dan para la anécdota mientras la incertidumbre política y la parálisis económica continúan su corrosivo camino.
La gestualidad es para las tribunas, no significan eficacia ni eficiencia menos aún legitimidad ante una población que cada día está más cansada de la situación. Nadie quisiera la vacancia presidencial por sus secuelas traumáticas pero tampoco es posible aceptar que las distracciones sean gestos de gobierno en un país en plena parálisis.
Estamos ante un gobierno mediático con un gobernante que se pasea acompañado de su primera ministra inaugurando o inspeccionando obras en marcha con sendos cascos en la cabeza, mientras en la penúltima hora piden al Parlamento la modificación de un Decreto de Urgencia que está haciendo quebrar cientos de empresas. Es este el gobierno de lujo, de tecnócratas y economistas que dejan entrar al elefante en la cristalería y solo reaccionan cuando la mitad del producto está ya en el suelo.
El presidente juega a los impactos sociales, por eso saca de la manga la orden de ‘evaluar’ la remuneración mínima vital, en mal momento cuando la productividad o la economía del país están a la baja. Kuczynski quiere quedarse en Palacio pero ya no depende de él. Está rodeado y no quiere darse cuenta. Ningún gesto por político o populista que sea lo sacará de su trance personal. Si quiere exhibir un último reducto de racionalidad este debería ser la renuncia para aceptar que un gobierno de Martín Vizcarra será lo mejor para el país en estos momentos difíciles.

Unas líneas para despedir a don Alejandro Graña Aramburú. Con él se va un gran símbolo del humanismo militante, un excelente médico, fino poeta, escritor y literato, animador de tertulias y conferencias, hombre de la cultura como pocos. Cuánta falta nos hará su nobleza, su grandeza de objetivos y su inmensa sensibilidad. Condolencias sentidas para su esposa Serenella Matteucci y para su hijo Alejandro y para todos quienes tuvimos el privilegio de conocerlo y hoy nos duele tanto su partida. QEPD.