EL SHOCK ETICO
Publicado en Correo el 29 de noviembre 2014
Están de moda los shocks. Se habla del económico y del social pero nadie
habla de un posible shock ético tal vez porque lo consideran imposible o peor
inconveniente. La ética obliga a todo el que tiene poder para influir en las
vidas de los demás pero los valores y la moral aparecen sin prioridad lo que se convierte en
corrupción que deslegitima políticos y gobiernos. Vemos a los humalistas con su
bandera de una honestidad que haría la diferencia y a los fujimoristas que pontifican
de anticorrupción y moralidad cuando su década fue la peor en estos aspectos. Y
a los dos presidentes posteriores a Fujimori sitiados por el estigma de la
corrupción.
Las nociones éticas parecen de buen sentido o de sentido común pero no lo
son. Muchos ignoran el costo de la corrupción y la inseguridad ética. Los
indicadores están ahí, millones se pierden con telarañas y corruptelas en la
economía y la dinámica social. La presión por mayores beneficios rige el mundo
pero éstos no deberían poder generarse contra las leyes y los valores. ¿Quiénes
podrían plantear un shock ético asociado a un verdadero desarrollo social? Los
poderosos, cuentan con recursos y servicios, con consultoras y grupos de
expertos, con opinólogos de influencia entre los políticos y los medios. Saben
poner los acentos y nunca los pondrán en las responsabilidades de quienes les
pagan. El relativismo moral -con base en el pragmatismo- nos lleva a creer que
todo está permitido, que nadie recuerda lo que no parece conveniente recordar.
El equilibrio es la noción clave en nuestros tiempos. Necesitamos despejar
la sospecha permanente, que se abra camino la confianza en los partidos políticos
y en sus dirigentes. Para ello se requiere tratar el tema abiertamente. Los
predicadores de la sociedad abierta dicen que no hay lugar para los antis a ser
descartados con el borrón y la cuenta nueva. Pero desmemoria e impunidad son malignas.
Estamos obligados a repensar lo que quisimos para el Perú después del denostado
fujimontesinismo. El cambio político se produjo pero el ético aguarda postergado
como no esencial. Creíamos estar viviendo una época nueva pero la
fujimorización de la política nos ganó. Y la cadena de irresponsabilidad
comienza por nosotros mismos.