sábado, 24 de febrero de 2018

LAS SIETE VIDAS
 DE PPK 

Mi columna Hoja de Tiempo de los sábados en Correo. 24 02 18
El presidente quiere quedarse en su Palacio a como dé lugar. No considera los cuestionamientos sobre su ejecutoria como Primer Ministro o Ministro de Economía durante el gobierno de Alejandro Toledo, tampoco los beneficios personales que obtuvo con su poco cuidado o su negligencia. Desprolijo en sus cuentas y en su separación entre el interés público y el privado, esas cuentas ahora le pasan factura. Pero él sigue sin ver el problema, acusa a un grupo de comunistas de desestabilizar su gobierno. Ni vacancia ni renuncia a la vista. Se defenderá como gato panza arriba confiando en las vidas que todavía le quedan. Es evidente que su terquedad está poniendo en peligro la democracia y la economía del país lamentablemente paralizada por desconfianza. PPK no quiere entender que no es cuestión de opinólogos más o menos ni de la prensa adversa, la calle está en un 54% a favor de que deje el cargo al primer vicepresidente para que las turbulencias dejen de mover el avión en el que todos viajamos.   

El asunto de los vicepresidentes es cuestión aparte. Martín Vizcarra sigue siendo la mejor opción y lo sabe. Estuvo por estos lares pero no dijo nada ante el aquelarre que podría ubicarlo en Palacio. Pero el cuento de Mercedes Araoz es otro, le sigue la cuerda a PPK que le ha permitido todo el poder posible. No quiere escuchar hablar de vacancia ni de renuncia, solo del relevo que podría dejarle todo el poder. Ahora como primera ministra tiene más fuerza que Vizcarra pero las jerarquías cambian. Su influencia está ligada a la de PPK por lo cual le proclama lealtad. Pero la única lealtad que toda la plancha presidencial debe es a sus electores y a la democracia que queremos sostener en nuestro país. Que se bajen de la nube que el cielo anuncia tormenta.
NO NOS GUSTA
PERO TIENE EL DERECHO DE VENIR
en Político.pe el 23 02 18
Torre Tagle es una de las Cancillerías más respetadas, su prestigio y profesionalismo han sido proverbiales en la región que observa sorprendida la decisión del Gobierno Peruano de retirarle la invitación al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, para que no asista a la Cumbre de las Américas que tendrá lugar en Lima en abril. Como si el anfitrión fuera el dueño del evento y junto con un grupo minoritario de cancilleres pudiera impedir que un Jefe de Estado asista, a una cita que se cumplirá dentro de los marcos legales de la Organización de Estados Americanos.
Tanto la canciller Aljovin como la premier Araoz pretenden respaldar su “desinvitación” en la Declaración de Quebec, firmada en el 2001 que establece que “cualquier alteración o ruptura inconstitucional del orden democrático” en un país de la región constituye un “obstáculo insuperable para la participación del Gobierno de dicho Estado” en una Cumbre de las Américas.
Según Mercedes Aráoz, el gobernante venezolano ha convocado de manera “ilegitima” a nuevas elecciones, en la que la oposición no podrá participar y esa es la causa de la “desinvitación”.
Y aquí entramos a los terrenos de la calificación subjetiva que podría aplicarse también a Cuba y Honduras. El resultado es una crisis diplomática de la que no sabemos cómo salir y una increíble improvisación en nuestra política exterior. Es cierto que Maduro no nos gusta, que es un gobernante impresentable que ha hecho de Venezuela un país donde el drama convive con la escasez y las violaciones de derechos humanos. Pero donde algunos pocos ven un gesto valiente muchos ven un desacierto que da la oportunidad al dictador venezolano de victimizarse.
Si el presidente PPK dijo que Nicolás Maduro está invitado y puede venir, la Canciller solo puede ratificar esas palabras por tratarse de un jefe de Estado y de una reunión multilateral. El gobierno del Perú no puede vetar la participación de un país miembro de las Cumbres de las Américas. Maduro tiene un derecho soberano de participar. Otra cosa hubiera sido que todos los cancilleres de los países miembros de las Cumbre se hubieran puesto de acuerdo en el Grupo de Revisión de la Implementación de Cumbres, que es la instancia donde se prepara, organiza y da seguimiento a las cumbres.

El Perú no puso el tema de Maduro en ese Grupo y ninguna cancillería seria podría participar en ese procedimiento insólito de “desinvitar” a un jefe de Estado sin consultas previas entre los cancilleres de los países miembros de la Cumbre.
Se ha dado a Maduro la posibilidad de maltratar aún más al presidente peruano y a su canciller. Aunque las razones existen y pueden ser válidas, los procedimientos erróneos lo han fortalecido. Por eso se esmera en proclamar que vendrá contra viento y marea. Y si viene producirá un dolor de cabeza de marca mayor y dejará las declaraciones de Araoz, como bravatas imposibles de cumplir pues no hay base legal migratoria para impedir su entrada, más aún si no hay exigencia de visa para los venezolanos.
¿Cómo se puede detener en el aeropuerto a un jefe de Estado miembro de la Cumbre?  Es una locura. Donde existe la misma razón existe el mismo derecho. ¿Detendremos a Raúl Castro de Cuba y a Hernández  de Honduras, también acusados de fraude electoral?

La “desinvitación” es un despropósito de antología. Que lo piensen bien a ver cómo salimos de esta.