domingo, 8 de septiembre de 2019

LA GUERRA 
DEL FIN DEL MUNDO
En diario Exitosa el domingo 8 de Agosto 2019
La esperada reunión de Martín Vizcarra con Pedro Olaechea no dio resultados. Para las plateas han ofrecido que el Congreso priorizará la reforma constitucional que haga posible el adelanto de elecciones y que el Ejecutivo revertirá los graves déficits de gestión gubernamental. Ojalá pero lo que vemos está lejos de la eficiencia y del abordaje de los problemas esenciales.
No es fácil activar estas ofertas. Adelantar elecciones es complicado y más aún en tan poco tiempo. Tanto como recuperar eficiencia en la gestión sectorial y estatal. Los cientos de muertes de bebes prematuros por falta de incubadoras en diferentes partes del país denotan una crisis integral de la salud pública que se evidencia en el conocido desabastecimiento de las instituciones sanitarias, en especial en los hospitales emblemáticos de referencia como el Loayza en Lima. Grave porque la defensa del derecho a la vida está en falencia a pesar de ser la primera razón de la existencia de un Estado que cuando no puede cumplir pasa a ser fallido.
Y es que muy graves problemas han sido postergados por los poderes del Estado que no funcionan. El Ejecutivo a través del Presidente agita a la población y su propuesta de adelanto de elecciones genera incertidumbre por lo cual pierde poder e imagen. El Congreso quiere legislar de manera autónoma sin imposiciones pero pierde tiempo y oportunidad para abordar la agenda social pendiente. El Poder Judicial sin Junta Nacional de Justicia y con un Ministerio Público bajo fuego crítico completa el deterioro. Con el agravante de que ninguno de los escenarios que podrían surgir del actual bloqueo político y económico son positivos para el país.
El debate constitucional y político ocupa todo el escenario pero hay un diálogo de sordos. Ni se escuchan ni se entienden. Cada día el Presidente Vizcarra renueva su hostilidad contra el órgano constituyente exigiendo la reforma constitucional y agitando a la población para la grita por la disolución del Legislativo. Sin ánimo conciliatorio la intransigencia no llegará a nada, salvo que se centre en la defensa del orden constitucional lo que obligaría al Ejecutivo a aceptar lo que el Congreso decida con su prerrogativa de aprobar las reformas constitucionales.
El Congreso pone lo suyo cuando decide continuar con las investigaciones de Chinchero y CONIRSA vinculados con el Jefe de Estado. O abordar la metodología y las acciones de las encuestadoras que sostienen al presidente con sus sondeos de opinión que podrían ser manipulados.

Con razón o sin ella la guerra continúa. La acción fiscalizadora es un recurso para golpear al contrario. El discurso presidencial también lo es. Si es así podría tener reflejo en los cuarteles que son profesionales de la guerra. Si los civiles no dan la talla la pugna irresponsable y sin salida es una provocación a los militares que también están preocupados. El temor ha sido puesto sobre la mesa por la virulenta respuesta de Mauricio Mulder al Primer Ministro en la Comisión de Constitución. Avisados estamos.


DE LA POLÍTICA 
A LA POLITIQUERÍA
En Correo el 7 de Agosto 2019
El presidente sigue haciendo promesas en sus viajes a provincias y contradictoriamente sigue predicando que “nos vamos todos”. La política ha desaparecido en su esencia de manejar diálogos y desacuerdos, de  negociar aspectos que podrían parecer insalvables. La ha reemplazado la politiquería de la defensa de intereses individuales y de grupo en el marco de una generalizada crisis de credibilidad y confianza.
Hay una gran crispación en la población. No es para menos, sus políticos no ofrecen seguridad ni garantías, pasan peleando entre ellos, sin entenderse y sin abocarse a lo esencial. Hablan lenguas distintas y viven en un país diferente en el que no existen los grandes problemas que las mayorías sufren. El periodo de PPK y el del relevo de Martín Vizcarra son tiempos perdidos sin  obras destacables. Ni las publicitadas acciones de reconstrucción ni las reformas política y judicial. Mucha palabra y pocas realizaciones. Solo la lucha anticorrupción avanza en sus propios espacios.
Vamos perdiendo la fe ante lo que parece la guerra sin fin. La confrontación y la soberbia son protagónicas, los políticos no piensan en el país y no dan la talla. Las absurdas amenazas cíclicas de disolución parlamentaria o de vacancia presidencial son una irresponsable provocación a los cuarteles.
Porque ninguno de los poderes del Estado funciona como debería. Ni el Ejecutivo con un Presidente que agita a la población y genera incertidumbre con el adelanto de elecciones que le hace perder poder. Ni el Congreso que debe legislar de manera autónoma sin imposiciones pero pierde tiempo y oportunidad para abordar la agenda social pendiente. Ni el Poder Judicial que sin Junta Nacional de Justicia y con un Ministerio Público bajo fuego crítico completa el deterioro. Con el agravante de que ninguno de los escenarios que podrían surgir del actual bloqueo político y económico son positivos para el país. Cuidado.