DE LA POLÍTICA
A LA POLITIQUERÍA
En Correo el 7 de Agosto 2019
El presidente
sigue haciendo promesas en sus viajes a provincias y contradictoriamente sigue predicando
que “nos vamos todos”. La política ha desaparecido en su esencia de manejar
diálogos y desacuerdos, de negociar
aspectos que podrían parecer insalvables. La ha reemplazado la politiquería de
la defensa de intereses individuales y de grupo en el marco de una generalizada
crisis de credibilidad y confianza.
Hay una gran
crispación en la población. No es para menos, sus políticos no ofrecen
seguridad ni garantías, pasan peleando entre ellos, sin entenderse y sin abocarse
a lo esencial. Hablan lenguas distintas y viven en un país diferente en el que
no existen los grandes problemas que las mayorías sufren. El periodo de PPK y
el del relevo de Martín Vizcarra son tiempos perdidos sin obras destacables. Ni las publicitadas acciones
de reconstrucción ni las reformas política y judicial. Mucha palabra y pocas
realizaciones. Solo la lucha anticorrupción avanza en sus propios espacios.
Vamos
perdiendo la fe ante lo que parece la guerra sin fin. La confrontación y la
soberbia son protagónicas, los políticos no piensan en el país y no dan la
talla. Las absurdas amenazas cíclicas de disolución parlamentaria o de vacancia
presidencial son una irresponsable provocación a los cuarteles.
Porque
ninguno de los poderes del Estado funciona como debería. Ni el Ejecutivo con un
Presidente que agita a la población y genera incertidumbre con el adelanto de
elecciones que le hace perder poder. Ni el Congreso que debe legislar de manera autónoma sin
imposiciones pero pierde tiempo y oportunidad para abordar la agenda social
pendiente. Ni el Poder Judicial que sin Junta Nacional de Justicia y con un
Ministerio Público bajo fuego crítico completa el deterioro. Con el agravante
de que ninguno de los escenarios que podrían surgir del actual bloqueo político
y económico son positivos para el país. Cuidado.
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