sábado, 20 de enero de 2018


DESAUTORIZADOS

En Correo el 20 de enero 2018

La política nacional es fuente de decepciones. Precariedad e incertidumbre no se disipan por simple voluntarismo. Son sentimientos negativos, corrosivos para la gobernabilidad y la estabilidad indispensables para que el país avance. Y este gobierno que ha dado tumbos antes más los dará ahora si no sabe evitar las confrontaciones con un gabinete que deberá mostrar logros para superar indecisiones y críticas.

El movimiento se demuestra andando. La presunta reconciliación es difícil pero podría construirse desde valores individuales dispuestos a entregarse por el Perú, de espíritus amplios que respondan a la presunción de la armonía a sabiendas que no existe. Pero para ello debemos saber hacia dónde vamos para tender puentes de verdad, Más aún en tiempo de control de daños de lo acontecido al finalizar 2017. El pueblo está atento a las definiciones lejos de las sonrisas, las bromas, los bailecitos o los discursos bonitos.

No pueden gobernar sin autoridad. Deben entender que el gobierno es frágil en el plano ético que es lo peor porque contamina la legitimidad. Le corresponde dar seguridades a una oposición que lo cuestiona no tanto por la ideología o por las metas incumplidas -como puede ser la reconstrucción fallida del norte- sino por las falsedades. Pasada la visita del Papa, que funciona como bálsamo revitalizador, algunas decisiones pendientes podrían ayudar a controlar la indignación del electorado que apoyó a PPK y ahora lo considera una estafa política viviente.

Es tiempo de evidenciar lo poco o mucho que pueden hacer los patriotas que han aceptado integrar este gabinete más cerca de la flotación salvadora que de la presunta reconciliación. Seguimos creyendo que la renuncia de PPK sería la mejor salida para que Martín Vizcarra pudiera formar gobierno con mayor calma y autoridad. Este equilibrio precario puede terminar si las declaraciones de Jorge Barata tornan clamorosa  la renuncia presidencial.

DESBLOQUEO

En Político.pe el 19 01 18

La política nacional está bloqueada, Más allá de los arrestos de PPK que revelan su poca conciencia de su situación y de la sonrisa de la primera ministra, el Gobierno está empantanado por las fallas de autoridad moral evidenciadas por el negociado del indulto a Alberto Fujimori y por las sospechas que lo afectan como preludio de las declaraciones de Jorge Barata que a fines de febrero develarán culpas y distribuirán responsabilidades con consecuencias imprevisibles.

No solo PPK, los principales líderes de la oposición están en salmuera. Pero el presidente que acaba de escapar a la vacancia acumula elementos de sospecha y desconfianza. Keiko Fujimori y Alan García también esperan escapar al huracán Odebrecht. Mientras tanto el presidente se muestra reacio a la renuncia en favor de Martín Vizcarra y con confianza poco explicable -después de lo reconocido como manejo personal y empresarial con la mega empresa corruptora- pretende revitalizar su gobierno, apuesta a la gobernabilidad y a la definición de un rumbo del cual ha carecido hasta ahora.

Lo peor sería que Barata lo incrimine al punto de obligarlo a renunciar. Nadie mejor que él para saber si es ahora el momento de irse y de negociar con Martín Vizcarra un tiempo restante con posibilidades de reformar el sistema electoral para el surgimiento de nuevos partidos y el perfeccionamiento de la representación política tan criticada y venida a menos.

Kuczynski es ahora una gran decepción. Llegó como un gran tecnócrata con mucho de eficiencia y honradez. La ilusión de su sensibilidad social y de su capacidad se fue. Nada o muy poco ha quedado de las simpatías que lo rodearon y hoy debe apostar a tender puentes, construir legitimidad y eliminar confrontaciones innecesarias que pondrían en evidencia esa preocupante precariedad que está bloqueando el avance del país.